En el nombre de Dios
¡Basta ya de desahuciar a las familias!
A los políticos, banqueros y a todos aquellos que participan
directa o indirectamente en el desahucio de viviendas:
La crisis financiera está llevando a miles de familias a
tener grandes dificultades para pagar la hipoteca de su vivienda. La vivienda
no es sólo ladrillo y cemento, es un hogar donde se ha materializado un
proyecto familiar, es un espacio en el que
todo adquiere un significado afectivo y existencial: el amor de la pareja, los
momentos felices y duros, el nacimiento de un hijo… Es el lugar vital donde la
familia encuentra el cariño, el descanso y la tranquilidad.
Las familias han ido pagando sus hipotecas mientras alguno
de sus miembros ha tenido un trabajo. La pérdida de éste les ha supuesto no
poder cumplir con la cantidad mensual establecida. Esto ha provocado que los
bancos y cajas de ahorros, a través de demandas judiciales para desahuciar,
estén provocando un sufrimiento a la sociedad en aras de sus beneficios. En
estas actuaciones muestran que el sistema financiero no tiene corazón, máxime
cuando ha sido uno de los causantes fundamentales de esta crisis. Los bancos y
las cajas han recibido muchísimo dinero público para tapar sus agujeros, que
ellos mismos han provocado buscando el máximo y rápido beneficio. Estas
demandas judiciales tienen amparo legal en una Ley Hipotecaria que no defiende
ni ampara a la persona ni a la familia. Muchas familias han sido echadas a la
calle, con el agravante de no concederles la dación en pago (cancelación de la
hipoteca con la entrega de la vivienda), lo cual las deja sin futuro. No pueden
volver a reiniciar sus vidas. ¿Qué futuro pueden darles a sus hijos si están en
paro, o con un trabajo precario, y además con una deuda de miles de euros?
Pedimos a los bancos y cajas que no ejerzan la demanda de
desahucio, sino que busquen soluciones con las familias y las administraciones,
que permitan a las familias poder seguir disfrutando de su hogar. En este sentido,
valoramos el trabajo y el compromiso de las plataformas de afectados por la
hipoteca.
También, pedimos a los jueces, secretarios/as judiciales,
comisiones judiciales y fuerzas de orden público una gran sensibilidad y
respeto ante estas situaciones. Que sus actuaciones no supongan un mayor
sufrimiento a las familias. Que no olviden que echar a una familia a la calle
sepulta la dignidad humana, por muy legal que sea.
Exigimos a los gobernantes que estén al servicio de los
ciudadanos y del bien común (cf. Caritas in Veritate, 36). Es escandalosa la
sumisión de la política a la economía. Que cambien ya la ley, que paralicen los
desahucios ante esta situación social, concedan por ley la dación en pago y se
establezca el alquiler social. Miles de familias viven hacinadas, con todo lo
que eso supone, en casas de sus padres y otros familiares. El derecho a la
vivienda, además de ser un derecho constitucional y un derecho humano, está
recogido ampliamente por la Doctrina
Social de la Iglesia. Así
por ejemplo en la Carta de los derechos de la familia de 1983, en el art. 11 se
recoge: “La familia tiene derecho a una vivienda decente, apta para la vida
familiar y proporcionada al número de sus miembros, en un ambiente físicamente
sano que ofrezca los servicios básicos para la vida de la familia y de la
comunidad” (cf. también Familiaris Consortio, 46; Pacem in Terris, 11). Les
exigimos, por tanto, a los políticos, que protejan a las familias.
Y por último, pedimos que todos pongamos en el centro de
nuestras actuaciones y decisiones a la persona y su dignidad, porque el ser
humano no es mercancía, sino que “es el centro y fin de toda la vida económica
y social” (Caritas in Veritate, 25). Desde la fe cristiana consideramos a
cualquier persona imagen de Dios y por tanto, merecedora de respeto, justicia y
fraternidad.
Murcia, mayo de 2012
Sacerdotes, religiosos, religiosas, misioneros y misioneras de la Diócesis de Cartagena
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