"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

martes, 13 de marzo de 2012

UN DIOS QUE SE DA

Pepe Lozano, consiliario diocesano de la HOAC
Domingo 4º de Cuaresma
- 18 marzo de 2012 -

Parece que lo que esperamos la mayoría de las personas es que nos den, que nos quieran, que nos tengan en cuenta, que se acuerden de nosotros; y es entonces cuando nos sentimos bien. Nuestra actitud suele ser de recibir, de tener y de disfrutar lo más posible. En algunas ocasiones también damos algo, pero siempre esperamos que nos que nos correspondan. Es un dar un poco interesado. Por supuesto que también hay personas que dan sin esperar nada a cambio. Pero la inmensa mayoría, pide, exige, vuelve a pedir y lucha o luchamos para que nos den.

Y otra cosas muy corriente es que, estamos esperando ver cualquier defecto, o cualquier cosa que no nos parece bien, en alguna, o algunas personas, para juzgar, criticar de forma negativa y tomar la postura de sentirnos superiores, “perdonar la vida” a cualquiera que se nos pone por delante. Para algunos, lo que hace tal persona, o tal grupo, siempre está mal; piensan que, de esa persona, o de ese grupo, no puede salir nada bueno. Y también lo contrario, lo que hace tal persona, o tal grupo, siempre está bien. Se suele condenar a personas y a grupos con cierta facilidad. Y se acepta a personas y a grupos, también con mucha facilidad. Este es el comportamiento que solemos tener muchas personas; no comprender, disculpar, o ayudar a que los demás se superen, sino estar casi siempre con el palo en la mano para descargar el golpe.


Y mucha gente tiene esa imagen de la Iglesia. Piensan: La Iglesia es la que pide y la que condena(diciendo esto y aquello es pecado..). Es triste, pero así piensa mucha gente. Y puede ser que, los cristianos y los sacerdotes, hayamos influido con nuestro comportamiento en que la gente piense así.

El Evangelio que acabamos de escuchar, Juan 3,14-21, nos dice dos cosas de cómo es Dios: que Dios es el que da, y más que dar, lo que hace es darse, entregarse; y que Dios es el que salva. No el que condena, sino el que salva. La persona que se pierde, es porque ella lo ha elegido, la voluntad de Dios es salvar a todos, aunque respeta nuestra libertad, no salva a nadie a la fuerza. Ofrece a todos la felicidad y la salvación; el que quiere la acepta, y el que no, la rechaza.

Los cristianos creemos que Dios hizo todas las cosas, y todo el universo, y lo entregó a toda la humanidad. Y, después de darnos todas las cosas, se entregó él mismo a todos nosotros, en la persona de Jesús. La humanidad ha seguido sus caminos, y ha obrado a su manera; y, muchas veces, en contra de la manera de ser de Dios, pero Dios nunca ha abandonado a la especie humana; siempre ha hecho lo posible para que la humanidad saliera adelante. Después de una gran tormenta, siempre ha aparecido en el mundo, algún arco iris.

Y esa forma de actuar que ha tenido Dios, la sigue manteniendo hoy en día, continuamente Dios nos está ofreciendo su amor y su salvación. Dios continúa siendo el que da (el que se da), y el que salva (no el que condena). El Dios que condena no existe, nos destruimos y nos perdemos nosotros mismos. El único que existe es el Dios que la vida y la felicidad. Es posible que, los cristianos, con nuestro comportamiento, hayamos dado una imagen de un Dios que no existe.

Y ahora nos preguntamos: ¿qué es creer en el Dios que da y se entrega; y en el Dios que siempre intenta salvar? Naturalmente no puede ser: estar siempre pidiendo y exigiendo (a no ser lo que lo que necesitamos en justicia para vivir dignamente), sino tener como forma de ser y de vivir el dar y el darse, el entregarlo todo por amor a los demás. Y no estar siempre juzgando y quejándonos de los demás, sino tratando de hacer lo que podamos para que los demás superen sus errores y sus fallos. Y buscar siempre el diálogo y el buen entendimiento; no el conflicto y la confrontación por la fuerza.

¿Qué es la economía y la política, entendidas desde la fe en el Dios que nos revela Jesús? Ni más ni menos que el organizar toda la sociedad y toda la vida del estado, para distribuir lo que hay, a todos los que lo necesitan. La política y la economía son la forma de dar, las cosas y la vida, para bien de todos.  Una política y una economía que beneficia sólo a unos pocos, es una política al margen de Dios, o, más bien, en contra de Dios.

Creer en Dios es darse, entregarse por amor a los demás, y trabajar por la felicidad y la maduración de todos, en todos los sentidos. La Iglesia fundada por Jesús, es la que da, la que se da, y la que se compromete en la felicidad de todos los seres humanos, especialmente de las personas más necesitadas en todos los sentidos. Cuando la Iglesia no obra a sí, ya no es la Iglesia de Jesús.

Nos tenemos que preguntar en qué Dios creemos, si es en el Dios que Jesús nos ha revelado, o en un Dios que nos hemos inventado nosotros y que lo utilizamos para nuestros intereses. La Cuaresma es una buena ocasión para renovar nuestra fe y toda nuestra vida, a partir de la fe.

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