José, y María, a punto de dar a luz, daban vueltas por Belén, buscando
quién les daba un rincón, en una casa, para que el parto ocurriera en un lugar
medianamente limpio y decente. También fueron a la posada para ver si allí
podían alojarse. Pero ningún vecino de aquel pueblo ni el dueño de la posada
abrieron sus puertas para que el nacimiento se produjera de una forma humana y
digna. María y José hicieron todo lo que pudieron, y, al final, se dieron por
vencidos y salieron a las afueras del pueblo. Y como a María le venían los
dolores del parto, le pedía a José meterse donde fuera. Y, al final,
encontraron una cuadra, sin luz y sin ninguna condición de limpieza, y, además,
ocupada por animales. Tuvieron suerte porque no estaba allí el dueño, y los
animales no se espantaron, ni les complicaron la vida. Y allí, en la pobreza
más grande (en la miseria), en el silencio más grande; allí en la marginación,
en el abandono y soledad más grandes, allí, con el sufrimiento y la impotencia
de sus padres, porque ningún padre y ninguna madre quiere, para su hijo, un
nacimiento de esta clase, allí nació el hijo de María, que para nosotros los
cristianos es el Hijo de Dios, es Dios mismo. Y nació no sólo hecho un hombre
como nosotros, sino hecho el más pobre, el más abandonado, el más maginado de
toda la humanidad.
Y, ¿nació así porque no tuvo más remedio? ¿Nació así porque le gustaba
sufrir? ¿Nació así porque no le gustaba gastar dinero, o porque le gustaba
llamar la atención? ¿Qué querrá decir el hecho de que El Hijo de Dios haya
nacido de esta manera?
Hoy en el mundo hay mucha gente que no tiene casa; oímos continuamente
el problema de los desahucios. Hay muchas personas y familias que no tienen
medios para poder comprarse una vivienda porque están en el paro, o porque el
trabajo que tienen no les da para embarcarse en la compra de un piso. En el
mundo en que vivimos hay muchas personas que no tienen nada para vivir, ni
trabajo, ni dinero, ni alimentos, ni atención sanitaria, ni una ropa digna, ni
nada de nada. Y los que viven así, no es uno ni dos, son miles y millones de
personas. Según las estadísticas, son miles de millones de seres humanos, en
estas condiciones.
Parece ser que Jesús, desde su nacimiento, quiso estar entre estos
miles de millones de personas, que no tienen nada; quiso estar al lado de los
marginados, de los últimos de este mundo. Y haciendo esto estaba diciendo, sin
palabras, pero de forma muy clara, que no estaba de acuerdo con la organización
y la forma de ser de este mundo, y nos invitaba, y nos invita a todos, a
trabajar por construir otro mundo distinto.
No quiso salvarnos con la riqueza y con el poder, sino que, se hizo
pobre, débil y pequeño, para enriquecernos a todos con su pobreza. Esto parece
que quiere decir el nacimiento de Jesús, en una cuadra y en un pesebre.
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