"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

miércoles, 23 de abril de 2014

PREOCUPACIONES ANTE LA LEY DE RACIONALIZACIÓN Y SOSTENIBILIDAD DE LA ADMINISTRACIÓN LOCAL

(NODI) El pasado mes de diciembre se aprobó en el Congreso de los Diputados la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, como reforma de la Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera. Esta nueva ley entró en vigor el 31 de diciembre de 2013. Con el nuevo texto se persiguen varios objetivos básicos: clarificar las competencias municipales para evitar duplicidades con las competencias de otras Administraciones de forma que se haga efectivo el principio «una Administración una competencia», racionalizar la estructura organizativa de la Administración local de acuerdo con los principios de eficiencia, estabilidad y sostenibilidad financiera, garantizar un control financiero y presupuestario más riguroso y favorecer la iniciativa económica privada evitando intervenciones administrativas desproporcionadas. Esta reforma del ámbito local no se hace en un momento cualquiera sino en un contexto de fuerte necesidad social en el que no sólo se necesita ser racional y sostenible con las Administraciones Públicas sino ser «racional y sostenible» con los ciudadanos, especialmente con los más vulnerables, para evitar los efectos permanentes de esta crisis; para evitar que lo que parecía una situación coyuntural se convierta en un cambio de modelo estructural. Desde Cáritas, reconocemos que era necesaria una reforma que evitara duplicidades innecesarias y saneara la economía de los municipios, pero nos preocupa el cambio de modelo en el que el municipio, la entidad más cercana, pierde autonomía y se concentra en entidades más grandes y por tanto más lejanas al ciudadano. En su momento, Cáritas transmitió a los diferentes grupos parlamentarios su preocupación por el cambio de modelo que plantea el texto, ante el riesgo que supone de alejamiento de los municipios a los ciudadanos, sobre todo en las zonas rurales, lo que resultaría especialmente grave en lo que respecta al acceso a los servicios sociales por parte de las personas en situación de mayor vulnerabilidad.
Los aspectos que más nos preocupan, por los efectos a medio y largo plazo que pueden tener sobre el modelo de servicios sociales, son los siguientes:
a) La Ley fija la transferencia de la competencia en materia de servicios sociales a las Comunidades Autónomas en el plazo de dos años, incluyendo en coste de los mismos.
Las Comunidades Autónomas podrán, si así lo deciden, introducir «medidas» por racionalización del servicio. El término racionalización del servicio, recogido en el apartado primero de la Ley, es un término jurídico indeterminado que puede conllevar, quizás no la supresión de un servicio o una prestación, pero si la imposición de una condición previa de acceso, o el traslado territorial o cierre de un servicio… sin que exista un fundamento claro del porqué de esa medida tan drástica.
Nos preocupa que buscando un objetivo acertado, como es el de pagar por los servicios prestados por los ayuntamientos bien por haberlos delegado, bien por no haberlo hecho (recibiendo en ese caso los fondos a cuenta de la CCAA) se pueda producir una reducción no justificada de los recursos materiales y personales (pueden perderse 70.000 empleos en dos años).

b) Modificación de las competencias de los municipios en materia de servicios sociales.
No hay claridad en el reparto de competencias, lo que puede suponer un retraso aún mayor en las   prestaciones a los ciudadanos y otros aspectos. Según el texto, son los municipios con población superior a 20.000 habitantes los que deberán prestar: protección civil, evaluación e información de situaciones de necesidad social y la atención inmediata a personas en situación o riesgo de exclusión social, prevención y extinción de incendios e instalaciones deportivas de uso público. Aquí se está poniendo en peligro el principio de Igualdad ya que al alejar de los municipios las prestaciones sociales básicas, la promoción y la reinserción social, se quiebra un principio básico de la intervención social: la cercanía.
c) Empadronamiento:
Se introduce la posibilidad de exigir visados a extranjeros no comunitarios para acceder al empadronamiento.
Consideramos que esta medida desvirtúa la naturaleza del empadronamiento y condena todavía más a la invisibilidad a un sector de la población que vive entre nosotros.
De manera concreta, Cáritas propone que se permita desarrollar una organización técnica y competencial que ponga en el centro de sus objetivos a las personas en situación social más precaria, a través de dos niveles de atención (primario y secundario) y con un criterio de proximidad de los servicios a la vivienda habitual de los ciudadanos.
Por otro lado, Cáritas plantea la necesidad de que el Estado garantice unos derechos mínimos, determine quién es la población titular de los mismos y qué tipo de atención queda garantizada.
A largo plazo los daños personales y familiares, tanto en términos económicos como sociales, serán mayores, ya que los ciudadanos no tendrán acceso directo y cercano a los servicios sociales.
Maite Sánchez Grisalvo
Trabajadora Social, Animadora Caritas Vicaría IV
NODI. Noticias Diocesanas (del 20 de abril al 3 de mayo de 2014)

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