Leonardo Boff, teologo. Escribíamos
anteriormente que Dios es misterio en sí mismo y para sí mismo. Para los
cristianos se trata de un misterio de comunión, no de soledad. Es la Santísima
Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. La ortodoxia afirma: hay tres
Personas y un solo Dios. ¿Es eso posible? ¿No sería un absurdo 3=1? Aquí
tocamos en lo que los cristianos sobrentienden cuando dicen “Dios”. Es
diferente al monoteísmo absoluto judío y musulmán. Sin abandonar el monoteísmo,
es necesaria una aclaración de esta Trinidad.
El tres es con seguridad un número. Pero no
como resultado de 1+1+1=3. Si pensamos así, matemáticamente, entonces Dios no
es tres sino uno y único. El número tres funciona como un símbolo para indicar
que bajo el nombre Dios hay comunión y no soledad, distinciones que no
se excluyen sino que se incluyen, que no se oponen sino que se componen. El
número tres sería como la aureola que colocamos simbólicamente alrededor de la
cabeza de las personas santas. No es que ellas anden por ahí con esa aureola,
sino que para nosotros es el símbolo que indica que estamos delante de figuras
santas. Lo mismo ocurre con el número tres.
Con el tres decimos que en Dios hay
distinciones. Si no hubiese distinciones reinaría la soledad del uno. La
palabra Trinidad (número tres) está en lugar de amor, comunión e
inter-retro-relaciones. Trinidad significa exactamente esto: distinciones en
Dios que permiten el intercambio y la mutua entrega de Padre, Hijo y Espíritu.
En rigor, como ya lo vio el genio de san Agustín,
no se debería hablar de tres personas. Cada Persona divina es única y los
únicos no se suman porque el único no es un número. Si digo uno en términos de
número, entonces no hay como parar: siguen el dos, el tres, el cuatro y así
indefinidamente. Kant erróneamente lo entendió así y por eso rechazaba la idea
de Trinidad. Por lo tanto, el número tres tiene valor simbólico y no
matemático. ¿Qué es lo que simboliza?
C. G. Jung viene en nuestra ayuda. Él
escribió un amplio ensayo sobre el sentido arquetípico-simbólico de la Trinidad
cristiana. El tres expresa la relación tan íntima e infinita entre las
distintas Personas que se unifican, es decir, se hacen uno, un solo Dios.
Pero si son tres Únicos ¿no resultaría el
triteísmo, es decir, tres Dioses en vez de uno, el monoteísmo? Así sería si
funcionase la lógica matemática de los números. Si sumo una manga + una manga +
una manga, resultan tres mangas. Pero con la Trinidad no es así, pues estamos
delante de otra lógica, la de las relaciones interpersonales. Según esta
lógica, las relaciones no se suman; ellas se entrelazan y se incluyen, formando
una unidad. Así, padre, madre e hijos constituyen un único juego de relaciones,
formando una única familia. La familia resulta de las relaciones inclusivas
entre los miembros que la componen. No hay padre y madre sin hijo, ni hay hijo
sin padre y madre. Los tres se unifican, se hacen uno, una única familia. Tres
distintos pero una sola familia, la trinidad humana.
Cuando hablamos de Dios-Trinidad entra en
acción esta lógica de las relaciones interpersonales y no la de los números. En
otras palabras: la naturaleza íntima de Dios no es soledad sino comunión.
Si hubiese un solo Dios, reinaría
verdaderamente la soledad absoluta. Si hubiese dos, uno frente a otro, habría distinción
y al mismo tiempo separación y exclusión (uno no es el otro) y una mutua
contemplación. ¿No sería egoísmo a dos? Con el tres, el uno y el dos se vuelven
hacia el tres, superan la separación y se encuentran en el tres. Irrumpe la
comunión circular y la inclusión de los unos en los otros, por los otros y con
los otros, en una palabra: la Trinidad.
Lo que primero existe es la simultaneidad de
tres Únicos. Nadie es antes o después. Surgen juntos comunicándose siempre de
manera recíproca y sin fin. Por eso decíamos: en el principio está la comunión.
Como consecuencia de esta comunión infinita resulta la unión y la unidad en
Dios. Entonces: tres Personas y un solo Dios-comunión.
¿No nos dicen exactamente eso los modernos
cosmólogos? El universo está hecho de relaciones y no existe nada fuera de
ellas. El universo es la gran metáfora de la Trinidad, todo es relación de todo
con todo: un uni-verso. Y nosotros dentro de él.
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