"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

jueves, 2 de febrero de 2012

CONSIDERA A LOS DEMÁS PARTE DE ÉL

Pepe Lozano, consiliario diocesano de la HOAC
Domingo 5º de tiempo ordinario
- 5 de febrero de 2012 -

No perdamos de vista que, el Evangelio, no sólo nos habla de lo que hace y dice Jesús sino, sobre todo, de cómo es Jesús. En las cosas que hace, en la forma de actuar y de hablar, vamos descubriendo cómo es esta persona. Esto es lo más importante.

En este domingo, hemos leído Marcos 1,29-39. Jesús, como buen judío respetaba el descanso sagrado del Sábado y se reunía con la comunidad en la Sinagoga. Allí compartía con todos la Palabra de Dios y la esperanza que el pueblo tenía en la venida del Mesías, y, con su vida, iba haciendo realidad esa esperanza. Y, al salir de la Sinagoga, fue a casa de Simón y de Andrés. Al entrar en casa, lo primero que hizo, fue acercarse a la suegra de Simón que estaba enferma. Jesús no es una persona encerrada en sí misma, sino abierto a todos, sensible a la vida de cualquier persona, especialmente al sufrimiento los seres humanos que se encontraba en su caminar por este mundo. No vive sólo para él, vive para los demás. Considera a los demás parte de él; y él se considera parte de los demás.  En aquel tiempo, una mujer no contaba nada, y menos si era anciana y estaba enferma. Lo más normal era que hubiera entrado a casa, y que hubiera seguido la conversación con los amigos, sin preocuparse de nada más. Pero Jesús no era así. Se acercaba a aquellos y a aquellas que, por cualquier problema, había quedado al margen de la vida corriente de cada día y se encontraban en inferioridad de condiciones. Posiblemente esta delicadeza con aquella mujer anciana y enferma, molestó a sus acompañantes que, como todos los hombres de aquel tiempo, era terriblemente machistas y despreciaban a todas las mujeres.




La suegra de Pedro estaba postrada en la cama. La postración era la señal de la muerte. Carecía de salud, de libertad y de una relación normal con los demás. Y ¿qué hizo Jesús? Se acercó a ella, la cogió de la mano, y la levantó. Le devolvió la vida, la salud y la libertad. Y, a continuación, ella se puso a servirles.

Jesús es el que levanta a las personas de cualquier situación que les impide vivir en plenitud, en libertad y tener una relación de igualdad con los demás.

Encontrarse con Jesús y creer en él es levantarse de cualquier cosa que nos mantenga postrados, recobrar la salud más profunda de nuestra persona y encontrar la libertad; no para vivir una vida cómoda y egoísta, sino para servir a los demás como hizo la suegra de Pedro.

La suegra de Pedro nos representa a todos. Posiblemente nosotros hemos entrado hoy a la Iglesia, o algunas veces entramos a la Iglesia, o caminamos en este mundo, con el presentimiento de que no significamos nada para Jesús, de que nuestra vida no vale tanto, como para que Dios  nos mire y se preocupe de nosotros con un amor especial. Algunos dicen que no quieren rezar, ni pedir nada a Dios porque él tiene muchas cosas en qué ocuparse, y que los problemas y preocupaciones que le presentamos, no tienen ninguna importancia para él. Pero no es así. Sin que nosotros nos acerquemos a él, él se acerca a nosotros, no agarra de la mano y nos levanta. Por experiencia, sabemos que esto que estamos diciendo es así. ¡Cuántas y cuántas veces nos ha tomado de la mano y nos ha levantado, a cada uno, y a la humanidad! Y no sólo nos ha levantado, sino que continuamente, nos está levantando. También levantará a la humanidad de la crisis que estamos pasando, con nuestro compromiso, claro está. Hemos venido hoy a reconocer lo que Jesús hace por nosotros y a darle gracias.

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