"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

domingo, 17 de abril de 2011

LECTURA CREYENTE DEL MUNDO DEL TRAB AJO

HOAC Centro de Elda
1.- CONSTATANDO LA REALIDAD

Como cada año, en breves fechas,  vamos a celebrar en Elda nuestras fiestas patronales. Todos los ciudadanos eldenses, tanto los que son oriundos, como los que hemos venido de otras regiones de España sentimos una gran devoción por nuestros Santos Patronos: El Cristo del Buen Suceso y la Virgen de la Salud.  A ellos nos dirigimos siempre para pedirles que orienten e iluminen nuestras vidas. Elda ha sido siempre  una ciudad emprendedora, abierta y acogedora, que ha sabido integrar a todos sus ciudadanos en sus costumbres, sus tradiciones y sus fiestas.
Desde la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC.) aprovechamos esta oportunidad  para hacer una reflexión cristiana sobre la situación actual del mundo del trabajo.  Es una aportación que quiere ayudar a la reflexión de toda la comunidad cristiana.

Conviene situar la celebración de estas fiestas, previamente,  en el contexto social y laboral que estamos viviendo en estos momentos. De todos es conocido, que nos encontramos inmersos en una crisis económica a escala mundial. Por ello, queremos partir de nuestra  realidad y no partir  de una visión teórica.   Algunos datos significativos pueden servirnos a modo de radiografía:

· Actualmente hay en España 4.300.000 parados/as. (30/3/11)
· En Elda existen unas 8.000 personas paradas.  32.000 parados/as. en la comarca. (30/3/11)
· El número de hogares que tienen a  todos sus activos en paro se sitúa en 1.328.000, en el 4º trimestre de 2.010
· Existe en nuestro país una realidad importante de economía sumergida.
· El sector del calzado, que ha sido clave en la creación de empleo está en declive por diversas circunstancias.
· La burbuja inmobiliaria, el sector de la construcción ha sufrido un parón, que ha significado el cierre de numerosas empresas auxiliares y autónomos
· Tenemos unos niveles de precariedad y flexibilidad laboral alarmantes.
· El paro juvenil alcanza actualmente y los jóvenes no encuentran salida actualmente en nuestra ciudad y son muchos los que tienen que buscarse trabajo fuera de Elda.
· La reforma de las pensiones va a dificultar, mucho más, que se llegue a la jubilación con una pensión digna.
· Un aumento significativo de personas que acuden a Caritas y que nunca pensaron que tenían que llegar a ello (de esto pueden dar fe los voluntarios de Caritas). Del trabajo digno a la exclusión social hay solo un paso.
· Desahucios por impago de hipoteca, etc.
No tratamos de ser negativos con los datos que ofrecemos, ni queremos aguar las fiestas. Se trata de una crisis económica mundial, pero que en España se está cebando de forma espectacular. Elda no se libra de esa situación. No se trata ahora de profundizar en las causas que provocaron esta crisis, de ello se ha escrito mucho. Se trataría de poner el acento en las personas que la padecen. La situación podría ser peor, sino fuera porque la familia, en esos momentos, hace de colchón y ayuda.  Abuelos que tienen que echar una mano, jóvenes que tienen que volver a casa de  los padres, etc.
Para los cristianos, esta situación es un verdadero drama. Es una lacra social la que estamos padeciendo. Detrás de esos datos hay rostros humanos, personas y familias que sufren esa situación. Es algo que marca dolorosamente sus vidas y la de sus familias; su presente y su futuro. A veces, incluso, estas situaciones se viven en soledad y con sentimiento de culpabilidad y fracaso por quienes la padecen. No hay más que hablar con alguna persona o familia que esté parada para darse cuenta de la angustia, la inestabilidad, la tristeza con que viven esta situación. Jóvenes sin posibilidad de independizarse, proyectos que se fustran.

2.- OTRA MANERA DE ENJUICIAR LA REALIDAD: EL PROYECTO DE DIOS

Lo descrito anteriormente nos lleva a afirmar la importancia que el trabajo tiene para la vida de las personas. El Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia nos aportan un proyecto de humanización, de ser y vivir desde Jesucristo, y otra manera de comprender y construir las relaciones sociales: la economía, el trabajo, la política, la cultura… que ponen a la persona en el centro de la realidad y, especialmente, a los empobrecidos.  Las personas creyentes estamos llamadas a vivir desde ahí y a poner en diálogo con otras personas, creyentes o no, esta nueva normalidad, para que fecunden proyectos que transformen la realidad desde los empobrecidos, desde las víctimas.

La Iglesia, a través de la Doctrina Social describe el trabajo humano no solo como un medio de subsistencia para la persona y su familia, sino como la forma que tiene el ser humano de  realización personal y social. “Mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en cierto sentido “se hace más Hombre” (L.E. 6)

Lo que sucede es que el sistema social en el que estamos inmersos es un sistema basado en la producción y el consumo.  Desde esa óptica, la persona es contemplada solo como una pieza más, como un coste más del engranaje de la cadena productiva. Es decir, como mera mercancía.

El dicho popular dice que: “vivimos para trabajar no trabajamos para vivir”. Hemos puesto en el centro de nuestra vida el trabajo. ¿Dónde queda la realización y la potenciación de las otras facetas del ser humano: ocio, formación, participación social y política, desarrollo de la espiritualidad…?

Tenemos que hacer referencia, también a la economía financiera. Es decir, a un conjunto de productos especulativos que le permiten obtener beneficios al margen de la economía productiva. Mientras que ésta mueve el 15% de los recursos económicos, la economía financiera supone el 85%. Es decir, se ha convertido en autónoma y hegemónica y ha roto su razón de ser al servicio de la producción y el consumo de empresarios y trabajadores.

¡Qué mundo hemos creado que se nos vende la felicidad a través del consumo, poseer cosas, tener!  El consumo responsable es necesario, pero se nos dice que para que la economía crezca es necesario consumir más. Es decir, que ejerzamos el consumismo. Y el consumismo, para la fe de la Iglesia, es una forma de hedonismo: satisfacer todos mis caprichos.
Hasta tal punto esa afirmación ha calado entre nosotros que hemos hecho “cultura” de la misma. Se nos impone un pragmatismo, una llamada a ser razonables, a pensar que las cosas son así y no se pueden modificar, nos hace interiorizar que esta realidad que vivimos es la manera natural y normal del ser de las cosas.

La fuerza liberadora que es el Evangelio, nos presenta en Jesucristo otra manera de enfrentarse a la realidad. Eso es lo que hizo Jesús: poner del revés la forma de sentir, de pensar y de actuar dominante en la sociedad judía de su época, porque esa “normalidad” oprimía y asfixiaba a las personas, sobre todo a los pobres; y así mostró lo que es poner del derecho la realidad para que podamos vivir como hijos e hijas de Dios.

Desde la fe, es necesario, por tanto, evangelizar la cultura. Hemos de hacer visibles otras formas de convivencia, de cooperación, de fraternidad. Es urgente difundir, además, una nueva lógica y comprensión de la realidad y de las causas que la provocan.  Por este motivo es clave promover espacios de pensamiento, de opinión, de convivencia, de acción, que generes unos nuevos valores y que se compartan y propaguen en nuestros ambientes.Hemos de desarrollar la caridad política. Unir amor y justicia. Unir lucha contra las consecuencias de la crisis y del cambio social y contra las causas que generan tanto sufrimiento.

3.- LLAMADAS E INTERPELACIONES DE ESTA REFLEXION

No intentamos, con esta reflexión dar lecciones a nadie. La situación es difícil, siendo sinceros y realistas va para largo, tardaremos años en salir de ella y por ello es necesario tener mucha dosis de imaginación y de solidaridad.
La Iglesia no tiene una respuesta técnica a este problema. Corresponde a los poderes públicos y organizaciones sociales crear las condiciones para mejorar la situación. No obstante, esta realidad,  para los creyentes debe suponer un conjunto de “llamadas” que nos interpele y nos hagan vivir con coherencia nuestro seguimiento de Jesús de Nazareth.

· La comunidad cristiana debe poner en la mesa del Altar los problemas que vive el  Mundo del Trabajo. Si en la Eucaristía celebramos la antesala de ese mundo nuevo que queremos conseguir, partiendo de la solidaridad universal entre todos los hombres, en este momento tenemos a unos hermanos que sufren.
· Debemos tomar conciencia al interior de nuestras comunidades de esta situación. Debemos crear espacios y dinámicas de análisis de lo que está pasando con el aumento del paro: causas, consecuencias, alternativas… No podemos negar la reflexión, justificando que esas son cuestiones sindicales o sociales y corresponde a otros hacerlo.
· No debemos caer en una actitud paternalista ante estas cuestiones. Tratemos a las personas con dignidad y apoyemos todas las iniciativas, por pequeñas que sean, que se vayan dando en la sociedad: cooperativismo, empresas de inserción, programas de empleo, plataformas unitarias, etc.
· La Empresa no es solamente un medio para generar beneficios. Tiene una función social imprescindible de sustituir. A través de ella, la persona se realiza y se desarrolla socialmente. Animemos a que haya personas emprendedoras que tengan esta perspectiva en la creación de Empresas.
· Avancemos para poner a la persona en el centro de toda actividad humana. Tomemos conciencia de que no puede ser moneda de cambio. No debemos consentir que sea una pieza más del proceso productivo, como un coste más añadido. Tengamos en cuenta a la persona y sus necesidades.
· Que esta crisis sea una oportunidad para vivir de otra manera. Cultivemos valores “alternativos” a los que nos propone el sistema: la austeridad, la honradez, la cultura del ser, el gusto por lo comunitario y la cooperación, la no idolatrización del dinero, el cultivo de lo gratuito y lo sencillo, el ahorro, el valor de lo pequeño, la apertura a lo universal… 
· Apoyemos iniciativas sociales que intenten ser solidarias: trabajar menos para trabajar todos, renuncia a las horas extras…
· Ejerzamos lo que los cristianos llamamos “la caridad política”. Es decir, salgamos al espacio público, participemos de las instituciones sociales, intentando estructurar y organizar la sociedad según la dignidad de la persona, atendiendo primero las necesidades de los empobrecidos. Unamos amor y justicia en la vida social y en la acción política. Porque el amor cristiano al prójimo y la justicia no se pueden separar.
· Aprovechemos todas las oportunidades que tengamos para pedir a los poderes públicos que fomenten políticas que favorezcan la creación de empleo. Exijamos a todas las administraciones, cada una a su nivel,  que la prioridad de los próximos años sea la creación de empleo y la atención a los más desfavorecidos.
· Pidámosle a la Virgen de la Salud y al Cristo del Buen Suceso que nos ilumine, que nos de fuerzas para luchar por el bien común, que de esperanza a aquellos que no ven salida a esta situación.

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