Manifiesto de la HOAC de Orihuela-Alicante
ante el impacto de la crisis sobre las familias
Orihuela-Alicante, 15 de mayo de 2011
La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) como organización eclesial de obreros cristianos, queremos ofrecer nuestra reflexión sobre el impacto que la crisis económica y la configuración de la sociedad actual está teniendo sobre las familias obreras. Familias que están padeciendo las terribles consecuencias de una crisis que no han provocado ellas y a la vez son víctimas de los recortes sociales y de derechos que se están imponiendo para, supuestamente, salir de la situación.
Esta crisis ha provocado en nuestro país la pérdida de millones de empleos. Hay casi dos millones de familias con todos sus miembros en paro, problema éste (el desempleo) que está contribuyendo a deteriorar las condiciones de vida de cientos de miles de familias trabajadoras, agudizando las situaciones de violencia, fracaso escolar, problemas de salud mental y de integración.
Como militantes obreros cristianos denunciamos y rechazamos que la salida a la actual crisis se base en el recorte de derechos sociales y laborales, y en incentivar el consumo; haciéndonos eco de la Conferencia Episcopal Española que nos recuerda: “Existe actualmente un abuso en las condiciones de trabajo que no toman en cuenta la necesaria atención familiar. La posibilidad de un empleo estable y no precario es un requisito para poder fundar una familia con un mínimo de seguridad”. (Instrucción Pastoral de la Conferencia Episcopal Española).
Constatamos que la actual crisis de valores no es fruto de la crisis económica actual sino que ya es algo estructural. No existe una relación directa entre ellas, aunque sí se da una vinculación. Viene además potenciada esta crisis de valores desde todos los medios, pues se potencia más el consumo y el bienestar material que la dignidad de la persona y la familia a todos los niveles.
Observamos en el ámbito familiar diferentes situaciones
- Son muchos los padres de familia que sufren el desempleo, siendo frecuente que la mujer siga en activo, o que busque trabajo y si lo encuentra sea con salarios más bajos y en condiciones precarias. Situación que produce un cambio de funciones o roles en la familia, no exenta de conflictos, violencia, depresiones, rupturas,... En estas circunstancias, es muy difícil que la familia sea un recinto de amor y de cultivo de los más genuinos valores humanos.
- Muchos jubilados, a pesar de sus escasos ingresos, están siendo un colchón para sus familias, pues siguen apoyando a sus hijos tanto en tiempo, dedicación y dinero, llegando incluso a volver a acoger en casa a sus hijos y nietos porque éstos han perdido su casa por no poder pagar la hipoteca. Recae también en los abuelos la función educadora de los nietos, por la imposibilidad para los padres de conciliar la vida laboral y familiar.
- Muchos jóvenes, acostumbrados al consumo, no saben adaptarse a la nueva situación. Se encuentran desmotivados para estudiar, buscar trabajo,…, viven el día a día y pasan los años sin que puedan emanciparse. Se convierten en lo que ha venido en llamarse la generación del “ni ni” (ni estudia, ni trabaja). La familia paterna se convierte así en un espacio de protección y en una red de seguridad.
Observamos que
- Ha aumentado el número de familias que están acercándose a la exclusión social, familias que ya vivían de ayudas y subsidios, con condiciones económicas muy precarias y que ahora se ven abocadas a la caridad.
- Se recortan los gastos sociales o se suprimen, lo que incide directamente en la vida de las familias trabajadoras.
- A nivel educativo sufrimos reducción de profesorado y mayores ratios de alumnos por aula, retraso en la construcción de nuevas instalaciones y rehabilitación de las actuales, aumento de barracones, no construcción de comedores escolares y reducción de becas. Ello imposibilita el normal desarrollo de la función educativa en los Colegios e Institutos y por tanto los niños y jóvenes de hoy ver mermadas muchas posibilidades hoy que tendrán repercusiones negativas en la sociedad del mañana.
- La actual crisis económica no afecta por igual a todas las familias. Las que tienen trabajo fijo y estable, a pesar del empeoramiento de la situación general, pueden mantener su ritmo de vida y consumo casi inalterado, aunque teman por el futuro de los hijos y por las condiciones de jubilación. Los que tienen un puesto con contratos discontinuos o los autónomos, se preocupan fundamentalmente por la continuidad del trabajo, lo que incide directamente en la estabilidad personal y en la posibilidad de hacer planes de futuro. Hay además un repunte de la economía sumergida, lo que además de ser una situación precaria para la mayoría de los que la sufren, evade riqueza de la sociedad y no contribuye tampoco al sostenimiento y equilibrio económico y social. Y además de los problemas citados, el mantenimiento del nivel de consumo garantiza la supervivencia, pero no quiere decir que se posibilite el cultivo de valores auténticamente humanos.
- La educación y transmisión de valores queda en segundo plano, se vive el día a día, sin mayores pretensiones. La cultura dominante va calando, primando el individualismo, la satisfacción inmediata y el consumo, sobre otros valores. Cuesta asumir el compromiso a nivel familiar y la participación social es casi inexistente. Se tiende a proteger a los hijos evitándoles frustraciones, problemas e incluso la realidad misma, lo que dificulta que crezcan en corresponsabilidad, respeto y solidaridad. E incluso, entre los que se dicen creyentes, en un número muy elevado está casi ausente el deseo real de la transmisión de la fe; aunque lleven a sus hijos a la Catequesis Parroquial.
Causas
• El funcionamiento de la economía capitalista y su política neoliberal (el mercado manda).
• En el sistema social se coloca como centro la productividad y no la persona.
• La cultura que nos invade es de exaltación del individualismo y del consumo como fin sin medida. Aquí constatamos una gran responsabilidad en los Poderes Públicos y de la Economía de Mercado actual; porque han propiciado el que la mayoría de los ciudadanos, de forma consciente o inconsciente se conviertan en cómplices del sistema que configura la sociedad en que vivimos.
• Falta una mayor atención de las políticas sociales para las familias y que las apoyen frente a las dificultades que tienen, facilitando la conciliación de vida laboral y familiar, creando redes públicas para atención a las personas mayores y discapacitadas y promoviendo la formación que facilite la inserción laboral de la mujer y de los jóvenes de las familias obreras.
RETOS
Es difícil ver la esperanza desde la crisis, pero pensamos que toda crisis es una oportunidad para pararse, reflexionar, cambiar,…y ya se observan signos para la esperanza.
- Están cambiando las relaciones en la familia, se avanza en el reparto de tareas, en la corresponsabilidad de educar a los hijos, en la construcción de unas relaciones más igualitarias entre hombres y mujeres.
- Es momento de rescatar valores clásicos de la familia: la acogida de los más necesitados, el respeto, la alegría, la participación en los colegios, en los barrios,…, la solidaridad, la paz, el diálogo. Rescatar la dimensión humana de cuidar y recuperar la familia como agente de solidaridad y de cultivo de la vida humana en su totalidad.
- Las distintas administraciones deben asumir en corresponsabilidad con las familias sus necesidades tanto en materia educativa como en servicios sociales y de asistencia a mayores, dependiente, etc...
- Es momento para que la Iglesia que reconoce la familia como algo sagrado (Génesis 1, 27-28 y Marcos 10,5-9), con mucha seriedad se plantee, sin reduccionismos y al margen de ideologías, su papel evangelizador y educativo ante la familia y que defienda la vida a todos los niveles.
Creemos necesario avanzar en un modelo económico dónde la persona recobre su centralidad y en dónde hagamos posible el reconocimiento de los derechos familiares de las personas y los derechos sociales de las familias, como nos dice el Concilio Vaticano II: “ El poder civil ha de considerar obligación suya sagrada el reconocer la verdadera naturaleza del matrimonio y de la familia, protegerla y ayudarla, asegurar la moralidad pública y favorecer la prosperidad doméstica. Hay que salvaguardar el derecho de los padres a procrear y a educar en el seno de la familia y sus hijos. Se debe proteger con legislación adecuada y diversas instituciones y ayudar de forma suficiente a aquellos que desgraciadamente carecen del bien de una familia propia” G. et S.52
Como cristianos, pedimos a nuestra Iglesia y nos comprometemos en ella, a que acoja y acompañe a las familias en su realidad económica, social, cultural, religiosa, como nos dice Juan Pablo II “La familia cristiana está llamada a ofrecer a todos, el testimonio de una entrega generosa y desinteresada a los problemas sociales, mediante la opción preferencial por los pobres y marginados.. “ (Familiares Consortio, 47).
Que nuestras comunidades sepan acoger la realidad nueva de las familias y abordar las dificultades que sufren, denunciando todo aquello que las destruye.
Que coordine y llame al diálogo, a todos los movimientos que, dentro de ella, están comprometidos en la evangelización de la familia, para que pueda haber una colaboración y una acción de mucho más alcance en esta sociedad que presenta tantos problemas para la transmisión de la fe.
Otras Citas:
“La familia cristiana está llamada a ofrecer a todos, el testimonio de una entrega generosa y desinteresada a los problemas sociales, mediante la opción preferencial por los pobres y marginados…” (Familiares Consortio, 47).
“… Existe actualmente un abuso en las condiciones de trabajo que no toman en cuenta la necesaria atención familiar. La posibilidad de un empleo estable y no precario es un requisito para poder fundar una familia con un mínimo de seguridad”. (Instrucción Pastoral de la Conferencia Episcopal Española).
PISTAS PARA LA REFLEXIÓN
- Necesidades y deficiencias que veo en mi familia y en las de mi entorno.
- Valores que observo en mi familia y en la de mi entorno.
- ¿Qué deberían hacer los organismos y las administraciones públicas para proteger a las familias y posibilitar los derechos familiares de las personas y los derechos sociales de las familias?.
- ¿Qué podría y debería hacer yo, mi familia, mi sindicato, el AMPA,… aquella otra asociación a la que pertenezco?
- ¿Qué podría y debería hacer yo, mi movimiento, mi partido político, mi comunidad, mi Iglesia?
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