El Papel «Hacia un nuevo contrato social» d'Oscar Mateos, quiere
poner en cuestión la premisa “hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades” que ha servido para justificar graves recortes en protección
social. Pero sobre todo quiere advertir de la necesidad de recuperar consensos
que lleven a un nuevo contrato social en el que participen partidos,
sindicatos, agentes y movimientos sociales…
(Cristianisme i Justicia) La máxima de que «hemos vivido por encima de
nuestras posibilidades» ha sido uno de los argumentos para justificar
determinadas medidas de ajuste del gasto que han afectado a sectores básicos
como la educación, la sanidad o la protección social.
Dichos ajustes están llevando a una verdadera
quiebra del modelo de convivencia en el que se ha basado desde hace décadas
nuestro estado social de derecho.
Este papel1 quiere primero poner en cuestión la
premisa de la coartada, pero sobre todo quiere advertir de la necesidad de
recuperar consensos que lleven a un nuevo contrato social en el que participen
partidos, sindicatos, agentes y movimientos sociales.
1.
¿Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades?
Existen al menos seis argumentos que ponen en
entredicho esta idea repetida insistentemente:
a)
En efecto, el número de hipotecas y el monto total del endeudamiento de las
familias españolas durante la etapa de «bonanza económica» fue extraordinario.
Esto fue posible, sin embargo, gracias a una dinámica en el que bancos y cajas
incentivaron, por diversos motivos, un modelo de crédito determinado,
saltándose en muchas ocasiones normativas y regulaciones internas.
Objetivamente, no puede afirmarse que las
familias vivieran por encima de sus posibilidades, ya que lo que hicieron fue
aprovechar las posibilidades que ofrecía en ese momento dicho modelo de
crédito.
b) No todas las familias se endeudaron por
igual. Según el Banco de España, en 2008, el 10% de las familias de mayor poder
adquisitivo tenían deudas en el 64,7% de los casos, mientras que el 20% de las
familias de menor poder adquisitivo sólo habían contraído deudas en el 16,5% de
los casos. Del mismo modo, el 40% de las familias con menor renta destinaban sus deudas a una
hipoteca de primera vivienda.
c) Un aspecto clave ha sido la especulación realizada
por diversos actores sobre un objeto de primera necesidad como se supone que es
la vivienda. Según la OCDE, en 2009, el precio de la vivienda española se
encontraba sobrevalorado en un 41%.
d) Durante esta época de bonanza la mayoría de
la población española perdió poder adquisitivo. Un análisis de la evolución de
los salarios reales («lo que cuesta vivir») entre 1994 y 2007 indica un
estancamiento a la baja de los salarios. Por otra parte, sólo en 2012, el
sueldo de los directivos empresariales subió un 3,2%. Todo ello señala un
incremento exponencial de la brecha salarial.
e) Es importante apuntar también que el grueso
de la deuda española es deuda privada: según el Banco de España, en 2008, el
57,3% del total de la deuda pertenecía a grandes empresas y a bancos, por lo
que tampoco es acertado atribuir la responsabilidad de la
deuda a las administraciones públicas y al gasto público. No obstante, es
cierto que una parte del gasto público se rigió por criterios muy poco racionales
(aeropuertos, kilómetros de AVE...), pero también es pertinente interrogarse
sobre quién incentivó y se benefició de ese tipo de políticas.
f) Es necesario tener en cuenta un análisis de
la evolución de la desigualdad social en España, pero también en el conjunto de
países occidentales. Durante las últimas tres décadas, tanto Europa como EEUU,
han sido testigos de un proceso de concentración de la riqueza, algo que Paul Krugman
ha denominado como «la gran divergencia».2
2.
¿Quién ha sido el responsable de esta situación?
Durante los últimos 30 años en el contexto de
globalización los mercados han sido capaces de imponer sus intereses en una
economía financiarizada y en los que el capital tenía mayor movilidad, mientras
el Estado-Nación era desprovisto de la capacidad de imponer reglas de juego a
dichos mercados. O dicho en palabras del sociólogo
Zygmunt Bauman, se ha producido «un divorcio
entre poder y política», ya que el poder se ha trasladado gradualmente a los mercados
financieros. A ese hecho objetivo que es la globalización cabe añadir otro
subjetivo como es la victoria ideológica del proyecto
neoliberal, que apostó decididamente por desregular y favorecer los intereses del
capital.
Con esta idea de fondo y aterrizando en el
caso español, es importante analizar la responsabilidad en todo este proceso de
los tres principales actores: estado, mercado y sociedad civil.
2.1. El
Estado
El Estado español no ha sido capaz de velar por
el cumplimiento de las reglas existentes (el papel, en este caso, del Banco de España
ha sido deplorable). Tampoco ha podido repensar nuevas reglas de juego y nuevas
estructuras políticas que permitieran gobernar y controlar esta realidad. Y lo
que es más preocupante, en algunos casos, ha fomentado un proceso de
desregulación que ha dado todavía mayor rienda suelta a los poderes
financieros. Asimismo, la mayoría de partidos políticos, actores fundamentales en
la democracia representativa, han establecido una relación de gran dependencia con
los poderes económicos (financiación de partidos). También han favorecido un sistema
de «puertas giratorias» (una cincuentena de ex altos cargos políticos ocupan hoy
destacables posiciones en los consejos de las principales corporaciones españolas)
erosionando claramente la credibilidad de la democracia y aumentando la desafección
política. Todo esto en un momento en el que existe la percepción de un doble
rasero: mientras una mayoría de la población se está empobreciendo a marchas forzadas,
una pequeña elite política y económica se ha beneficiado de privilegios y ha
quedado totalmente impune ante graves casos de corrupción o de mala gestión.
2.2. El
mercado
El mercado, por su parte, es el principal motor
de una concepción determinada de la economía que considera que dichos mercados pueden
autorregularse y, por lo tanto, no necesitan de la intervención estatal y del
papel regulador de las instituciones. El mayor poder real que les ha ofrecido
el contexto de globalización no ha sido aprovechado para impulsar un proceso de
mayor convergencia y equidad. Todo lo contrario, bajo el discurso de «ser
creadores de riqueza», han fomentado un creciente proceso de desigualdad social
y han contribuido extraordinariamente a erosionar el sentido de la democracia.
En lugar de ser «un mecanismo de intercambio
que pueda resolver con eficacia la distribución de bienes y servicios», señala
el filósofo Josep Ramoneda (Contra la indiferencia, 2010), el mercado se ha convertido,
fruto de un pensamiento neoliberal, en «un fin en sí mismo, transfigurando de
esta manera todo producto material o intelectual en una mercancía».
Pero todo esto ha sido posible, insistimos, como
consecuencia de la especial debilidad e incluso connivencia de algunos poderes
políticos. Un ejemplo evidente de toda esta situación es, por ejemplo, el del fraude
fiscal en España.3
2.3. La
sociedad civil
Es a la vez víctima y culpable de toda esta realidad.
Víctima porque es la mayoría de la población la que está sufriendo los efectos de
la creciente desigualdad, del empobrecimiento generalizado y del
desmantelamiento de los pilares del Estado del bienestar.
La sociedad, en general, pero muy en particular
los jóvenes (el paro juvenil ya se sitúa en el 57%), son los más frustrados con
un modelo de sociedad en el que el «ascensor social» ya no funciona.
Pero somos también responsables de todo este
proceso desde el momento en que hemos participado en dinámicas de un modelo deshumanizado
de consumo, perdiendo cada vez más nuestra capacidad crítica y demostrando una
gran alienación respecto a lo que estaba sucediendo. Eso hoy quizás está
cambiando debido al proceso de repolitización impulsado desde las «plazas», las
«mareas» y las diferentes protestas que, además de denunciar la situación
actual, están tratando de repensar el incierto futuro que nos espera.
3.
Ganadores y perdedores
La crisis está agudizando un modelo de
sociedad dualizada, a partir de al menos cuatro procesos:
a) Una realidad social polarizada, en el que
casi una de cada tres personas viven en riesgo de exclusión social y en el que
las desigualdades sociales son ya, según la OCDE, las más elevadas de toda
Europa.
b) Un mercado laboral cada vez más dual, con
una minoría de insiders (puestos de trabajo más o menos estables y bien
remunerados) y una mayoría de outsiders (personas que entran y salen del
mercado, con condiciones laborales y salariales crecientemente precarizadas).
c) Dos modelos de sanidad: una sanidad privatizada
para gente con poder adquisitivo, que ya estaba en la sanidad privada o bien
que han dado el paso para evitar listas de espera. Y en frente una «sanidad de
pobres», con gente que no tiene recursos suficientes para pagarse una mutua y
que ha de hacer frente a largas listas de espera y a peores condiciones en la
atención.
d) Un sistema judicial o un sistema
universitario, por citar otros dos ejemplos, que con las políticas de
incremento de tasas, en paralelo al empobrecimiento del conjunto de la
sociedad, certifican la defunción de la igualdad de oportunidades.
En definitiva, caminamos hacia un modelo de
tipo anglosajón, en el que el darwinismo social es un factor esencial para
entender sus dinámicas y en el que los ganadores van a ser pocos y los
perdedores muchos.4
4. Hay
alternativas
Es necesario restablecer nuevos consensos, dotar
de nuevos significados a conceptos como «cohesión social», repensar el sentido de
la democracia5 y crear nuevos contrapoderes, a nivel global, europeo y estatal.
El papel de las instituciones, pero sobre todo el de los movimientos sociales y
el del conjunto de la sociedad civil, será crucial para redefinir un futuro
basado en la equidad, la justicia social y medioambiental y la solidaridad.
Asimismo, la solución no puede pasar por
regresar al status quo de décadas anteriores, precisamente, porque las
condiciones globales han cambiado substancialmente, modificando, como ya
señalábamos, el papel del Estado-nación. Es necesario contemplar al menos
cuatro niveles de actuación diferentes:
a) A
nivel global, es necesario avanzar hacia la construcción urgente de
instituciones verdaderamente capaces de gobernar la globalización y de
establecer nuevas reglas de juego a los poderes financieros, recomponiendo un cierto equilibrio entre lo político y lo
económico.
b) A
nivel ecológico, retomar los consensos adoptados hace dos décadas, que
suponían un fuerte compromiso con la lucha contra el cambio climático, teniendo
especialmente en cuenta a EEUU y China, responsables del 65% de las emisiones
de CO2 mundiales.
c) A
nivel europeo, es urgente retomar el espíritu del proyecto europeo
primigenio, basado en valores como la equidad o la solidaridad y sobre todo en
la necesidad de que sea un verdadero contrapeso de la doctrina neoliberal.
d) Y a
nivel estatal, es necesario mejorar la eficiencia del sector público
(fundamental para el proceso de cohesión social), pero también establecer
prioridades con un rostro humano (moratoria a los desahucios y aprobación de la
dación en pago, por ejemplo). En medio de la extraordinaria crisis social,
institucional y económica que estamos viviendo, es urgente generar nuevos consensos
y prioridades, es decir, plantear un nuevo contrato social. En el momento actual
también están germinando un gran número de iniciativas sociales y económicas que
dibujan un modelo de economía basado en valores sociales y cooperativos imprescindibles
para avanzar hacia una situación de mayor justicia social y medioambiental y,
por qué no, hacia un modelo que supere la lógica capitalista.
Oscar Mateos
Responsable del área social deCristianisme i Justícia
___
1. Una versión completa en O. MATEOS y G. PÉREZ, «¿Hemos vivido
por encima de nuestras posibilidades?» en Desigualdad y derechos sociales.
Análisis y prespectivas 2013. Fundación Foessa. Cáritas española-Madrid.
2. Un estudio de J. Davies, S. Sandström, A. Shorrocks y E. Wolff,
«The Level and Distribution of Global Household Wealth» (2008), señalan cómo ya
en 2002, en España, el 1% más rico disponía del 18,3% de la riqueza (el 10% más
rico concentraba el 42% de dicha riqueza).
3. Según el Sindicato de Técnicos de Hacienda (GESTHA), el 72% del
fraude fiscal (unos 65.000 millones de euros anuales) lo cometen las grandes
empresas.
4. Un reciente estudio sobre la ciudad de Barcelona señalaba cómo
en los últimos años se han ensanchado las diferencias sociales entre los
barrios de mayor y menor renta y cómo, por ejemplo, la diferencia de esperanza de
vida entre estos barrios es de ocho años.
5. Zvetan Todorov y Jurgen Habermas han alertado sobre el peligro
de adentrarnos en una Europa «post-democrática».
Artículo publicado en el suplemento
del Cuaderno núm. 183 de CJ - (n. 217) - Marzo, 2013
Roger de Llúria, 13, 08010
Barcelona - tel. 93 317 23 38 - info@fespinal.com - www.cristianismeijusticia.net
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