Pepe Lozano, Consiliario diocesano de la HOAC
Domingo de la Santísima Trinidad
(el fundamento de la fe cristiana)
- 3 junio 2012 -
Hoy, la vida, está muy difícil, y casi todas las personas optan por
buscar soluciones individuales a sus problemas, predomina la actitud y el
planteamiento de “sálvese quien pueda”. Se piensa: yo tengo que espabilarme
para encontrar un trabajo, yo tengo que ver cómo pago mi piso, yo necesito un
coche y trato de ver cómo lo consigo, yo tengo pasármelo bien este fin de
semana, caiga quien caiga; yo quiero hacer un viaje de turismo y eso no me lo
va a impedir nadie…. Yo, yo, yo, lo mío, mi vida, mi salud, mi coche, mi casa,
mi chalet, mis vacaciones.. Por lo que vemos todos los días predominan las
soluciones individuales, la gente elige el individualismo; no el unirse a otras
personas para trabajar juntos y conseguir lo que todos necesitan. Y el/la que
se arrima a alguien, o a alguna institución, es para ver lo que puede sacar
para solucionar sus necesidades personales, no para colaborar. Es verdad que también
hay grupos que afrontan sus necesidades juntos, en colaboración, de forma
comunitaria, pero lo que más predomina es el individualismo. Cada uno/a se
apaña como puede. Un ejemplo es que cada persona tiene su coche; en algunas
casas cada miembro de la familia tiene un coche. El que usa los transportes
comunitarios es porque no tiene más remedio. Y entre las personas que están
metidos en asuntos públicos, muchos de ellos, no miran por la comunidad, sino
por ellos mismos, por su partido, por sus intereses particulares, no por el
bien común, no el bien de todos por encima del bien particular. Incluso, muchas
personas, se acercan a la Iglesia con la idea de salvar su alma,
desentendiéndose totalmente de la salvación de la humanidad.
Hoy los cristianos celebramos el día de la Santísima Trinidad. Los
cristianos creemos en “un Dios comunidad” “un Dios familia”, que nos creó a su
imagen y semejanza, y, por eso nos hizo seres comunitarios; nacemos en una
familia, crecemos en un ambiente comunitario y familiar, y nuestro destino es
formar una familia, o vivir la vida comunitaria en algún espacio de nuestra
sociedad. Nuestra vida, si es humana, y si es cristiana, es comunitaria y
familiar. No hay vida cristiana al margen de la comunidad. Y comienza a ser
comunitaria cuando nacemos como personas, y cuando nacemos como cristianos/as
en el sacramento del Bautismo, que se hace, según Mateo 28,16-20, que acabamos
de escuchar, “en el nombre del padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. La vida
comunitaria forma parte de nuestra identidad cristiana. No es que sea bueno
vivir comunitariamente, no; la realidad es que somos comunidad, y romper con la
comunidad es morir, como se muere un miembro del cuerpo cuando se separa de él.
Somos comunidad y estamos en el mundo para construir comunidad.
Y La misión, la transmisión de nuestra fe a otras personas, forma parte
de nuestra identidad y de nuestro ser cristianos. No podemos separar la vida
comunitaria de la vida misionera. Toda comunidad sana y feliz es una comunidad
fecunda: tiene vida y transmite vida. Una comunidad cristiana, que es verdadera
comunidad cristiana (comunidad trinitaria), está llena de vida, y, sin darse
cuenta, transmite su vida (su fe y su amor) a otras personas, igual que una
familia sana (física y psicológicamente) y feliz, transmite su vida a otros, genera
nuevos miembros.
A partir de nuestra fe en la Trinidad, estamos en el mundo para
construir una sociedad que sea (ya lo es por naturaleza) una verdadera familia,
un reflejo de la Trinidad. Nuestra misión es promover el diálogo y la
colaboración, caminar por la vida unidos a todos, y hacer que la humanidad
camine unida y sea solidaria. Dios hizo la humanidad como reflejo de él mismo.
La economía, la política, la cultura, la religión todo está al servicio del
Plan de Dios: Una humanidad que viva como una familia, porque él es una familia
de tres personas. Cuando la economía, la política, y cualquier actividad que se
desarrolle en el mundo, cuando es un conflicto de intereses, o una lucha por el
poder, ya nos política, ni humana, ni cristiana. Estamos en crisis porque nos
hemos salido del Plan de Dios, hemos dejado a un lado nuestro origen que es la
Trinidad. Hemos olvidad que somos comunidad. Cuando un cristiano/a es
individualista, o un grupo cristiano, cuando está encerrado en él mismo, y sólo
piensa en él misma/a, reniega de ser cristiano/a. Y cuando la Iglesia se cierra
en ella misma y sólo mira por ella misma, al margen de la humanidad, ya no es
la Iglesia que Dios quiere. En la Trinidad son tres personas distintas, pero
unidas en una sola vida y en una sola naturaleza, tres personas que lo tienen
todo en común. También Dios nos ha hecho a nosotros distintos, pero eso no es
ninguna dificultad para que estemos unidos, al contrario, el ser distintos nos
ayuda a unirnos, porque las diferencias nos complementan, nos enriquecen.
Aunque parece que la Trinidad es una cosa muy misteriosa y muy elevada,
y sin relación con nuestra vida (aparentemente), es la que orienta toda nuestra
vida y la vida de la humanidad. Dios es una común unión (una comunión) de tres
personas, y nosotros somos, junto con él, una común unión de miles de millones
de personas. Cuando nos olvidamos de que somos una común unión (una comunión),
aparece el hambre, el paro, la guerra, la violencia y el valor del dinero por
encima de todo. La Eucaristía que estemos celebrando nos introduce en la
comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y también en la común unión
(en la comunión) de toda la humanidad.
Textos que nos hablan de la Trinidad:
Romanos 8,14-17; Mateo 3,13-17; Lucas 1,26-38; Juan 14,15-17; Juan
16,4-15; Juan 20,19-23
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