7 de octubre, Jornada
Mundial por el Trabajo Decente
El
7 de octubre tiene lugar la Jornada Mundial por el Trabajo Decente. La iglesia
Diocesana quiere unirse a esta celebración. El papa Francisco y otras entidades
sociales católicas han potenciado la campaña en Europa, uniéndose a las
iniciativas de la Organización Internacional del Trabajo.
VER
A la Iglesia le preocupa el
que no haya trabajo para todos, pues a través de él las personas desarrollan
sus propias cualidades y pueden contribuir a su propio desarrollo, el bienestar
de su familia y la construcción de la sociedad. Es oportunidad para generar un
ingreso justo; es seguridad y protección social para las familias; es mejora
en el desarrollo personal e integración social; es igualdad de oportunidades
para hombres y mujeres.
Pero el ideal no siempre se
cumple en la realidad. Constatamos que sigue existiendo desempleo, precariedad
laboral, empleo sumergido y pobreza incluso en trabajadores cuyos salarios no
alcanzan un sueldo digno para cubrir sus necesidades y las de su familia. La
tasa de paro es del 21,5 %. En nuestra provincia sigue habiendo un gran número
de desempleados y el 54’6 de ellos no cobra ninguna prestación económica (datos
del servicio Público de empleo en junio 2016). Asimismo, la contratación
temporal aumenta, la brecha salarial entre fijos y temporales crece y ha
aumentado el temor a perder el trabajo entre los profesionales en activo.
JUZGAR
La Iglesia siente vivamente
estas situaciones y a través de sus organizaciones sociales, especialmente a
través del secretariado de Pastoral Obrera, el de Migraciones-ASTi, Cáritas y
los movimientos especializados de Acción Católica, es consciente y a la vez
está comprometida en caminar en la búsqueda de soluciones y mejorar las situaciones
de personas y familias.
Hay que reconocer la labor de
muchos empresarios que crean empleo, poniendo en juego nuevas iniciativas,
arriesgando su patrimonio y priorizando las personas antes que el simple
beneficio, y mirando a la estabilidad y el futuro de la empresa. Es de alabar
también la actuación de los sindicatos que tratan de defender el orden justo
dentro de empresas y también en relación con la Administración Pública, mirando
la dignidad de los trabajadores.
Una parábola de Jesús posiblemente
nos podrá iluminar. La parábola del rico y del pobre Lázaro nos presenta una
situación que chirría en cualquier oyente: un rico que banqueteaba y no «veía»
al pobre en su puerta. Ese pobre no le molestaba porque no lo «veía». Y en su
destino final, aquel hombre, consciente de su destino final, quería que no se
perdieran sus hermanos. A lo que Abraham le respondió que tenían a Moisés y a
los profetas, que los escucharan. La respuesta es contundente: no hace falta
que resucite un muerto para ver lo que hay que hacer. Basta «oír» lo que dice
la Palabra de Dios. Solo se sientan en la mesa los «hermanos», solo si
consideramos al otro hermano nuestras relaciones son fraternas y prima el bien
de las personas y el bien común y social más que el puro y exclusivo lucro, que
es en definitiva lo que excluye, lo que genera «sobrantes», «descartes» en
terminología del papa Francisco.
El Magisterio de los últimos papas ha ido dando
cuerpo a la idea del TRABAJO DECENTE.
San Juan Pablo II, el 1 de mayo de 2000, en el Jubileo
de los Trabajadores, lanzó un llamamiento a nivel mundial a favor del trabajo
digno, apoyando la iniciativa de la Organización Mundial del Trabajo.
Benedicto XVI, en Caritas in veritate, 63,
concreta el contenido: «Por esto, ya el 1 de mayo de 2000, mi predecesor
Juan Pablo II, de venerada memoria, con ocasión del Jubileo de los
Trabajadores, lanzó un llamamiento para «una coalición mundial a favor del
trabajo decente», alentando la estrategia de la Organización Internacional
del Trabajo. De esta manera, daba un fuerte apoyo moral a este objetivo, como
aspiración de las familias en todos los países del mundo. Pero ¿qué significa
la palabra «decente» aplicada al trabajo? Significa un trabajo que, en
cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o
mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los
trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo
que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda
discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las
familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un
trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su
voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las
propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que
asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación».
Igualmente en el Instrumentum laboris para
la III Asamblea General extraordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la
familia, en 2014, se afirmaba en el nº 71: «En diálogo con el Estado y las
entidades públicas, se espera de parte de la Iglesia una acción de apoyo
concreto para un empleo digno, para salarios justos, para una política
fiscal en favor de la familia, así como la activación de una ayuda para las
familias y los hijos».
ACTUAR
La Iglesia Diocesana no es ajena a estas realidades,
a las carencias de trabajo de muchas personas, así como a las iniciativas
públicas y privadas que fomentan leyes, oportunidades de empleo, formación,
ayudas, propuestas de iniciativas para visibilizar el problema y a la vez
fomentar el diálogo y las acciones concretas en busca de soluciones para
todos.
Queremos animar a quienes
están comprometidos con esta causa por el trabajo decente. Conocemos las
iniciativas de la sociedad civil, gobiernos, sindicatos, agentes sociales.
Entre ellos están el Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera de nuestra
diócesis de Orihuela–Alicante, y los movimientos especializaos de Acción
Católica, especialmente HOAC, JOC, JEC , así como Caritas, CONFER, Justicia y
Paz, Secretariado Diocesano de Migraciones-ASTI, ACO y otros.
Sin duda que hemos de seguir
animando a los agentes sociales públicos y privados a crear empleo, mirando
siempre a un empleo estable y con un sueldo digno para cubrir las necesidades
familiares.
Por otro, será necesario
garantizar los derechos de los trabajadores y la protección social de quienes
no llegan con el salario mínimo o han agotado las ayudas por desempleo.
No hemos de perder de vista el
empleo juvenil, pues es apostar por el futuro, ya que permite pensar en
desarrollo personal y los proyectos de familia.
Desde el secretariado de
Pastoral Obrera, ha habido reuniones de preparación y concienciación con otras
entidades eclesiales. También se tuvo en el Obispado una reunión con los
sindicatos mayoritarios, para compartir ideas, experiencias y datos sobre la realidad
laboral, el empleo precario, el desempleo, las iniciativas de empresas y
sindicatos, las pensiones, etc.
El secretariado de Pastoral
Obrera con otras organizaciones ha convocado acciones para el viernes 7 de
octubre de 2016. En Santa María, de Elche, realizarán una vigilia de oración,
y a continuación en la plaza de Santa María, un gesto público que visibilice
este objetivo de concienciación por el Trabajo Decente.
Animamos a nuestras
comunidades parroquiales y a los movimientos apostólicos, dentro de los
objetivos del plan Diocesano de Pastoral 2016-2017, a tener presente estas
iniciativas, iluminados por la luz de la Fe, y así poder acompañar, desde el
pensamiento y la acción, a quienes buscan cauces e iniciativas para crear
empleo decente, así como a aquellos que aún no lo tienen o lo han perdido.
Pedimos a San José, patrón de
los trabajadores, que nos enseñe a valorar el trabajo digno y a seguir
concienciando para que a nadie le falte.
v Jesús Murgui Soriano
Obispo de Orihuela - Alicante
27 de septiembre de
2016
San Vicente de Paúl
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