Los obispos extremeños emiten un comunicado, en el que, entre otras
cosas, piden que se mantenga el poder adquisitivo de las pensiones,
"soporte para las maltrechas economías de bastantes familias", al
tiempo que denuncian el aumento de la pobreza y la necesidad de "emprender
y reforzar políticas de ayuda económica y social".
Texto íntegro:
Santiago
García Aracil Arzobispo metropolitano de Mérida-Badajoz |
1.- En este Adviento del Año de la Fe en que la Iglesia, bajo la guía del
Papa Benedicto XVI, está empeñada en la Nueva Evangelización, nos dirigimos a
los hombres y mujeres de Extremadura, donde el Evangelio ha arraigado con
frutos fecundos a lo largo de los siglos y ha conformado nuestra propia
historia y cultura. Queremos animarles a la esperanza, que se hace más
necesaria en los momentos difíciles, como los que ahora vivimos con la crisis
económica y social.
2.- Los Obispos de la Provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz mostramos,
ante todo, nuestra especial cercanía a las personas afectadas por esta crisis:
a los parados, sobre todo a los jóvenes y a los desempleados de larga duración,
así como a los necesitados que han visto acabar sus prestaciones sociales. A
ellos se unen ahora personas y familias que, hasta hace muy poco, podían hacer
frente a sus compromisos económicos más comunes: el pago de su vivienda, de su
hipoteca, de su alimentación y de los suministros básicos, agua, luz y
combustibles, así como a la enseñanza y educación de los hijos; personas que
cada día van engrosando dolorosamente las cifras de la pobreza en nuestra
región, y a las que es preciso acompañar en su angustia, darles esperanza y de,
alguna forma, hacerles ver que no están solas.
3.- La solución a estos graves problemas económicos y sociales corresponde
ciertamente a la entera sociedad civil y, en primer lugar, a quienes en ella
tienen funciones de gobierno a todos los niveles: los responsables de las
administraciones públicas y de los mercados, los políticos, economistas,
empresarios y dirigentes sindicales, y, en no menor medida, las entidades
financieras y los organismos comunitarios europeos y mundiales,
desgraciadamente muchas veces lejanos de los problemas y aspiraciones de los
ciudadanos
4.- Ciertamente, "la Iglesia -como señala el Papa Benedicto XVI- no
tiene soluciones técnicas que ofrecer y no pretende ‘de ninguna manera
mezclarse en la política de los Estados'. No obstante, tiene una misión de
verdad que cumplir en todo tiempo y circunstancia en favor de una sociedad a
medida del hombre, de su dignidad y de su vocación" (Caritas in veritate,
9); por esto mismo, los Obispos invitamos a todos, muy especialmente a los
propios católicos y a las comunidades eclesiales de nuestra Región, a empeñarse
de una manera más activa en ayudar a buscar vías de solución a esta crisis, y a
realizar por ello una seria reflexión, a la luz del Evangelio. No se trata de
señalar culpables de ella. En cierto modo lo somos todos por haber
minusvalorado, en mayor o menor medida, algunos de los valores esenciales que
engrandecen la dignidad de la persona. Con frecuencia se han ido sustituyendo
por un sistema o estilo de vida en el que, dejando a un lado toda referencia a
Dios, se relativiza todo comportamiento y se sitúa al ser humano en un
individualismo cada vez más cerrado y volcado en lo terreno. Sin visión alguna
de trascendencia no es posible la esperanza.
5.- En este ambiente, en el que impera de primacía de lo material, el éxito
fácil y el olvido del esfuerzo, con las consiguientes carencias éticas y
morales, con frecuencia nuestros semejantes no son considerados hermanos, sino
simples competidores. Por ello se termina relegándolos socialmente a la hora de
participar de manera justa de los bienes del mundo. En este ambiente, lo
"políticamente correcto", prima muchas veces sobre la Verdad y el
Bien, y los deberes y exigencias personales son ignorados. En consecuencia se
aprecian poco, cuando no se silencian, los comportamientos éticos ejemplares,
donde la primacía de la persona y del bien común siempre se han tenido en alta
estima.
6.- El Papa Benedicto XVI afirma que la "mentalidad que se ha ido
difundiendo en nuestro tiempo, renunciando a cualquier referencia a lo
trascendente, se ha mostrado incapaz de comprender y preservar lo humano. La
difusión de esta mentalidad ha generado la crisis que vivimos hoy, que es
crisis de significado y de valores, antes que crisis económica y social. El
hombre que busca vivir sólo de forma positivista, en lo calculable y en lo
mensurable, al final queda sofocado. En este marco, la cuestión de Dios es, en
cierto sentido, ‘la cuestión de las cuestiones'. Nos remite a las preguntas
fundamentales del hombre, a las aspiraciones a la verdad, la felicidad y a la
libertad inscritas en su corazón, que tienden a realizarse" (Discurso al
Pontificio Consejo para los Laicos, 25.11.2011).
7.- Por todo esto, creemos que la necesaria y urgente salida de la crisis
económica precisa también un rearme ético y moral de valores que nuestro pueblo
extremeño ha vivido a lo largo de los siglos como consustancial a su más
genuina manera de ser, y que tiene, entre sus ingredientes principales,
nuestras raíces y concepción cristiana de la vida.
8.- En ella ocupa un lugar primordial la verdadera familia, nacida de la
unión de un hombre y una mujer, tan defendida por la Iglesia y tan atacada
desde ciertos sectores ideológicos y políticos. Por ello, la familia ha
resultado ser, como siempre ocurre, el único dique, el sólido sostén que ha
funcionado razonablemente bien, a la hora de frenar la riada de calamidades
económicas que nos han sorprendido a todos por su rapidez, su agresividad y su
alcance en la presente crisis.
9.- Para ayudar a superar la actual coyuntura económica y social,
considerando la desprotección legal en la que hoy se ve sometida la institución
matrimonial y familiar, es imprescindible emprender y reforzar políticas de
ayuda económica y social. Urge la protección a las familias más necesitadas
ante el desempleo de muchos de sus miembros, mediante ayudas a la natalidad, a
la compatibilidad de la adecuada atención al hogar y el derecho a un trabajo
digno, en especial para la mujer; así como la prosecución de una mejor calidad
del sistema educativo que abarque a todos.
10.- A ello ayudará también, por su significativo peso en nuestra Región,
el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones de nuestros mayores, ya
que están constituyendo, de hecho, un gran soporte para las maltrechas
economías de bastantes familias que acuden a ellos buscando amparo en la crisis
económica.
11.- Como hemos afirmado los Obispos españoles en nuestra pasada Asamblea
Plenaria, "sin la familia, sin la protección del matrimonio y de la
natalidad, no habrá salida duradera de la crisis. Así lo pone de manifiesto el
ejemplo admirable de la solidaridad de tantas familias en la que abuelos, hijos
y nietos se ayudan a salir adelante como solo es posible hacerlo en el seno de
una familia estable y sana" (C Asamblea Plenaria de la CEE. Nov. 2012).
12.- Ante el clima de desánimo en muchos sectores de la sociedad civil, así
como ante los descontentos e inestabilidad social que percibimos en no pocos
colectivos, es necesario propiciar mayores cauces de entendimiento de todos los
grupos y sectores desde el ámbito político, económico, laboral y empresarial.
Debe preocuparnos aunar fuerzas con las que ofrecer soluciones eficaces para
remontar la crisis económica, pues esto es condición para un adecuado clima de
cohesión social, imprescindibles para la convivencia pacífica en libertad.
13.- No queremos dejar de agradecer y animar a las parroquias y comunidades
cristianas de nuestras diócesis, en especial a las Cáritas diocesanas y
parroquiales y a cuantos en ellas trabajan, a proseguir en este gran empeño de
servicio a los más desfavorecidos de la sociedad. Es deber de caridad promover
la justicia y socorrer a los que sufren la pobreza, la marginación y cualquiera
de las carencias que puedan poner en peligro el respeto a su inalienable
dignidad personal.
14.- Queremos expresar también un especial reconocimiento al redoblado
esfuerzo, más allá de los límites de los propios recursos, que están llevando a
cabo otras instancias y asociaciones eclesiales, así como las comunidades de
vida consagrada presentes en nuestra Región. Dios os pague esta gran dedicación
que muestra el rostro samaritano de la Iglesia, y hace manifiesta la caridad
como distintivo de la comunidad cristiana. En el conocimiento de Doctrina
Social de la Iglesia, se encuentra siempre una luz imperecedera para el
necesario compromiso social.
15.- Hacemos extensivas nuestra gratitud y aliento a las organizaciones de
la sociedad civil, de iniciativa privada y pública, que están colaborando en
este mismo empeño de ayuda a los más afectados por la crisis.
16.- La labor de la Iglesia, en la acción social y caritativa, siempre ha
de nacer de nuestra identidad confesante de cristianos y está destinada, como
beneficiarios, a todos los hombres y mujeres sin ninguna distinción. Por ello
necesitamos de modo imprescindible la ayuda del Señor Jesús a quien acudimos
confiados con nuestra oración. A Él, cuya venida esperamos en este tiempo de
Adviento, "podemos dirigirle la palabra -como señala el Papa-, presentarle
los sufrimientos que nos entristecen, la impaciencia y las preguntas que brotan
de nuestro corazón. Estamos seguros de que nos escucha siempre. Y si Jesús está
presente, ya no existe un tiempo sin sentido y vacío. Si él está presente,
podemos seguir esperando incluso cuando los demás ya no pueden asegurarnos
ningún apoyo, incluso cuando el presente está lleno de dificultades"
(Homilía I Vísperas Primer Domingo de Adviento, 2009).
17.- Queremos terminar este comunicado de Adviento, confiando nuestros
anhelos y esperanzas a la Santísima Virgen María, a quien invocamos con el querido
y entrañable nombre de Nuestra Señora de Guadalupe. A Ella, que sabe como nadie
de los sufrimientos y de las esperanzas de los hombres y mujeres de nuestra
Región Extremeña, acudimos pidiendo su protección y le suplicamos que, como
reza la popular oración de la Salve, nos muestre a Jesús, fruto bendito de su
vientre.
Con nuestro afecto y cercanía os aseguramos nuestra plegaria y os
impartimos nuestra bendición.
† Santiago García Aracil
Arzobispo metropolitano de Mérida-Badajoz
Arzobispo metropolitano de Mérida-Badajoz
† Amadeo Rodríguez Magro
Obispo de Plasencia
Obispo de Plasencia
† Francisco Cerro Chaves
Obispo de Coria-Cáceres
Obispo de Coria-Cáceres
No hay comentarios:
Publicar un comentario