(artículo publicado en El País) Navegar a contracorriente nunca fue fácil. Y menos dentro de la Iglesia
católica. Lo sabe muy bien Saúl Pérez, presidente de la Juventud Obrera
Cristiana (JOC), perteneciente a la institución eclesiástica que tiene como
principal finalidad la defensa de los derechos de los jóvenes trabajadores. A
principios de marzo, el cardenal Antonio María Rouco Varela ordenó a sus
vicarios de Madrid que no difundiesen en las parroquias el comunicado emitido
por la JOC y la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) en el que rechazan
abiertamente la reforma laboral aprobada por el Gobierno del PP. "Nos
sorprendió bastante porque emitimos comunicados a menudo y nunca nadie nos ha
llamado la atención. Aceptamos la opinión de Rouco, aunque no la
compartamos", explica Pérez, de 27 años, mientras digiere pausadamente una
ensalada mixta en un pintoresco bar del barrio obrero de Vallecas, en Madrid.
Este economista lleva el compromiso social en las venas. Su familia,
miembro de la HOAC, procede de un barrio humilde de Zaragoza. A los 15 años,
Pérez tuvo su primer contacto con la JOC en un campamento de verano. A los 24,
rechazó continuar con su contrato indefinido en una consultora para presentarse
a la presidencia de la institución. Ahora vive en Madrid y cobra el salario
mínimo interprofesional. Eso sí, los gastos del alquiler y de los viajes por
España para transmitir el mensaje del Evangelio corren a cuenta de la entidad
cristiana, que se autofinancia con la aportación de sus militantes.
Pérez muestra una discreción que
roza el hermetismo; parece tener miedo a salirse demasiado del guion. El
rechazo a la reforma laboral es de los únicos temas que defiende con fervor y,
por ello, el pasado día 29 la asociación obrera participó en la huelga general.
"Es una de las reformas más agresivas para la clase trabajadora, y
especialmente para los jóvenes".
El joven, de
mirada penetrante y refinada compostura, quiere dejar claro que la JOC, fundada
en 1924 por el sacerdote belga Joseph Cardijn, no se casa con ningún partido
político, aunque reconoce que el sambenito de izquierdistas se lo ha colocado
la propia Iglesia. El aragonés se muestra orgulloso de que de los 800
militantes del movimiento obrero muchos más han participado en las manifestaciones
del 15-M que en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Ante la variedad de
platos combinados, perritos calientes y hamburguesas, Pérez se decanta por la
tabla de patatas y los tacos de pollo a las 12 salsas.
Reconoce que el
principal problema de la JOC es la formación de nuevos militantes. "La
lucha obrera no es lo que era antes. Las ideologías ya no están tan marcadas y
todos los jóvenes quieren pertenecer a la clase media. Además, la mayoría
rechaza a la Iglesia como institución y nosotros formamos parte de ella".
Al preguntarle a qué se debe ese rechazo, Pérez suspira, da un trago a la
cerveza y contesta, por fin, rotundamente: "La sociedad es cada vez más
individualista y esto ha afectado a la Iglesia, cuya jerarquía se ha alejado de
la realidad social. Las parroquias ya no actúan en la mayoría de los casos como
centros de encuentro y la forma de concebir la fe es más individual".
Publicado en El Pais (10/04/2012)
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