"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

martes, 8 de marzo de 2011

¡Bien por los Obispos del País Vasco y Navarra!

José Ignacio Calleja
Los Obispos de Navarra y el País Vasco han escrito su "Carta Pastoral de Cuaresma" (2011), siguiendo, de este modo, con una tradición que los honra. Y se han atrevido nada menos que con la situación de "crisis socio-económica", abordándola bajo el título de "Una economía al servicio de las personas. Ante la crisis, conversión y solidaridad".
nuestro mundo
"está sometido a estructuras de pecado"

Un comentario de urgencia no puede menos que resaltar desde el principio la impresión de que han superado de lejos mis expectativas. No veo necesario desarrollar con detalle en estas notas de qué va la Carta, pues ella misma hace resúmenes muy precisos sobre su contenido: el índice, las "entradillas" a cada parte (cuatro), las síntesis en el lateral de cada párrafo, y la conclusión (n 40), ofrecen todo lo preciso para conocerla en su sustancia. Así que invito encarecidamente a descargarla desde Internet o comprar el texto impreso, y leerla directamente, en todo su desarrollo, o al menos, en sus resúmenes. Vean éste, y sea suficiente:

‹ " Con este fin, hemos dividido esta carta en cuatro apartados: el primero enuncia las claves (cristianas) que la inspiran; el segundo trata de comprender de manera somera la crisis, sus efectos y sus principales causas y raíces; el tercero busca leer y discernir las cuestiones puestas de manifiesto en el apartado segundo a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, proponiendo los cambios necesarios para que la vida económica esté realmente al servicio de toda persona y de todas las personas; el cuarto apartado es una llamada a dar una respuesta apropiada a la crisis en sus distintas dimensiones y se dirige a todos, pero en primer lugar a nuestras propias iglesias diocesanas. Finalmente se recogen los puntos más significativos de la carta" (n 2). ›

Entre las virtudes de la Carta no es la menor lo bien escrita que está, y lo clara que resulta para el lector medio. Es verdad que son 31 páginas bien cumplidas, pero prometo que goza de razonable atractivo y sencillez en su composición. De todos modos, siempre queda, lo he dicho, recorrer sus resúmenes en el lateral del texto. Digo esto porque me consta la queja de muchos cristianos hacia la extensión de los escritos episcopales.

Creo que la Carta acierta en lo que llama, primera parte, Claves que inspiran la presente Carta, y si hubiese dicho "cristianas" sería más claro, pues no corre al terreno de los principios de inmediato, sino al de las convicciones centrales de la fe, y éstas desde el Sermón de la Montaña de Jesús. Ahí es nada el arranque.

Creo también que la segunda parte, Más que una crisis económico-financiera, y por el título el lector ya sabe de qué va, está muy lograda en la explicación de lo que está sucediendo. Dice, "por una combinación de desenfoques teóricos" (sobre las bondades del mercado y la permisividad con sus mecanismos de funcionamiento), de errores técnicos (relajamiento de las más elementales normas técnicas que guían la asunción y evaluación de riesgos y, más aún, sin reglas adecuadas para regir el mercado global, sobre todo el financiero, y de instituciones con capacidad suficiente para garantizar su buen funcionamiento), y de faltas éticas (una serie de comportamientos que manifiestan graves fallos morales).

Ruego al lector que la oscuridad de este párrafo me la atribuya a mí, pues he hecho una recomposición del n 12. (Véase también n 24). Hay que leerlo despacio, pero, a mi juicio y en el fondo, es más claro que el original (Perdón). Precisamente en este número 12 cabe echar en falta un apunte más directo, entre las causas de la crisis, a que los desajustes teóricos y técnicos obedecen también a poderes sociales y económicos que los conocen bien, pero que los defienden como parte de su estrategia de "acumulación de propiedad y dinero". No obedecen sin más a una mala teoría y al olvido moral, sino a la intención de conservar y acrecentar el poder por parte de grupos sociales muy destacados. Porque la crisis es responsabilidad de todos, pero no de todos por igual, ni mucho menos. Esta "tenue aparición" de la clave "estructuras y grupos sociales de poder" se notará en otros momentos de la Carta, pero no tanto como para mermar su gran valor.

De hecho, el n 16 se refiere sin ambages a que nuestro mundo "está sometido a estructuras de pecado", y cita varias que son claramente "estructuras sociales injustas" y no sólo carencias teóricas o técnicas. (Y lo mismo ocurre en el n 20, que animo a leer). Por otro lado, tal es la "filosofía social" de fondo de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Lógico que se hayan atenido a ella. Pero yo también debo decirlo.

Pienso que la tercera parte, Lo que debe ser revisado, justifica bien la mirada ética sobre la vida económico-social, y las claves morales de la DSI ante ella. Quizá haber subrayado más nítidamente la primacía de la justicia como categoría moral básica del discernimiento moral cristiano, y no sólo subyaciendo al bien común, le daría al texto mayor rotundidad ética. Sin embargo lo aportado sobre una economía participativa y la crítica a la ideología del progreso y desarrollo, es clarividente; y el mismo juicio, si no mejor, ha de merecer su reflexión sobre las claves culturales y éticas de la crisis (nn 24-26).

Y la cuarta y última parte, Vivir la caridad en la justicia, la participación, la compasión y la solidaridad, nn 27-39, presenta diversas y atinadas llamadas, a la Iglesia, particularmente en torno a Cáritas, y adelanta algunas pistas de acción socio-caritativa, con especial atención al laicado cristiano y su presencia social evangelizadora. Pienso que son pasajes muy logrados, con reconocimientos a mucha gente que ya está dando lo mejor de sí misma, y con propuestas concretas que nos comprometen para el futuro y exigencias a los gobernantes, los agentes sociales y los ciudadanos; moderadas y realistas, pero posibles y claras. (No acierto a comprender por qué está aquí colocado el contenido del número 28, Plagas y rostros de la crisis. Lo digo tras una primera lectura, pero parece más lógico que fuese tras el n 13, por ejemplo. Cuestión menor). Más importante es que el n 35, Una llamada a la responsabilidad, a la participación y la solidaridad, sí creo que peca un poco de "concordismo social", es decir, responsabilidades similares en todos. Quizá es el efecto de que en el análisis de la crisis no se haya ponderado, más todavía, la injusticia estructural y los poderosos grupos socio-económicos que la defienden con uñas y dientes. Y así, dice, "el verdadero y último test del bien común es la solidaridad efectiva con los que corren grave riesgo de quedar socialmente descolgados. Entre ellos queremos llamar la atención sobre tres grupos concretos de personas: mayores, inmigrantes y jóvenes" (n 35). Mejor haber dicho, "la justicia y la solidaridad", como lo hace después en el n 39, porque "la justicia y el bien común no son divisibles, sino que abarcan al conjunto de la humanidad".

Y al cabo, la conclusión, n 40, con un resumen preciso de la Carta y una llamada al pacto social, eso sí, justo en su base ética y económica, es decir, con todos, "con los más débiles y golpeados por la crisis... como exigencia y prueba de la justicia social"; y en la fe, viviendo lo que celebramos en la Eucaristía, "pan" que se parte para el mundo... y que tiene "por centro a los últimos, los preferidos de Dios".

He ofrecido alguna reserva, no menor, pero es claro que mi reconocimiento a la Carta, en su valía evangélica, ética y social es muy intenso. Estoy orgulloso de cómo se ha expresado la Iglesia en esta Carta Pastoral, y del tema que se ha atrevido a tratar. Yo creo que era muy arriesgado, con muchas posibilidades de quedarse muy cortos socialmente y con una teología cristiana de pocos quilates. Pues a mi juicio, la fe, la ética cristiana, y la propia Iglesia salen reforzadas en su conciencia moral, y en su presencia pública, con esta Carta. Así que muy agradecido.

José Ignacio Calleja Sáenz de Navarrete
Experto en Moral Social Cristiana
Vitoria-Gasteiz

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