"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

jueves, 19 de abril de 2012

ABORDAR LA VIDA DESDE LA EXPERIENCIA DEL RESUCITADO

Pepe Lozano, consiliario diocesano de la HOAC
Domingo 3º de Pascua
- 22 de abril de 2012 -

Hay varias maneras de mirar la vida. Algunas personas ven la vida de forma negativa, triste, sin esperanza, como si todo estuviera perdido, no esperan nada nuevo, ni nada bueno. Para esta clase de personas, la vida tiene pocas sorpresas. No tienen ganas de nada, no se ilusionan por nada. Y muchas veces llegan a la conclusión de que no vale la pena vivir. Y es verdad que hay muchas razones para ver la vida de forma negativa, problemas no faltan, el futuro no está nada claro, y las noticias de la tele y de los otros medios de comunicación, casi siempre nos hablan de coas negativas.

Pero esa no es la única forma de situarse ante la vida. Otras muchas personas son realistas, ven que hay muchos problemas, pero tienen esperanza, no se dan por vencidos, o por vencidas. Son personas abiertas a que algo nuevo puede pasar. Se dan cuenta que en la historia de la humanidad ha habido muchos altos y bajos. Después de épocas de calamidades, han venido tiempos de paz y de alegría. Incluso, estas personas, aprovechan los tiempos malos, para superarse y para desarrollar su imaginación. Están seguras de que, una época, por muy buena que sea, siempre tiene cosas negativas; y otra, por muy mala que parezca, siempre tiene algunas cosas, o muchas, positivas.

En el evangelio de este domingo, Lucas 24,35-48, los amigos de Jesús, estaban en una casa muertos de tristeza y de miedo, aunque algunas cosas, que contaban las personas que habían visto a Jesús, les llamaban la atención. Y, de nuevo, Jesús resucitado, sorprende a los discípulos, y les transmite la paz. Ellos sienten miedo, por la sorpresa, y por si venía a reprocharles algo, o por si era un fantasma. Pero, el Evangelio, deja muy claro que Jesús resucitado es el mismo que sufrió la pasión y que murió en la cruz. Su muerte no había sido aparente, sino real. Se presenta con la señales de los clavos y de la lanza en el costado; es el mismo que comió con ellos, y que ahora vuelve a comer en su presencia; pero al mismo tiempo es “El Resucitado”, el que vive una vida nueva, la vida que dura para siempre. No es que Jesús ha revivido, sino que ha “resucitado”, su humanidad ahora vive la misma vida de Dios. Y no hay contradicción entre vida, muerte y resurrección, ni en Jesús, ni en nosotros que creemos en él. Antes de morir, Jesús ya vivía la resurrección, porque vivía el amor en su plenitud. Vivir como resucitado es vivir siempre movidos por el amor gratuito.

También deja claro el Evangelio que, en la muerte de Jesús, se cumplieron todas las Escrituras; que hay una continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, a pesar de sus diferencias. Pero es necesario recibir el Espíritu Santo, para entender la Escrituras y para entender lo que va ocurriendo en la vida. Y al aparecérseles Jesús, los envía, los convierte en testigos de su resurrección.; y de la liberación de todo lo que nos esclaviza (los pecados). La Eucaristía (preparada y vivida con una vida coherente, con nuestro compromiso en la sociedad, y participada sin rutinas) no es, ni más ni menos que el encuentro real con Jesús que ha resucitado, que nos da su Palabra, nos transmite su vida, para convertirnos en sus testigos, y dejar claro al mundo que no acaba todo en el Viernes Santo (muerte, fracaso, crisis, paro, explotación….), sino que, con su resurrección, vuelve todo a empezar con una fuerza nueva. Recordemos que nuestra reunión, esta asamblea, es un encuentro con Jesús Resucitado que nos abre el entendimiento para comprender las Escrituras y nos envía a dar testimonio de su resurrección, no sólo con nuestras palabras, sino sobre todo con el ejemplo y el compromiso de nuestra vida.

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