Esta convocatoria de elecciones nos llega cuando la imagen de los partidos políticos y los políticos está en su nivel más bajo, fuente inagotable de corrupción, de incumplimiento de promesas electorales… Por otra parte, en la decisión electoral de la ciudadanía se ha instaurado un proceder perverso: los corruptos vuelven a ser elegidos abrumadoramente, como si recibieran un premio por su corrupción.
En este contexto nos llaman a votar, y nuestra posición es que, hoy más que nunca, hay que participar y votar.
La historia se referirá a este momento histórico como la era del triunfo del mercado. Primero se eliminó todo control sobre la actividad económica, lo que ha provocado la actual crisis. Después han uniformado el quehacer político de los Gobiernos, haciendo desaparecer las diferencias entre los distintos proyectos políticos. El resultado ha sido la entrega al mercado de los sindicatos y de la clase obrera convenientemente atada y amordazada; los recortes sociales, la privatización de los servicios básicos y la disminución progresiva del Estado del Bienestar.
Y ahora se pretende romper definitivamente la confianza entre la ciudadanía, la política y los políticos, lograr la desafección total entre la ciudadanía y la política.
El resultado es que todo queda sometido al mercado: la economía, la política, la persona. En aras de una eficiencia económica que, se olvidan de señalar, es sólo para unos pocos; que condena al hambre a miles de millones de personas; que ha destrozado el planeta. Eso supone una nueva concepción del mundo y del ser humano, profundamente materialista, amoral, economicista, perversa y antihumana.
Ante esta situación, como militantes cristianos, como personas comprometidas en la construcción de un mundo más justo, más acorde con el deseo de Dios para la humanidad, respondemos a la pregunta ¿Elecciones, para qué? Para reaccionar como seres humanos, para oponernos a la destrucción de la naturaleza humana; para recuperar el sentido de la honradez, la moral y la ética; para construir un mundo en que las personas podamos ser felices. La política, otra política, es el principal instrumento que tenemos para liberar a la economía, a la política y a la persona de la tiranía del mercado.
HOAC Segorbe-Castellon
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