La sociedad española como
consecuencia de la actuación criminal de
ETA está muy sensibilizada con el tema de la solidaridad que todos debemos a
las víctimas del terrorismo.
No es momento de valorar si
determinadas actuaciones en relación con este tema contienen, además de la
siempre necesaria y justa solidaridad con las víctimas, un interés político
partidista aprovechando que la ciudadanía como hemos dicho es muy sensible ante este problema.
Pero sí hemos de hacer constar
que, en relación con determinados temas, parece que existen distintas varas de
medir y eso nos parece radicalmente injusto pues en nuestra sociedad existen
otras víctimas que nada tienen que ver con el terrorismo etarra pero que
merecen el mismo respeto y consideración.
El Diccionario de la Lengua
Española define el terrorismo como la “dominación por el terror”
y mucho nos tememos que determinadas actuaciones políticas y económicas van en
esa dirección. Ya en una reflexión anterior afirmábamos que tanto las medidas
que para afrontar la crisis están adoptando en Europa los distintos gobiernos,
con independencia de su color político, como los análisis de determinados
especialista en economía nos podrían llevar a la conclusión de que lo que
se está haciendo es lo único que se puede hacer y
que esas soluciones son científicamente irrebatibles.
Aunque también afirmábamos que, a
la vista de los resultados, las soluciones propuestas como irrebatibles no eran
tales, mucho nos tememos que la presión de los mercados y la campaña mediática
a favor de aquellas van calando en la opinión pública hasta el punto de
aceptarlas como ciertas por el miedo a que de no ser así todavía nos vengan
males mucho peores.
Y aquí es donde queremos volver a
la noción de terrorismo, pues sin ningún
reparo hemos de afirmar que tratar de convencer a la población de que
debe aceptar sin más las medidas de ajuste, los recortes en derechos sociales
básicos logrados tras muchos años de lucha, la reforma del mercado laboral para
dejar más desprotegidos a los trabajadores y que además se nos diga que esas
medidas son el principio del principio, eso sencilla y llanamente
es “dominar por el terror”.
Porque terror es lo que se
pretende infundir entre la gente con el fin de que acepte sin más grandes
sacrificios para salir de una situación que han provocado otros, que
casualmente no sólo están quedando indemnes sino que pretenden que al final del
túnel ellos salgan más fuertes y la mayoría más débil.
Ante este terrorismo no existe la
misma solidaridad que la que se muestra y alimenta desde determinadas opciones
políticas hacia las víctimas de la violencia etarra, y no parece justa esa
distinta vara de medir pues, si víctimas inocentes y dignas de solidaridad son
las personas que han sufrido aquella violencia, también lo son los parados, los
que no tienen cobertura de desempleo, los que no ven futuro para sus hijos ante
los recortes en educación, los que han de convivir con personas dependientes a
las que se recortan o deniegan las prestaciones que la ley les reconoce, o los
que no saben si podrán cobrar el día de mañana una pensión digna porque la
reforma de las pensiones ha puesta tantas trabas que difícilmente podrán
cumplir.
La ciudadanía se está rebelando
contra esto y manifestándose masivamente, pero aún estamos esperando la solidaridad de
determinados grupos y personas que en otras ocasiones han enarbolado la bandera
del apoyo a las víctimas.
¿Será que hay víctimas de primera
y de segunda?.
Pepe Carmona, militante de la HOAC de Guardamar de Segura
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