Desde
el convencimiento de que el ser humano
debe ser el centro de la actividad económica y laboral, y de que la economía
debe orientarse a las necesidades de las personas y de sus familias, los
movimientos apostólicos HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) y JOC
(Juventud Obrera Cristiana), así como la comunidad religiosa de los
los Claretianos (parroquia San Francisco de Sales, Elda) mostramos
nuestro apoyo a la huelga general convocada por las organizaciones sindicales.
La
reforma laboral que provoca esta convocatoria de huelga, como otras reformas
anteriores, va en la dirección de concebir a la persona como un sujeto
secundario, que se verá beneficiado de una hipotética mejora de la economía
de las empresas y del mercado. Sin embargo, la historia viene demostrando que,
las distintas reformas laborales realizadas y el crecimiento económico anterior
a la crisis, aumentaron la precariedad y el empobrecimiento de las familias
trabajadoras. En estas fechas hemos tenido conocimiento a través de distintos
medios de comunicación que en la provincia de Alicante hay 40.000 personas que
se encuentran en situación de extrema pobreza y 360.000 son los que viven en el
umbral de pobreza relativa.
Benedicto XVI en Caritas in veritate nos
dice: "Quisiera recordar a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan
en dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo, que el primer capital que se ha de salvaguardar
y valorar es el hombre, la persona en su integridad: «Pues el hombre es
el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social»."
Creemos
que la huelga general es una oportunidad para reivindicar una concepción del
trabajo humano como principio de vida, como elemento humanizador que procure
la satisfacción de las necesidades materiales, culturales y espirituales de la
persona. Una oportunidad también, para que las personas trabajadoras busquemos
alternativas a un sistema capitalista que ha impuesto una cultura de la
producción y el consumo que nos mantiene permanentemente insatisfechas. Juan
XXIII señalaba que "si el funcionamiento y las estructuras
económicas de un sistema productivo pone en peligro la dignidad humana del
trabajador o debilitan su sentido de responsabilidad, hay que afirmar que este
orden económico es injusto" (MM 83).
Los
retos actuales que atraviesa la economía requieren medidas políticas
concertadas que subordinen la economía financiera a la economía productiva. La
democracia es tal cuando hace justicia y toma partido por el ser humano. Es
preciso, como ha pedido insistentemente Benedicto XVI y el Pontificio Consejo
"Justicia y Paz", una reforma del sistema financiero internacional.
Esta reforma supondría avanzar en justicia social y comunión de bienes,
redistribuyendo efectivamente la riqueza existente; controlar la economía
especulativa y frenar el desmedido afán de lucro, en lugar de eliminar
derechos. Este es el camino que puede generar riqueza orientada a la creación
de empleo decente y con derechos y a disminuir la pobreza.
No
queremos dejar de mencionar que la
situación actual exige, a todas las organizaciones obreras, redoblar esfuerzos
para dar respuesta a las situaciones que viven los trabajadores y trabajadoras.
Esta situación está demandando en primer lugar avanzar en unidad sindical, que tenga como objetivo primordial la defensa de un trabajo decente y la lucha por
unas condiciones de vida dignas, especialmente para los sectores más
empobrecidos de la sociedad.
Orihuela-Alicante, 26 de marzo de 2012
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