"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

miércoles, 19 de octubre de 2011

COMPROMETIDOS EN EL BIEN COMUN

Pepe Lozano, consiliario diocesano de la HOAC
Domingo 30  de tiempo ordinario
- 23 de octubre de 2011 -
Hoy es el Domingo Mundial de la Propagación de la Fe. Hoy es el día de las Misiones.  Hoy, todos los cristianos, nos damos cuenta de que ser cristiano es ser misionero. Si no somos misioneros, no somos cristianos. Lo último que Jesús dijo a sus discípulos fue: “Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio a todas las naciones”.
Ser misionero no es sólo ir a otras naciones a predicar la fe cristiana. Aunque hace mucha falta que vayan muchos cristianos de aquí a otras naciones, para ayudar y colaborar en todo lo que haga falta que es mucho. Cada cristiano/a, si es cristiano de verdad, manifiesta su fe a los demás a través de su vida, trabajando por el bien de los demás, sobre todo de aquellos que necesitan más ayuda, trabajando por hacer un mundo distinto del que tenemos ahora, comprometiéndose por la justicia y por el desarrollo de aquellos valores que el mundo necesita para vivir en paz. Los cristianos somos misioneros a través de nuestro ejemplo, y de todo lo que hacemos en nuestra vida. Pero tampoco tenemos vergüenza de decir claramente que somos cristianos y de hablar de Jesucristo a los demás, con el respeto más grande a todas las personas, en el momento oportuno, y sin afán de proselitismos. Primero dando ejemplo y después si hace falta y si se presenta la ocasión, daremos testimonio de nuestra fe, también de palabra, porque estamos convencidos de que ser cristiano (si se es cristiano de verdad) es un camino para encontrar la felicidad, no sólo cada uno en particular sino para toda la humanidad.

Los cristianos estamos convencidos que, viviendo de verdad nuestra fe, se puede acabar el paro, el hambre en el mundo, las guerras, la droga y todas los problemas que tiene hoy la humanidad.
Cuando un cristiano vive su fe con autenticidad y compromete toda su vida en vivir la fe, encuentra la felicidad, y de tal manera que, se da cuenta,  que eso que ha encontrado es demasiado grande como para quedárselo él o ella solo/a, y descubre la importancia de comunicarlo y compartirlo a los demás.
Creer en Jesucristo llena talmente la vida de una persona, da sentido a la vida de cualquier ser humano, cuando esa fe no se queda en una teoría, o sólo para dentro de la Iglesia. La fe cristiana llena a la persona de esperanza, y sobre todo saca de la persona el amor más grande. La fe cristiana, si es verdadera fe cristiana, convierte a la persona en un elemento renovador de su familia, de su trabajo y de toda la sociedad.
Por eso, al ser la fe cristiana algo de un valor tan grande, cuando descubrimos su alcance, no podemos quedarnos parados, sin compartirla con todas aquellas personas que vamos tratando en nuestra vida. No queremos transmitirles oraciones, procesiones, novenas, peregrinaciones y otras muchas cosas que están relacionadas con la fe cristiana, pero que no son lo más importante, ni lo fundamental de nuestra fe. Lo que queremos transmitir es justicia, humanidad, amor, esperanza, trabajo por el bien común, trabajo por solucionar los problemas, dejando a un lado nuestros propios intereses. Pero todas estas palabras anteriores tan bonitas, convertidas en obras y en realidades. Queremos cristianos y parroquias comprometidas por el bien común, no sólo desde Cáritas, y desde las visitas a los enfermos, y desde la Campaña contra el Hambre. Todo eso está muy bien. Pero, además, hace falta, el cambio de la Iglesia y de la organización de la sociedad, a nivel económico, político y cultural. Y todo esto en colaboración con los que no son cristianos o no creen en Dios. El Evangelio de hoy nos dice que hemos de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Entre las muchas cosas que  podemos aportar a la sociedad y a todo el mundo, una de las más importantes es nuestra fe en Jesucristo. Creo que viviendo nuestra ve y ofreciéndosela a los demás, con el respeto más grande y a través de ejemplo, estamos demostrando nuestro amor a Dios y nuestro amor a las personas. Posiblemente nuestra fe en Jesucristo, junto con nuestro compromiso por transformar nuestro mundo, es el regalo más grande que podemos hacer al mundo en que vivimos. También es importante que tengamos hoy en cuenta nuestra colaboración económica. Los que están en misiones, no sólo hacen Iglesias, sino también hospitales, escuelas, comedores populares, sistemas de conducción de aguas y otros muchos servicios, para pueblos que están subdesarrollados. Veamos cada uno lo que podemos dar para el Domund. Lo que damos si que llega de verdad. Os lo puedo decir por experiencia.

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