Delegación
de Acción Social y Caritativa
Diócesis
de Orihuela-Alicante
Somos corresponsables
y no sólo observadores de lo que acontece. Los
católicos entendemos el mundo como el lugar salido de las manos de Dios y donde
somos enviados por Él a construir con otros la ciudad del hombre.
Lo dice
bellamente un himno de la Liturgia de las Horas:
Nos
señalaste un trozo de la viña
y nos dijiste: «Venid y trabajad».
Nos
mostraste una mesa vacíay nos dijiste: «Llenadla de pan».
Nos presentaste un campo de batalla
y nos dijiste: «Construid la paz».
Nos sacaste al desierto con el alba
y nos dijiste: «Levantad la ciudad».
Pusiste una herramienta en nuestras manos
y nos dijiste: «Es tiempo de crear».
Por eso, una de las
cosas que más sorprenden en la actual situación de crisis social, cultural, económica
y laboral de nuestra provincia de Alicante (más de 210.000 desempleados) es la práctica
ausencia de reacción y participación; como si no estuviera pasando nada.
«Predomina la resignación, el desánimo y una supuesta aceptación de la
imposibilidad de cambiar las cosas y, por tanto, la búsqueda de soluciones individualistas
del tipo ‘sálvese quien pueda.’» (Benjamín Bastida, Crisis, ¿un final por escribir?, Cristianisme i Justícia nº 173, pág.
19).
En ese ambiente de
apatía y pasividad, ha llamado mucho la atención el nacimiento y las primeras
acciones (manifestaciones, concentraciones …) del autodenominado movimiento «Democracia
Real Ya» o movimiento «15 de Mayo». Su existencia pone de manifiesto que hay
muchos motivos objetivos para la indignación y la movilización; pero al día de
hoy se desconoce si esta «plataforma horizontal, asamblearia y abierta» tiene
vocación de continuidad y si encontrará cauces adecuados para articular sus
propuestas.
Tenemos la impresión
de que la «participación» es un valor democrático y cristiano insuficientemente
cultivado. «De acuerdo con el principio de subsidiariedad, ella (la
Iglesia) desea y trata de promover una más rica
y diversificada participación de las personas y de los cuerpos intermedios en
las decisiones que a todos afectan» (Conferencia Episcopal
Española, Moral y Sociedad Democrática, MSD, 40, 14 febrero 1996).
Cuando hablamos de ‘participación
ciudadana’ nos referimos básicamente a la implicación e integración de las personas
y de los cuerpos intermedios en la adopción de decisiones que afectan al
conjunto de la sociedad. El objetivo que persigue la participación de los ciudadanos en los
asuntos públicos es ampliar la democracia, avanzando en lo que se conoce como ‘democracia
participativa’. La participación ciudadana es un buen termómetro de la
temperatura democrática de una sociedad. La participación persigue que los ciudadanos
sean cada vez más sujetos sociales, con más capacidad de intervención y
transformación de su realidad (cf. Participación ciudadana, Tomás Alberich
Nistal, en Diccionario Crítico de Ciencias Sociales, Madrid, 2002).
«(La
participación) se expresa, esencialmente, en una serie de actividades mediante
las cuales el ciudadano, como individuo o asociado a otros, directamente o por
medio de los propios representantes, contribuye a la vida cultural, económica,
política y social de la comunidad civil a la que
pertenece. La participación es un deber que todos han de cumplir
conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común» (Compendio Doctrina Social de la Iglesia,
189).
De
la introducción al documento PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN ALICANTE
Bájatelo
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