El profesor de Sociología de las Desigualdades Internacionales y Sociología de la Religión de la Universidad Complutense de Madrid, Rafael Díaz-Salazar, ha advertido en Pamplona del riesgo de caer en un laicismo "fundamentalista", que intente "excluir" totalmente el fenómeno religioso en España.
En una entrevista concedida a Efe, el sociólogo, quien ha pronunciado una conferencia en Pamplona invitado por el Foro Gogoa, asegura que el laicismo no va en contra de la religión, sino que, por el contrario, se caracteriza por la tolerancia y el respeto a la pluralidad de creencias religiosas en la sociedad.
Díaz-Salazar, profesor invitado en universidades de Brasil, Venezuela, El Salvador, Cuba y México, ha analizado en profundidad el laicismo y las relaciones Iglesia-Estado en una trilogía: "El factor católico en la política española" (Editorial PPC), "Democracia laica y religión pública" (Taurus) y "España laica" (Espasa).
- ¿El laicismo va en contra de la religión?
- No. El laicismo no es antirreligioso, es antieclesiástico, va contra el cristianismo político. De hecho, en la historia los primeros laicistas son cristianos, sobre todo protestantes, que defienden el pluralismo religioso y que quieren acabar con la persecución a quienes tienen otra forma de religión.
Por eso el laicismo nace más bien en el ámbito protestante y no en el católico.
P: ¿Existe un laicismo 'a la española'?
R: Hay diversos tipos de laicismo en España. Por un lado tenemos un laicismo excluyente, que es una forma de ateísmo militante. Hay otro tipo que defiende lo que se denomina una "laicidad inclusiva", que reconoce que la religión es una parte muy importante de la cultura, de la sociedad civil, y es mucho lo que puede aportar.
También tenemos un "laicismo de neutralidad" que se centra en que el Estado como tal no puede definirse ni a favor ni en contra de la religión o cualquier tipo de ideología.
Tenemos asimismo un "laicismo religioso", impulsado por movimientos tanto católicos como islámicos o protestantes que defienden la autofinanciación económica de las iglesias, la separación Iglesia-Estado y una enseñanza laica no confesional.
Todos esos laicismos coexisten en nuestro país.
P: ¿Cuál de ellos prefiere?
R: Yo apuesto por el laicismo inclusivo, porque lo que intenta es articular el pluralismo. Éste es el modelo de Francia, por ejemplo.
Tenemos una idea muy equivocada de lo que es el laicismo francés actual, que es también el laicismo predominante en Alemania o en los países nórdicos. Este laicismo lo que busca es articular el pluralismo, no imponer un nuevo fundamentalismo, porque también hay un fundamentalismo laicista, integrista, que intenta privatizar forzadamente las dimensiones religiosas de la existencia.
P: ¿Está recorriendo España un camino que otros países han recorrido hace tiempo?
R: Sí, porque España vivió durante muchos años una dictadura y después hubo que hacer una transición en la que las prioridades eran otras. Pero más tarde el laicismo aflora en España a través de dos procesos: el pluralismo de las identidades sexuales y el matrimonio homosexual, y el aumento del número de musulmanes que piden por ejemplo la enseñanza de la religión islámica en las escuela o la construcción de mezquitas en suelo público. Y estos son dos procesos que precisan de la laicidad.
También hay otro factor, sobre todo en la primera legislatura, y es que la principal fuerza de la oposición política al Gobierno socialista fue la Conferencia Episcopal. En la medida en que se convirtió en un actor político, las personas que no comparten esas tesis, dentro de la Iglesia y fuera de ella, empiezan a reivindicar la laicidad en España.
P: ¿Está gestionando correctamente la izquierda española el concepto de laicidad?
R: Hay que diferenciar. La izquierda gobernante lo tiene bastante claro y desde mi punto de vista lo está haciendo bastante bien. Pero hay una izquierda que no está en el Gobierno que no sabe manejar el tema cristiano en general. Confunde la Iglesia con los obispos y, al contrario que la mayoría de izquierdas europeas, no tiene una política hacia el mundo cristiano, que es muy complejo. Sí que tiene una política hacia el mundo homosexual, hacia los movimientos sociales, incluso hacia las asociaciones islámicas, pero no sabe tener una política hacia el mundo cristiano.
P: ¿Por qué ha levantado ampollas la asignatura de Educación para la Ciudadanía?
R: Creo que es por el integrismo de la Conferencia Episcopal y, sobre todo, por una obsesión que tienen los obispos, que es ver en el PSOE un partido que pretende secularizar de una forma cuasi-dictatorial a España y configurar nada menos que la mente de los niños. Me parece un análisis disparatado. Ellos iniciaron esta controversia y luego no fueron seguidos ni por los propios colegios católicos. Lo que hay detrás de eso son movimientos integristas que ven fantasmas y que utilizan un discurso apocalíptico que no se corresponde con la realidad.
P: ¿Está este debate en el trasfondo de las revueltas en los países árabes?
R: En parte, porque la laicidad es esencial para el futuro político del mundo árabe. El gran peligro que hay es que después de las dictaduras de estos sátrapas corruptos venga la dictadura de un partido islamista que puede ser incluso democráticamente elegido en unas elecciones. Antes de que haya elecciones yo creo que es muy importante que se configuren unas nuevas constituciones en esos países y que en ellas se implemente lo que yo llamaría un 'núcleo de laicidad' fuerte. Y será muy importante que haya unos tribunales constitucionales en los países árabes que velen por la laicidad, porque, si no, igual que en España tuvimos un nacional catolicismo, podríamos llegar a un "nacional islamismo" que se cargaría el pluralismo religioso. Es lo que está pasando en Marruecos, que persigue a los cristianos, porque no es un país laico, o en Iraq, que en la época anterior a la guerra era más laico que ahora.
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