"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

miércoles, 24 de agosto de 2011

ME HACES TROPEZAR

Pepe Lozano, consiliario diocesano de la HOAC

Domingo 22 de tiempo ordinario
-28 de agosto de 2011-

Muchos padres han decidido que sus hijos no pasen lo que ellos pasaron, que no sufran como sufrieron ellos, que vivan bien y  que tengan lo que tiene todo el mundo. Normalmente los padres quieren lo mejor para sus hijos. Y casi siempre piensan que lo mejor es que, a ser posible, “no les falte de nada”. “Si tenemos, ¿por qué no les vamos a dar?”

Ahora nos damos cuenta de que, cuando los hijos tienen de todo, no valoran lo que tienen; Cuando los jóvenes no han pasado por circunstancias difíciles y no ha tenido la ocasión de sacrificarse, no se han enterado de la vida, y no se han hecho personas responsables. “La vida fácil” y nada más, no educa, no hace que las personas maduren como personas.

Hoy, en el Evangelio que hemos escuchado, Mateo 16,2-27, Jesús dice a sus discípulos, que va a Jerusalén a padecer y a entregar su vida. Y los discípulos no lo entienden. Incluso Pedro se lo lleva aparte y le dice: Señor, eso no puede pasarte. Jesús reacciona con todas sus fuerzas y le responde a Pedro: Quítate de mi vista, Satanás, que me hacer tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios. Los hombres piensan que hemos de mantener la vida a costa de todo y vivir lo mejor posible. Dios piensa que hemos de entregar nuestra vida por amor a los demás. Los hombres, por encima de todo, queremos vivir. Dios nos dice que, por encima de todo, hemos de amar.


A continuación Jesús dice al grupo de los que estaban presentes: El que quiera seguirme que se niegue  a sí mismo/a, que cargue con su cruz y me siga. Eso de “negarse a sí mismo”, hoy en día, causa rechazo a la mayoría de gente que oye esta palabra. Normalmente decimos que una persona no tiene que renunciar a sus gustos, que tiene que hacer lo que le agrade, lo que le convenga y lo que le resulte más cómodo. Nada de “reprimirse” o de renunciar a “los gustos personales”, porque tenemos derecho a disfrutar, a conseguir y a tener lo que podamos. Sin embargo nos parece muy mal que un político no se niegue en su afán de poder, o en su interés por el dinero. Pensamos que una persona que ocupa un cargo importante debe negar sus caprichos, sus intereses y su comodidad por el bien del pueblo. Estamos convencidos de que un profesor/a, ha de negar su inclinación a la rutina y a la buena vida y sacrificarse por el bien de los alumnos. Y así podríamos decir de los médicos, los funcionarios, los empresarios y también los padres de familia. Y también se han de negar los pobres. A veces los parados se acomodan a su situación, se conforman con el subsidio de paro, o con el pequeño trabajo clandestino y no se unen para exigir el puesto de trabajo que en justicia les corresponde.

Está claro que, si queremos ser personas y vivir como personas, no lo conseguiremos dejándonos llevar por nuestros caprichos, o por nuestras inclinaciones fáciles. Si queremos educar a un niño, haremos lo posible para que se niegue a muchas cosas y encauce su vida de la forma más razonable posible. Como nos dice Jesús, tenemos que negarnos a muchas cosas. Si queremos seguirle y vivir en este mundo la experiencia de su Reino, hemos de renunciar a muchas cosas. Así como un árbol si no se poda no da frutos, así también si no cortamos, en nosotros muchas cosas innecesarias, no podremos hacer nada que valga la pena.

Tal y como está hoy el mundo, la solución de los problemas requiere un sacrificio y una renuncia muy grande por parte de todos.

Naturalmente, los que más han de negarse y renunciar, no son los parados, los pobres que no tienen para comer, o los inmigrantes que vienen de otros países y no tienen donde caerse muertos. 

Los que más han que negarse a sí mismos y renunciar son los que tienen de todo, los que les sobra de todo, los cobran sueldos escandalosos y las empresas que están ganando miles de millones y todavía les parece poco.

No es ningún disparate lo que dice Jesús de negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguirle. Parece ser que es la única solución de los problemas que tiene hoy la humanidad. Si queremos ser honrados en muchas circunstancias que la vida nos presenta tendremos que renunciar a muchas cosas.

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