"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

jueves, 1 de octubre de 2015

TRABAJO DIGNO PARA UNA SOCIEDAD DECENTE

El 7 de octubre se celebra la Jornada Mundial por el Trabajo Decente. Desde el año 1999, la Organización Internacional del Trabajo está impulsando este objetivo de lograr un trabajo decente como elemento fundamental para combatir el empobrecimiento y caminar hacia una sociedad de gente más justa y humana.

Ya en el año 2000 el Papa Juan Pablo II expresó el apoyo al objetivo planteado por la OTI  y la necesidad de la implicación de todos, también de las comunidades cristianas, en la lucha por el trabajo decente: “todos debemos colaborar para qué sistema económico en el que vivimos no altere el orden fundamental de la prioridad del trabajo sobre el capital, del bien común sobre el privado, (…)Es muy necesario constituir en el mundo una coalición en favor del trabajo digno” ( Discurso al Mundo del Trabajo 1º de mayo 2007). Pues el trabajo es medio imprescindible de realización personal de la propia vocación y reconocimiento de la sagrada dignidad de las personas. Mediante el trabajo construimos la vida social y política y contribuimos al Plan de Dios para la humanidad. Si falta el trabajo, la dignidad humana está herida.

En los últimos años ha empeorado la situación de muchos trabajadores en todo el mundo, por la extensión del paro y de la precariedad laboral, por la negación práctica cada vez más evidente de los derechos de las personas en el trabajo. Se ha extendido el empobrecimiento y la vulnerabilidad de muchos trabajadores y trabajadoras, de muchas familias trabajadoras. La causa la denunciaba  el Papa Francisco con toda claridad: “ la sociedad no es justa sino ofrece a todos un trabajo o explota a los trabajadores(…)No pagar lo justo, no dar trabajo,  porque sólo se ven los balances, sólo ve  cuánto provecho puedo sacar…¡Esto va contra Dios¡ (Homilía con motivo del Primero de Mayo 2013). “No hay peor pobreza material que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo”. “El desempleo juvenil, la informalidad y la falta de derechos laborales no son inevitables, son resultado de una previa opción social, de un sistema económico que pone los beneficios por encima de la persona”.

Por eso es hoy tan importante la lucha por el trabajo decente “como aspiración de las familias en todos los países del mundo”. “Un trabajo que en cualquier sociedad sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido que asocia efectivamente a los trabajadores hombres y mujeres al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados evitando toda discriminación; un trabajo que permite satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que deja espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación” (Benedicto XVI Caritas in veritate 63)

Lo que está en juego es la misma dignidad del ser humano,  la construcción de nuestra humanidad y de una sociedad  a la medida del ser humano y,  muy particularmente, la vida de los empobrecidos. La lucha por el trabajo decente es hoy un reto fundamental para nuestra sociedad y para nuestra Iglesia. “El desafío para la Iglesia es muy importante, pues se trata de la causa de la dignidad de la persona en el trabajo: la Iglesia está vivamente comprometida en esta causa, porque la considera como su misión, su servicio, como verificación de su fidelidad a Cristo, para poder ser verdaderamente  la “Iglesia de los pobres”. Y los pobres(…) aparecen en muchos casos como resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano” (Laborem exercens,8).

Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera
Diócesis de Orihuela-Alicante

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