"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

sábado, 31 de marzo de 2012

NECESITAMOS LIDERES QUE NOS DEVUELVAN LA DIGNIDAD


Pepe Lozano, consiliario de la HOAC
Domingo de Ramos
- 1 de abril de 2012 -

El domingo de Ramos es como la entrada en la Semana Santa. En este día celebramos que Jesús entró en Jerusalén entre vítores y aclamaciones de la gente. Esto es lo que nos dice el Evangelio:
Cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betfagé y Betania, al pie del monte de los Olivos, envía a dos de sus discípulos, diciéndoles: "Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y cuando entréis en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha montado todavía ningún hombre. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os dice: "¿Por qué hacéis eso?", decid: "El Señor lo necesita, y lo devolverá en seguida"."Fueron y encontraron el pollino atado junto a una puerta, fuera, en la calle, y lo desataron. Algunos de los que estaban allí les dijeron: "¿Qué hacéis desatando el pollino?" Ellos les contestaron según les había dicho Jesús, y les dejaron. Traen el pollino donde estaba Jesús, echaron encima sus mantos y se sentó sobre él. Muchos extendieron sus mantos por el camino; otros, ramas cortadas de los campos. Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: "¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!” "Bendito el reino que viene, de nuestro padre David!” "¡Hosanna en las alturas!". Mc 11,1-10

El pueblo aclamaba a Jesús como rey y como Mesías; la gente decía la verdad, pero no sabía qué clase de Mesías era Jesús. Jesús no entraba en Jerusalén para ocupar un trono, sino para dar la vida. Le gente pensaba que iba a echar fuera, por la fuerza, a todos los que estaban esclavizando al pueblo; pero iba a ser todo lo contrario. Iban a ser los poderosos los que acabarían con Jesús. Todos pensaban que, quien iba montado en el burro, iba a triunfar, de forma espectacular; pero, en realidad, su entrada,  acabaría en el mayor de los fracasos. Así quiso Jesús realizar su obra, así quiso salvar a la humanidad. Para Jesús eso fue triunfar y ganar la batalla. Después de mucho tiempo, nosotros ya sabemos, por menos en teoría, cómo piensa y cómo actúa Jesús; y, a qué nos exponemos y comprometemos, si le seguimos y si decimos que estamos de acuerdo con él. En esta Semana Santa, queremos entrar en el mundo de Jesús, en su forma de ver la vida, y llenarnos de fuerza para seguirle hasta el final. Queremos acompañar a Jesús y compartir sus sufrimientos y su muerte, poniéndonos al lado de los pobres, que lo representan a él.
Con la crisis que estamos viviendo, no podemos vivir la Semana Santa sin compartir los sufrimientos, las estrecheces y las luchas de nuestro pueblo; esa es hoy la pasión de Jesús. Porque la pasión del Señor no es un recuerdo, una cosa pasada.
Si lo miramos así, pensamos en algo que tiene que ver muy poco con la pasión de Cristo. Los sufrimientos de Jesús son los que están pasando, en su propia carne, los casi seis millones de parados, las familias que, además de no tener ninguno trabajando, no están recibiendo ningún subsidio de paro,  la angustia de tantos y tantos jubilados que no tienen para vivir con la pensión que están cobrando, los que no pueden pagar su hipoteca y están a punto de que les embarguen el piso, los jóvenes que han estudiado, que se han preparado muy bien, y que no encuentran trabajo de ninguna manera; y se tienen que marchar al extranjero a ver si encuentran algo; la multitud de mujeres maltratadas, los que tienen un trabajo precario y con riesgo de perder la vida. Con motivo de los recortes, están echando fuera de la empresa, o de otros lugares que no son empresas, a muchísimas personas: por esos mismos recortes muchos enfermos no son bien atendidos en los hospitales y en las casas, y está bajando la calidad de la educación en los colegios. La corrupción de muchas personas, que se están quedando con el dinero del pueblo, y que cobran sueldos astronómicos, los que manejan las finanzas y van acumulando miles de millones (sin saber para qué, sólo por el deseo de tener más dinero), todas estas personas, están dejando a miles de trabajadores, inmigrantes y pobres, en la más absoluta miseria.
Esta es la pasión del Señor. No la que nos queramos montar nosotros, no un recuerdo nostálgico, festivo, folklórico y cultural, sino el sufrimiento de la humanidad, esa humanidad que es el mismo cuerpo del Señor.
Las cofradías, con todos sus pasos y procesiones, quieren representar la pasión del Señor…. Si esas cofradías están unidas y comprometidas con los pobres, si tratan de ser sencillas y gastar lo menos posible en adornar sus pasos, para compartir lo que tienen con los últimos de nuestra sociedad, si son los primeros en luchar por una sociedad y un mundo justo… entonces sí que son cofradías cristianas, y nos pueden ayudar a vivir la Semana Santa; pero si se quedan en lo bonito, y en lo espectacular y en la folklórico, en vez de ayudarnos, nos apartan de la verdadera pasión de Jesús, la que está sufriendo en nuestra sociedad.
Que no se nos olvide. La pasión, y toda la Semana Santa de este año, es “la Semana Santa de la crisis”, de la solidaridad con los que sufren y con sus luchas. Si la sacamos de la crisis, ya no es una Semana Santa cristiana.

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