Pepe Lozano, consiliario diocesano de la HOAC
Domingo 1º de Adviento
- 27 de noviembre de 20011 -
Hoy vemos a muchas personas pendientes de encontrar un puesto de
trabajo. Buscan por aquí y por allá, presentan su currículum en varias
empresas, preguntan por todas partes, leen la prensa para ver si hay algún
anuncio de trabajo, están a la escucha de cualquier noticia o cualquier oferta
que se pueda presentar. Y muchos que tienen trabajo están alerta, porque no
saben lo que va a ocurrir cuando pase un poco de tiempo, no está seguros/as de
que, el puesto de trabajo que tienen, lo puedan conservar. Y si alguien aprueba
una oposición, o encuentra un trabajo, parece como si pudiera respirar, Es que
es muy difícil que sin una ocupación y sin un sueldo, una persona pueda pensar
en casarse, o en tener una mínima seguridad en la vida. Podríamos hablar de
otras muchas cosas que la gente espera. Todo el mundo espera el fin de la
crisis, por ejemplo. La vida está llena de expectativas, o de esperanzas.
Todos/as estamos esperando algo. Y decimos que “hay que espabilarse”.
¿Y los cristianos? ¿Qué esperamos los cristianos? ¿De qué estamos
pendientes? Los cristianos esperamos la venida del Señor, o mejor que su
venida, su manifestación, porque él ha prometido manifestarse en este mundo.
Vino, o se manifestó, cuando se hizo un hombre como nosotros y prometió que
vendría al final de los tiempos. Y, entre una manifestación y la otra, él ha prometido encontrarse con
cada uno de nosotros y con toda la humanidad, cada día, y a cada instante.
Pero ¿cómo entendemos los cristianos esta venida cotidiana del Señor?
Creemos que Dios nos visita, que se nos manifiesta, a través de las personas y
de las cosas que pasan en este mundo. Para nosotros la vida tiene un gran
valor, personal e histórico, en todos los sentidos, pero además de ese valor
que le puede dar cualquier persona no creyente, los cristianos pensamos que en
la vida, en cada momento de la vida, Dios se hace presente, y nos llama y nos
pregunta sobre la marcha de nuestro caminar en este mundo, y no hace propuestas. Y esta venida de Dios, la vivimos desde la
fe. Por eso, porque Dios nos visita a cada momento, los cristianos hemos de
estar vigilantes, para saber comprender e interpretar la vida.
En este domingo, los cristianos, comenzamos un nuevo tiempo, del año
que se llama el Adviento, esta palabra que quiere decir venida o llegada. En
este tiempo comenzamos a prepararnos para celebrar la primera venida del Señor
a este mundo, que fue su nacimiento, la Navidad. Y, al mismo tiempo, tratamos a
tomar conciencia, de su venida a cada momento. Este tiempo es para vivir la
esperanza en que Dios no ha abandonado este mundo y que desea que sea distinto,
que sea un mundo en el que podamos vivir todos. Los cristianos esperamos que
Dios nos visite, que Dios se manifieste, pero con una esperanza activa,
comprometiéndonos en hacer un mundo distinto del que vivimos, porque creemos
que es posible.
En el Evangelio que hemos leído Jesús nos dice que velemos, que estemos
despiertos, que seamos conscientes del valor y del significado de la vida, que
no nos durmamos con las cosas que el mundo nos ofrece, que no nos acomodemos en
nuestro bienestar y en nuestra rutina, porque, a la hora que menos lo pensemos,
él no visita y nos invita a vivir la vida con responsabilidad.
Hay muchas cosas pendientes en el mundo y en nuestra propia vida que
requieren una actuación por parte nuestra y de todos. Sería un error gordo
abandonar nuestras responsabilidades y caer en la pasividad. Lo que hemos
estado esperando durante mucho tiempo, puede suceder en un momento, pero hemos
de estar despiertos y preparados como nos dice Jesús en el Evangelio, o como el
que quiere encontrar un trabajo, o como el que se prepara para participar en
una competición.
Nos
queda totalmente claro que lo propio de los cristianos es estar despiertos y
preparados, ser muy conscientes del momento y de las circunstancias que vivimos
cada día y a cada momento. Es por eso por lo que dedicamos, cada día, un tiempo
a reflexionar y orar, a contrastar nuestra vida con la Palabra de Dios, para
encontrar luz y tomar conciencia de nuestra vida; y procuramos acercarnos a la vida concreta de los pobres,
porque es a través de ellos como se nos manifiesta Dios de forma más clara.
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