Domingo 4º de Pascua
- 29 de abril de 2012 -
Vivimos en unos tiempos en los que se oyen muchos escándalos de las
personas que gobiernan. Y se ha creado un ambiente muy grande de desconfianza
frente a los políticos, hasta el punto de que mucha gente confunde política con
corrupción y hasta llega a pensar que todo lo relacionado con la política es
una mentira, cuando precisamente la política es todo lo contrario de la
corrupción. No se distingue entre política y corrupción, ni entre personas
honradas y personas corruptas. Tampoco se tiene claro que la política (cuando
es verdadera política) es uno de los servicios más grandes que se le puede
prestar a la humanidad, como la buena administración es uno de los servicios
mejores que unos padres pueden ofrecer a una familia. La buena administración,
el esfuerzo para que una comunidad viva, crezca y vaya adelante, es fundamental
en todas las realidades de la vida, sea una familia, una empresa o una nación.
Tenemos que volver a descubrir el valor de la política, y la importancia que
tiene para la buena marcha de la humanidad. Y desde la familia y la escuela, se
han de formar los líderes que en el futuro estén al frente de la sociedad. Los
padres han de enseñar a los hijos el valor de la buena administración, del buen
gobierno, de la buena política. Y hemos de quitarnos de la cabeza de que es
imposible que una persona, esté en la política, y no se corrompa. Una persona,
esté donde esté, puede y debe ser honrada; puede y debe comprometerse por el
bien de su pueblo; puede y debe renunciar a sus propios intereses, para sacar adelante
las necesidades de su comunidad, las necesidades de su pueblo y de la humanidad
entera. Y si todos debemos estar convencidos de que eso es posible, mucho más
los cristianos, que creemos en Aquel que no vino a este mundo a que le
sirvieran, sino a servir y a dar la vida por el bien de todos. Y si todos los
políticos han de ser honrados, mucho más los cristianos, que tenemos como guía
y modelo, a Aquel que gobernó el mundo muriendo por todos en la cruz. Todo lo
podemos con la ayuda de Dios. Si un cristiano o una cristiana, entra en
política y se corrompe, reniega de su fe, aunque vaya mucha a Misa y aunque
presida todas las procesiones.
Hoy precisamente hemos escuchado el Evangelio del Buen Pastor (el Buen
Político), Juan 10,11-18, Jesús nos ha dicho que ser buen pastor (ser buen
político) es dar la vida por las personas que está gobernando. Ser buen
político es conocer bien a las personas que tiene a su cargo, saber lo que
necesitan, y sacrificarlo todo, hasta la propia vida, por remediar sus
necesidades.
La persona que cree en Jesús y está en la política, no gobierna,
privando a la gente de lo necesario, sino haciendo lo posible, y lo imposible,
para que todos vivan, y vivan dignamente.
Unos políticos, empresarios, dueños de bancos, personas que manejan las
finanzas (y lo que hemos hecho todos apoyando a estas personas, pues todos
somos responsables), que han conducido,
a España y a Europa a la ruina, y han dejado, y continúan dejando, a tantas
personas en el paro, aunque digan que son cristianos, está claro, que no se
parecen en nada al que nosotros hemos escuchado hoy en el Evangelio. Jesús es
nuestro modelo, es la persona en la que nosotros creemos y a quien seguimos; él
nos gobierna desde la pobreza, desde el sacrifico, poniéndose a la altura de
los pobres, compartiendo la vida de los pobres, no cobrando un buen sueldo, ni
viviendo en un palacio, no explotando ni engañando a nadie. Es buen político
aquella persona que renuncia a todo por su pueblo, incluso a su vida, si hace
falta, como lo hizo Jesús.
Muchos, casi todo el mundo, dicen que, hoy en día es imposible, ser un
político como lo fue Jesús. Pero nosotros, los cristianos, creemos con todas
nuestras fuerzas, que sí que es posible, y que además, tal como están hoy las
cosas, ser un político, como lo fue Jesús, es lo único que puede sacar a la
nación y al mundo entero de la crisis. Si los cristianos decimos que es
imposible ser un político, como lo fue Jesús, es porque no le damos valor a su
vida porque no creemos en él.
Y no pensemos que para ser buen político se ha de tener una determinada
mentalidad. Hay personas buenas y honradas de todas las mentalidades y de todas
las tendencias.
Ahora en la Misa celebramos la muerte de Jesús que se entrega por la
salvación de todos. Jesús nos gobierna, entregando su vida por todos. Eso es la
política, eso es gobernar. Respetamos lo que piensen otras personas, pero
nosotros creemos en la política que hizo y que sigue haciendo Jesús, y le
pedimos al señor que envíe al mundo los políticos, hombres y mujeres, que la
humanidad necesita.
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