"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

martes, 30 de octubre de 2012

LOS PRESUPUESTOS DEL ESTADO 2013 SON INCOMPATIBLES CON LA OPCIÓN POR LOS POBRES

Los cristianos no tenemos un modelo único en economía para repartir los bienes entre los españoles. Cada uno puede buscar dentro del mercado. Pero, a la hora de escoger, no es libre de incluir el criterio de la opción preferencial por los pobres. Este es un criterio evangélico imprescindible.

El beato Juan Pablo II se encargó de afirmarlo solemnemente ante los obispos de Latinoamérica invocando que pertenece a toda la tradición de la Iglesia. Esto lo ha de aplicar el cristiano en su vida privada, “pero se aplica igualmente a nuestras responsabilidades sociales y, consiguientemente, a nuestro modo de vivir y a las decisiones que se deben tomar coherentemente sobre la propiedad y el uso de los bienes” (Discurso a la III Conferencia Latinoamericana, Puebla, 194-195).

Al hablar de los presupuestos presentados por el Gobierno para el 2013 no entramos a valorar criterios económicos (si es creíble la caída del 0,5% del PIB), sino morales: suponen más recortes para los más pobres, pero no para los que tienen su dinero en las SICAV o en paraísos fiscales. Se ahonda más las diferencias sociales porque aportan proporcionalmente más los que menos recursos tienen.

El criterio de la Iglesia es así de claro: “El principio del destino universal de los bienes exige que se atienda con particular solicitud a los pobres, a aquellos que se encuentran en situación de marginación y, en cualquier caso, a las personas cuyas condiciones de vida les impiden un crecimiento adecuado”. (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 82).

Y la realidad también es bien clara: Cáritas nos asegura en la rueda de prensa de hace pocos días que ha atendido a 200.000 personas más que el año 2010 y tuvo que invertir 250.697.475 de euros para atender a situaciones de marginación. Mientras que, según los cálculos que ha hecho la Comisión Europea, los bancos europeos esquivan cada año 18.000 millones de euros en impuestos.

Han aumentado los embargos y desahucios de las familias que no pueden hacer frente al pago de sus viviendas. Mientras que algunos bancos van a recibir ayudas para sanear sus impagos. ¿Es igual el tratamiento estatal?

Frente a esto la Conferencia Episcopal ha dicho: “Es urgente encontrar soluciones que permitan a estas familias hacer frente a sus deudas sin verse en la calle. No es justo que resulte tan gravemente comprometido el derecho básico de una familia a disponer de una vivienda. Sin la familia, sin la protección del matrimonio y la natalidad, no habrá salida posible a esta crisis".

El secretario general de Cáritas hizo un llamamiento al Gobierno: “las políticas para los más pobres tienen que ser las primeras, y a partir de ahí construir la sociedad. Son también políticas de educación, sanitarias, de vivienda, y son políticas para el desarrollo integral para las personas y las familias. Que no se olviden que los últimos no son los que han motivado la crisis, y son los que más la sufren”.

La justicia social no ha de ser suplantada por la caridad. El bodrio era un caldo que antiguamente se impartía en la trasera de las catedrales y conventos a la hora del ángelus para remediar el hambre de los mendigos. Hoy una legión de samaritanos ejerce también la misericordia de dar de comer a los hambrientos. Pero los seguidores de Jesús debemos unir la justicia y la caridad desde la opción por los pobres, de forma que favorezcamos el derecho a “sentarse a la mesa de del banquete común” (Juan Pablo II, Sollicitudo Rei Socialis, 33)
 
Delegación de Pastoral del Trabajo de Madrid

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