La crisis de 2008 no ha sido una crisis inevitable, sino provocada y previsible. Los operadores financieros la intuían, pero nadie decía ni mu. No se ha tratado de una crisis de ineficiencia o de falta de profesionalidad y competencia de los operadores financieros. Fundamentalmente, ha sido una crisis de arrogancia (Samuelson), de decencia (Abadía) o, yendo más al fondo, «ética y cultural» (Benedicto XVI).
*Instituto Superior de Pastoral de Madrid (UPSA)
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