"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

viernes, 4 de junio de 2010

El ataque de los mercados

Editorial Noticias Obreras

Nos ha llegado la hora de los recortes y, siendo muy importantes en lo que respecta a la congelación de las pensiones, a la disminución de la ayuda al desarrollo y al recorte salarial de algunos sectores de los funcionarios, el gran problema es el horizonte en el que nos sitúan.

Recordemos: la avaricia de los financieros provocó la mayor crisis económica de la historia moderna. Los gobiernos tuvieron que dar a las instituciones financieras tal cantidad de miles de millones de euros, que hubieran bastado para eliminar el hambre en el mundo durante más de cincuenta años.

Acabado el fabuloso negocio del ladrillo y las hipotecas, los jugadores del casino financiero necesitan un nuevo parquet en el que seguir haciendo sus apuestas, este nuevo parquet es el Estado del Bienestar y el objetivo es doble. Por un aparte, se trata de reducir la acción política de los gobiernos para crear las condiciones para que el poder financiero –no los mercados– pueda seguir operando con total impunidad. La infantería de esta batalla está constituida por las agencias de calificación, que son empresas privadas dependientes del poder financiero, cuyas decisiones dan jaque mate a cualquier gobierno. Por otra, los gobiernos tendrán que ir cediendo a la iniciativa privada y asumiendo que el gran volumen de negocio que constituye la sanidad, la educación, las pensiones y el resto de políticas sociales, sea privatizado y sometido a la lógica del mercado. El negocio es fabuloso; las consecuencias para los pobres, dramáticas.

En realidad, estamos asistiendo a un ataque del poder financiero contra los pobres, contra la democracia y contra la economía productiva. Contra los pobres, traspasando al poder financiero las rentas percibidas por éstos a través de las transferencias del Estado. Contra la democracia, dejando en manos de los gobiernos la gestión de la política fiscal cómo único mecanismo de acción política, sometido al control del poder financiero a través de la supervisión de las agencias de control. Contra la economía productiva, asumiendo la creación de riqueza al margen de la misma, pues la manipulación de los valores en bolsa y la práctica de la «ingeniería financiera» generan más beneficios y más rápidamente que el mejor de los procesos productivos, y dejando a la economía productiva –empresarios y trabajadores– como algo residual, subcontratado y precarizado.

Es todo el modelo de civilización occidental el que está siendo sometido a profundas transformaciones. Por decirlo con pocas palabras, estamos en un proceso de sustitución de la democracia por la mercadocracia, pues la única manera de liberalizar la economía es reducir el Estado. Sí, hay que cambiar todo el sistema, pero en la dirección contraria.

No es verdad que los gobiernos no puedan hacer nada, pueden y deben controlar al poder financiero y redefinir la economía productiva para ponerla al servicio de los pobres, del interés general y del bien común. Afirmamos que «la actividad económica no puede resolver todos los problemas sociales ampliando sin más la lógica mercantil. Debe estar ordenada a la consecución del bien común, que es responsabilidad sobre todo de la comunidad política. Por tanto, se debe tener presente que separar la gestión económica, a la que correspondería únicamente producir riqueza, de la acción política, que tendría el papel de conseguir la justicia mediante la redistribución, es causa de graves desequilibrios» («Caritas in Veritate», 36). Esta debería ser la reivindicación principal de los sindicatos, pues resulta fuera de toda lógica que convoquemos a una huelga por el recorte a los funcionarios y no lo hayamos hecho por la existencia de cuatro millones y medio de parados.

1 comentario:

  1. Saludos
    "resulta fuera de toda lógica que convoquemos a una huelga por el recorte a los funcionarios y no lo hayamos hecho por la existencia de cuatro millones y medio de parados."
    Me ha dolido esta frase.
    Con la misma buena fe y libertad os expreso mi sentir.
    Son malos tiempos para el mundo obrero, vienen peores, y para el movimiento obrero. Estoy convencido de que el movimiento sindical tiene muchas carencias, tantas como frentes a dar respuesta, y que los sindicatos "mayoritarios" deberían hacer un mayor esfuerzo en dar respuesta a los más desatendidos del mundo obrero, pero una cosa es que no hagan nada y otra el que puedan hacer más. Si no me acuerdo mal el año pasado se convocaron algunas manifestaciones por el empleo, se acordó una mejora de las prestaciones por desempleo, a nivel local se han firmado acuerdos por el empleo fomentando la formación para el reciclaje y creando medidas para estimular la contratación. ¿Es esto suficiente? ¿pueden estar satisfecho los sindicatos? NO. Pero de ahí a sumarnos a los coros de que los sindicatos han abandonado a los parados...
    Estoy convencido que existe una campaña en contra de los sindicatos, que se quiere deprestigiar a unas organizaciones ya debil de por sí (10% afiliación). En este contexto de crisis y de ataque a los sindicatos no podemos dejar duda sobre nuestra postura (la de la HOAC) y creo que esta debe ser de apoyo al movimiento sindical, no hago más comentario porque no debemos ponerle "peros".
    Los empleados publicos tienen razones para convocar la huelga: el Gobierno ha imcumplido un acuerdo y ha dictado medidas que va a deteriorar más los servicios públicos, los servicios en los que se sustenta el precario "estado del bienestar". He apoyado huelgas del sector público por menos, me he manifestado por y con los sin papeles, he repartido panfletos en las oficinas de empleo, me he manifestado por la enseñanza, por la sanidad, por la aplicación de la Ley de la Dependencia y ahora voy a ir a la huelga por que soy empleado público y por que soy usuario de unos servicios publicos ya maltrechos.
    ¡Hasta mañana en el Altar!
    Un abrazo

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