"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

martes, 13 de abril de 2010

Desvergüenza

de José Ignacio González Faus

La propuesta de la Patronal para la creación de «empleo» (¿?) juvenil sólo merece una palabra de comentario: desvergüenza.

Uso esta palabra tan agresiva porque no la aplico a ninguna persona concreta, a las que yo no puedo juzgar y que quizá son tan víctimas del sistema como los jóvenes destinatarios de esas ofertas (aunque, naturalmente, en dirección inversa: unos en la dirección de la inhumanidad y los otros en la pendiente de lo infrahumano).

La palabra desvergüenza la aplico al sistema económico que hace –no sé si– necesarias esas medidas tan inmorales. Medidas que no sé si ayudarán a superar o aliviar la crisis económica, pero no dudo de que ayudarán a empeorar la otra gran crisis que atraviesa nuestro mundo: la crisis de humanidad.


Porque el próximo paso, cuando llegue la próxima crisis y se diga que es «la mayor desde la del 2009», etc., será ya sustituir ese trabajo-basura que ofrece hoy la patronal, por el trabajo-esclavo de los niños, como se hace por ejemplo en La India, que por eso es un país que está progresando tanto económicamente. Y si no, al tiempo. Y además se justificará ese paso con el argumento de que suprimir esa esclavitud sería dejar a muchas familias peor de lo que están, pues no tienen más ingreso que el de ese trabajo infantil. O sea que, dentro de todo, es un mal menor.

Estos pasos son previsibles porque ya se va viendo que la salida de nuestra crisis arroja este pronóstico: volverá el crecimiento económico como antaño. Pero lo que ya no volverá es la creación de puestos de trabajo: esa mercancía quedará definitivamente devaluada en el futuro, y la llamada «tasa natural» de paro habrá pasado del 4 % al 8 ó al 10 %.

Ésta será la gran victoria obtenida por todos aquellos que provocaron la crisis por su codicia desmedida, por sus endeudamientos temerarios, su afán de explotar incluso a los insolventes (los llamados «ninjas») y sus insolencias (o insolvencias) que pueden ir desde Lehmann Brothers hasta Air Comet... Ellos causaron la crisis pero ahora, cuando ésta pase, casi todos volverán a estar tan bien como antes, mientras habrá quedado muy debilitado el enemigo (¿por qué hablarían antaño de «lucha de clases»?).

Más aún: la crisis les traerá incluso otra victoria: en las próximas elecciones volverán a ganar «los suyos» y, con ello, podrán vivir más tranquilos, sin sobresaltos de esos de despidos «improcedentes» o subidas del salario mierda (¡perdón!: quería decir salario mínimo. ¿En qué estaría yo pensando?). Todas esas alarmas cesarán y seguirá una temporada de bonanza y paz social para ellos.

Porque no es que los defensores de este sistema no sean demócratas o nieguen los derechos humanos. Los proclaman y los defienden, como también defienden la democracia. Pero, naturalmente, una democracia como nos corresponde a los europeos: la democracia de Atenas. Democracia de hombres libres que no es posible sin la existencia de otras dos clases: la de los esclavos, y los ilotas. Bastante ha demostrado la historia que todos los intentos de hacer universal la democracia no hacen más que ponerla en peligro y que reivindicaciones como el sufragio universal y el voto de las mujeres no pertenecen a la democracia griega y son reivindicaciones añadidas posteriormente por la debilidad de los verdaderos demócratas.

Ante este panorama, y pensando otra vez en todos esos jóvenes, que son carne de cañón empresarial y que, por su necesidad y su desesperación, podría ser que acepten ese tipo de medidas como «un respiro», creo que a cualquier persona le vienen a la mente aquellas palabras inolvidables del fraile Montesinos en 1511, ante el trato –muy rentable por cierto– que daban los españoles a los indios de América Latina: «Éstos ¿no son hombres? ¿Cómo estáis en tan profundo letargo de inhumanidad dormidos?...».

O si no, estas otras palabras de Frederic Ozanam, un sencillo profesor de literatura, escritas en 1836: «cada día vemos que se va haciendo más profunda la división que ha nacido en la sociedad... aquí el campo de los ricos, allí el de los pobres. En el primero un egoísmo que quiere retenerlo todo, en el otro un egoísmo que querría arrebatarlo todo... Entre ambas clases de hombres está preparándose un lucha, y esta lucha amenaza con ser terrible: por un lado el poder del oro, por el otro el poder de la desesperación».

Por supuesto, si la Patronal lee estas palabras de Ozanam (católico ferviente y con la causa de canonización introducida), se tranquilizará tachándolo de marxista. El único problema es que, cuando Ozanam las escribía, Marx ni siquiera había comenzado su tesis doctoral...

1 comentario:

  1. Es realmente vergonzoso que quienes lo tienen todo propongan esas cosas, que no aceptarían para ellos, a personass que eswtán en situación de necesidad. ¿Se comerían ellos un alimento caducado?
    No hay que desear para los demás lo que no queremos para nosotros. Pepe Carmona

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