"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

miércoles, 21 de diciembre de 2011

DIOS SALE A NUESTRO ENCUENTRO

Pepe Lozano, consiliario diocesano de la HOAC
Domingo Natividad del Señor
- 25 de diciembre de 2011 -

Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino.  Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David,  para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento,  y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. (Lucas  2,1-7)



Al nombrar la Navidad todos pensamos en una fiesta alegre, familiar, de muchas luces y adornos, de mucha propaganda… y otras muchas más cosas que nuestra cultura ha unido o asociado a la Navidad. Si pensamos un poco nos damos cuenta de que hay varias formas de celebrar la Navidad. Es normal, en casi todas las familias, la cena de Nochebuena, el comer y beber distinto de otros días. También es corriente que mucha gente estrene algún vestido y que se hagan regalos. Hay quien aprovecha estos días para viajar y visitar a algún familiar, o simplemente para hacer turismo en un lugar de menos frío. Vemos casi normal que en estos días se gaste mucho, y hasta se derroche. Para algunas personas, Navidad, es una fiesta muy triste, porque recuerdan a seres queridos que ya no tienen, y hasta hay quien llora y cae en depresión. Y unos cuantos asisten a alguna celebración de la Iglesia.

¿Cuál es el sentido cristiano de la Navidad? Los cristianos celebramos que Dios viene a la tierra, que, ese Dios que pensábamos que está en el cielo, alejado de nosotros, se hace nuestro vecino y nuestro compañero, y que no viene para dejar las cosas como están. El Dios que viene a vivir con nosotros, no está de acuerdo en que unas personas tengan de todo y otras estén muriéndose de hambre; no está de acuerdo en que unas personas se hagan cada vez más ricos y otras no tengan trabajo; no quiere de ninguna forma la guerra y la destrucción de la naturaleza. Dios viene para hacer un mundo distinto, sólo depende de que nosotros queramos, porque nos ha dado la libertad y nos la sigue conservando.

Por todo eso, Navidad, es una fiesta de mucha alegría, pero de alegría verdadera; de la alegría que da la justicia y el bien de todos; la alegría que da la paz, una paz fruto de la justicia; no una paz en la que mucha gente tiene que “aguantarse” con el paro, los desalojos, la violencia, el trabajo precario, la explotación, la falta de atención sanitaria, los recortes exagerados….

A pesar de todo la Navidad es una fiesta de alegría, porque, aunque existan tantos problemas y sufrimientos, nos da ánimos, nos llena de fuerza, nos da una gran esperanza en que, este mundo, con nuestro esfuerzo y nuestra lucha puede cambiar y cambiará. El que viene, el que nace, está a favor de los que luchan por un mundo feliz para todos. No tiene sentido que estemos tristes, ni por los problemas que tenemos, ni por la ausencia de los seres queridos, ni por nuestros propios defectos, ni por el poder de los que manejan la sociedad, ni por nada.

Tenemos que comprender a las personas que están tristes, entre otras cosas porque tienen derecho a ponerse como ellas quieran, pero estar triste en Navidad, es tener poca fe en el que nace y viene a caminar con nosotros; y a comprometer todo su poder en hacer un mundo distinto. Con la tristeza no solucionamos nada; lo que ocurre es que nos destruimos a nosotros mismos y contribuimos a que los problemas se apoderen de nuestra vida.

Pero la navidad cristiana tiene otros aspectos interesantes que no debemos olvidar. El Evangelio nos habla de José y María, que eran dos ciudadanos normales y corrientes que tuvieron que salir de su pueblo para inscribirse el censo. No tenían ningún privilegio. María estaba a punto de dar a luz. Buscando y llamando a varias puertas no encontraron a nadie que los recibiera en su casa. Ni siquiera pudieron entrar en la posada. Eran gente pobre. Hoy diríamos “inmigrantes pobres”, estaban lejos de su pueblo. Al final María tuvo que dar a luz en una cuadra y poner a su hijo en un pesebre, entre los animales. No puede haber pobreza más grande. Esto es lo que Dios escogió desde que comenzó a vivir en este mundo.

Esto quiere decir que Navidad es una fiesta de alegría, de familia, de intimidad, de paz… Pero es una fiesta de pobreza, de sencillez, de silencio para contemplar a un Dios que viene a hacerse uno de nosotros y a manifestarnos su amor y su compromiso por hacer más digna nuestra vida. Navidad no es una fiesta de derroche, de competitividad, de demasiado ruido, de prepotencia y orgullo. Está bien que celebremos de forma especial la Navidad, pero sin tirar “la casa por la ventana”. Muchos la pasaron con hambre y con frío. Hace falta reflexión y silencio para comprender lo que ocurre, lo que es,  el nacimiento de Jesús: Se hizo pobre, para enriquecernos a todos con su pobreza; se hizo hombre para que nosotros llegáramos a ser Dios, se hizo el más pequeño, el más humilde de todos, para levantarnos a nosotros de nuestra humillación. Feliz Navidad a todos/as

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