"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

jueves, 31 de octubre de 2013

ESTE PAPA SÍ ME GUSTA

Pese a que el pontificado del Papa Bergoglio ha despertado y despierta dentro y fuera de la Iglesia tantas expectativas, no debemos ignorar que, sobre todo al interior de la Iglesia, van surgiendo voces discrepantes y alarmadas ante las palabras y los gestos que Francisco viene prodigando desde que accedió al papado.

En relación con estas discrepancias y alarmas, llama mucho la atención el artículo que en el diario italiano “Il Foglio” firman dos periodistas (Alessandro Gnocchi y Mario Palmaro), y que su traductor al castellano lo contextualiza en “la situación de anomalía sin descuentos en que se encuentra la Iglesia” y que atribuye a un pontificado (el de Francisco) que califica como “tan dolorosamente singular”.

Sin entrar en todos los aspectos de un artículo especialmente largo (más de siete páginas), hay uno que llama sobre otros  la atención, pues en él se acusa veladamente al papa nada menos que de haber “llegado a una concepción radicalmente subjetivista del juicio moral”, y todo ello citando el  número 32 de la “Veritatis Splendor” de Juan Pablo II, dirigido por éste a puntualizar “algunas corrientes de pensamiento moderno”, y que los articulistas presentan como una contraposición entre el Papa Wojtyla y el Vaticano II, a quien aquel, según ellos, corregiría.

¿Qué afirmación del Papa Francisco provocó una crítica tan radical? Los mismos autores del artículo lo indican: en una entrevista, realizada por Eugenio Scalfari y publicada en la “Civiltá Cattolica”,  a la pregunta del entrevistador “¿existe una visión única del Bien?, ¿Quién la establece?”, el Papa contesta “Cada uno de nosotros tiene una visión del Bien y del Mal. Nosotros debemos animar a cada uno a dirigirse a lo que piensa que es el Bien”. El entrevistador continúa “Usted, santidad, ya lo escribió en la carta que me mandó: La conciencia es autónoma, y cada uno debe obedecer a la propia conciencia….”. Y el Papa le contesta “Y aquí lo repito. Cada uno tiene su propia idea del bien y del mal, y debe elegir seguir el Bien y combatir el Mal  tal como  él lo concibe. Bastaría eso para cambiar el mundo”.

Probablemente, a los autores del artículo crítico con el Papa, les habría  gustado más que Francisco se hubiera enredado en explicaciones sobre el concepto objetivo del bien y del mal y sobre la obligación que todas las personas tenemos de llegar a la verdad objetiva, cuestiones todas ellas enseñadas por la Iglesia. Sin embargo el Papa ha optado, y ahí les duele a sus  críticos, por priorizar el valor de la conciencia como “núcleo más sagrado y sagrario del hombre” (Gaudium et spes, 16), conciencia que las personas han de seguir porque “la dignidad humana requiere, por tanto, que el hombre actúe según su conciencia y libre elección, es decir, movido e inducido por convicción interna personal y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa” (Gaudium et spes 17). Todo esto también lo enseña la Iglesia que además, en relación con un tema tan sensible para ella como la libertad religiosa, tras afirmar  en la Declaración conciliar “Dignitatis humanae”  que “la dignidad de la persona humana se hace cada vez más clara en la conciencia de los hombres de nuestro tiempo, y aumenta el número de quienes exigen que los hombres en su actuación gocen y usen de su propio criterio y de una libertad responsable, no movidos por coacción sino guiados por la conciencia del deber” (Dignitatis humanae 1) concluirá que “en materia religiosa ni se obligue  a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella…..” (Dignitatis humanae 2).

¡Claro que todos tenemos la obligación de buscar la verdad!, “cada cual tiene la obligación, y por consiguiente también el derecho, de buscar la verdad…..” (Dignitatis humanae  3) pero el mismo documento del Vaticano II reconoce que esta “no se impone de otra manera sino por la fuerza de la misma verdad….” (Dignitatis humanae 2).

Mucho es de temer, no obstante la abundante doctrina conciliar, que quienes piensan como los articulistas de “este Papa no nos gusta” no se sientan satisfechos con ella cuando la cita anterior de Juan Pablo II  en “Veritatis splendor”  la interpretaban en clave de corrección al Vaticano II. Quizás quienes así piensen y sientan, necesiten  una doctrina más sólida y tradicional, más de toda la vida.

Por ello nada mejor que acabar esta reflexión con dos citas del que, posiblemente, sea el más insigne teólogo de la historia de la Iglesia, Santo  Tomás de Aquino.

-“Toda conciencia, esté bien o mal informada, se refiera a cosas en sí malas o indiferentes, es obligatoria, pues el que actúa contra su conciencia, peca”. (Quaestiones quodlibetales III, 27)

- “Hay que seguir la conciencia, incluso contra el deseo de la Iglesia; incluso si estuviese abocado a ser expulsado de la misma Iglesia”. (In IV Sententia, dist 38).

Desde el respeto a la libertad de expresar cada uno lo que piensa (también la libertad de los críticos con Francisco), y desde el sagrario de la propia conciencia debo afirmar que “este Papa, sí me gusta”. Y mucho, además.

Pepe Carmona

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