Los días 9, 10 y 11 de diciembre consiliarios sacerdotes, laicos/as y
religiosos/as que acompañamos la JOC (Juventud Obrera Cristiana) nos
encontrábamos para celebrar nuestro encuentro anual de formación. En él
abordamos “La misión apostólica de despertar y acompañar la fe en los jóvenes”.
En la reflexión nos ayudó Bernard Robert, Consiliario Nacional de la JOC de
Francia.
Constatamos, una vez más, cómo en Europa, las iglesias se vacían de
cristianos. Los jóvenes ya no van a ellas o lo hacen con menos frecuencia y en
menor número. Los millares de jóvenes reunidos en las JMJ sólo representan una
ínfima parte de los jóvenes del planeta y, de entre ellos, sólo el 7 u 8 por
ciento provienen de clase trabajadora, de las clases populares.
Los jóvenes, cada vez en mayor número, “no practican religión”. Sin
embargo, esta realidad no indica que los jóvenes tengan hoy menos sed de
espiritualidad. Son muchos los que se hacen la pregunta por el sentido de la
vida, muchos los que se movilizan por grandes causas de solidaridad, por vivir
y construir un presente y un futuro feliz, por un trabajo que les haga
felices…etc.
¿Por qué las Iglesias de Europa están de capa caída?, nos preguntamos.
En un mundo que se mueve, quien se queda quieto es adelantado, superado. En una
sociedad en cambio, la Iglesia manifiesta síntomas de parálisis debido a su
rigidez e inmovilismo. Hoy, repetirse, que no es lo mismo que hacer memoria, es
morir.
¿Cómo despertar y acompañar la fe en los jóvenes de esta generación? Como
acompañantes adultos hemos sido llamados y enviados para permitir que los
jóvenes despierten a la conciencia de que su vida está llena de Dios, que Dios
está interesado en toda su vida. La tradición evangelizadora de la JOC nos
recuerda, de nuevo, esta certeza: hemos de escuchar la vida de cada joven,
tomar en serio toda su vida, con sus alegrías y sus problemas. Sabemos que hace
falta tiempo y paciencia. Hemos de caminar junto a ellos aunque tengamos la
impresión, muchas veces, de perder el tiempo, pues no entran en nuestros
esquemas mentales de adultos y en nuestros marcos institucionales.
En una cultura nueva y en medio de unos jóvenes tan diferentes hemos de
atrevernos a reinventar (recrear) la JOC y la Iglesia: haciendo del trabajo
educativo y evangelizador una empresa creativa y no algo ya construido y fijado
de antemano; ayudando a que los jóvenes se atrevan a decir su palabra en la
sociedad y en la Iglesia; no teniendo miedo a romper círculos y fronteras
ideológicas, políticas y eclesiales. Dios no nos pide que seamos numerosos sino
que seamos signo. El tiempo de las adhesiones colectivas ha terminado.
A esta misión hemos sido llamados curas y diáconos, laicos y laicas,
religiosos y religiosas, para ser complementarios unos con otros y para dar
testimonio, juntos, del amor de Dios. Así mismo, hemos de atrevernos a
despertar en otros adultos la vocación por acompañar a jóvenes. Acompañar a un
joven o a un grupo de jóvenes es, ante todo, un camino espiritual.
Consiliarios y Acompañantes de la JOC
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