Pepe Lozano, consiliario diocesano HOAC
5º Domingo de Pascua
- 6 de mayo de 2012 -
En el momento en que vivimos, hay algunas palabras que se han hecho
odiosas para la mayoría de la sociedad: Los recortes, las reducciones (de plantillas,
beneficios) el rebajar (presupuestos, sueldos), el suprimir (cantidades
destinadas a obras sociales), y algunas otras palabras que nos dan a entender
que perdemos beneficios, ventajas y que nos fuerzan a apretarnos el cinturón
(por decreto). Estas palabritas, provocan especialmente la indignación de las
personas con menos posibilidades económicas. El día 1º de mayo, en la
manifestación, iban un grupo de nazarenos cargados, no con una cruz, sino con
una tijera gigante, dando a entender que, los recortes, son la cruz que está
cayendo sobre los hombros de muchas personas, y no precisamente las que tienen
un buen nivel económico.
La gente le está cogiendo un cierto miedo a la reunión semanal de
ciertos señores, en un palacio de Madrid, que, cuando se sientan alrededor de
una mesa, es para anunciar, cuando acaban, entre otras cosas, que van a
realizar más recortes.
Con la que está cayendo, cada día oímos por los medios de comunicación
que van a haber más recortes. La verdad es que no sabemos a dónde vamos a
llegar. Parece que la única solución es recortar, reducir, rebajar, suprimir y
ahorrar lo más posible; y no se dirigen estas medidas (o muy poco) a los bancos, a los grandes capitales, a los
que roban y pagan para que no los metan en la cárcel, a los que cobran sueldos
astronómicos, sino a los más débiles.
Hay mucha gente que piensa, incluso está convencida, que no hay otra
solución; que se está haciendo lo que se tiene que hacer, y que se está
haciendo poco, y muy tarde. Esto explica que la sociedad entera no tome postura
ante lo que está ocurriendo y no exija
que se consulte y se dialogue más con toda la población antes de tomar ciertas
medidas. Yo no soy un técnico en economía, ni en política. Hay que respetar
todas las opiniones, sin dejar de ver los efectos que están produciendo las
decisiones que se toman, y el sufrimiento de mucha gente. Y hemos de estar
abiertos a la parte de verdad y de razón que haya en cada decisión que se tome,
por pequeña que sea.
Pero no todos los recortes son malos. A los árboles hay que podarlos
para que den más fruto y para que lleguen a su pleno desarrollo. Cuando plantamos
un jardín y se llena de malas hierbas,
habrá de limpiarlo de lo que impide que, las plantas que hemos puesto, se
desarrollen y florezcan. Hay un montón de empleados para mantener las ciudades
limpias y en orden. Hay muchas cosas que sobran, estorban y ensucian, y hay que
ponerlas en un lugar aparte, sobre todo cuando atentan contra la vida de las
personas. Estamos hablando de cosas materiales y muy sencillas. Los padres
saben que, a los hijos no se les puede, ni se les debe dar todos los caprichos.
En la sociedad en la que vivimos, no se puede permitir que cada persona haga lo
que le viene en gana, ni a los ricos, ni a los pobres. Personalmente cada uno
sabe que tiene que controlarse y tiene que renunciar (recortarse) a muchas
cosas, si quiere vivir como una persona. Y con frecuencia vemos que llevan a
una persona al hospital, para que le recorten una parte de su cuerpo que, si no
se la quitan, le va a llevar a la muerte. He vivido en un país, en el que, para
evitar grandes epidemias, se tenían que
tomar medidas muy severas con el agua, los alimentos y el los vestidos y
otras cosas. Vemos, por estos ejemplos y otros muchos que podríamos aducir, que
no todos los recortes son malos, sobre todo cuando se hacen a personas y a
capitales que tienen mucho para recortar. Y otra muy importante es que, dadas
las circunstancias en las que vivimos, todos estamos llamados a vivir con una
especial responsabilidad, y todos hemos arrimar el hombro (los que tengan
hombro, porque algunos ya no tienen) para sacar de la situación presente a
nuestro país.
Hoy Jesús, en el Evangelio, Juan 15,1-8, nos dice que él es la Vid y el
Padre es el labrador. Y a todo sarmiento suyo que no da fruto, el Padre lo poda
para que dé más fruto. Y, una forma de podarse y limpiarse, de todas las cosas
que nos impiden dar fruto es escuchar a Jesús y poner en práctica su palabra,
que nos invita a ser solidarios con los que lo están pasando mal. El tener en
cuenta a Jesús y el dejarnos guiar por su Palabra, nos libera de nuestros egoísmos,
nos recorta aquellas cosas que inutilizan y destruyen nuestra vida y que
destruyen la sociedad en que vivimos. Jesús nos invita a vivir con su vida, no
con nuestro egoísmo; nos invita a recortarnos todos, (todos los que tengan y
puedan recortarse); el que pueda poco que se recorte poco, el que no pueda nada
que no se recorte nada, incluso que reciba la ayuda que necesita para vivir. Y
que todos nos recortemos el orgullo, la comodidad, la irresponsabilidad, los
caprichos y otras cosas inútiles que no conducen a nada, aunque digamos que
tenemos derecho. Parece ser que la sociedad ha llagado a la crisis económica
actual, por otra crisis moral mucho más profunda que la económica. La sociedad
en general, de una manera especial los que tiene mayores responsabilidades,
tiene la necesidad urgente de una gran poda o recorte: Poda a los caprichos y
cosas inútiles, pero sobre todo poda al poderío financiero, que está
esclavizando y llevando a la ruina al mundo entero.
También, un buen recorte se debería hacer, estos días, en las
comuniones, en los bautizos, en las bodas, en las confirmaciones y también, y
buen recorte, en las Cofradías; y, si nos revisamos a fondo, en toda la marcha
de la Iglesia. Y no porque la Iglesia sea una gran potencia económica, que,
gracias a Dios no lo es (cuando se conoce a fondo), sino porque ha de dar
ejemplo. Y si hay algo que aparente poderío y riqueza, ha de revisarlo a la luz
del Evangelio y se ha de podar. Pero, ojo, la Iglesia somos todos; por favor,
no confundamos a la Iglesia con la Jerarquía, o con el Vaticano. No todos los
recortes son malos. Necesitamos unos recortes morales muy profundos, si
queremos hacer frente, de verdad a la crisis. A esto, precisamente, nos invita
hoy Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario