Pepe Lozano Consiliario diocesanode la HOAC |
Queridos amigos/as: en estos
días de Navidad, he pensado mucho en vosotros/as, y os he tenido presentes ante
el Señor. Deseo para vosotros y para mí, un año lleno de felicidad. Todos los
medios de comunicación nos dice que, en lo económico, va a ser peor que el que
hemos pasado, pero, como venimos diciendo hace tiempo, para nosotros los que
creemos en Jesús, y para todas las personas que valoran a sus semejantes por
encima de todo, las circunstancias difíciles, son una gran ocasión para la
solidaridad y el amor más grande a los que sufren. Para felicitaros el Año
Nuevo, quiero resumiros un documento que, además de la Palabra, me ha ayudado a
rezar estos días. Le he pedido al Señor, para el Nuevo Año, que nos libre de:
1.- la confusión. Las
cosas están bastante claras. Si queremos trabajar y unirnos a los que trabajan,
los problemas los tenemos delante de nosotros, y Dios a través de ellos, nos
llama a actuar y a comprometernos, donde podamos y como podamos.
2.- La depresión. Con
la tristeza y la depre, no vamos a solucionar nada. Para vivir y para afrontar
los problemas, es mucho más rentable el humor y la esperanza. La depre puede
ser una escusa y un refugio.
3.- La impaciencia. La
solución de los grandes problemas requiere tiempo, sacrificio, inteligencia, aprender
de la vida, permanecer y no cansarse nunca. Y, si nos cansamos, nos tomamos un
respiro y comenzamos otra vez.
4.- La pasión por la
eficacia. Nos puede dar la impresión de que, con nuestro compromiso, no
estamos haciendo nada, de que no avanzamos, de que estamos perdiendo el tiempo.
No nos acordamos de que somos “levadura en la masa” que se parece que se
pierde, de que Jesús acabó en el fracaso más grande, de que la solución depende
de nuestro esfuerzo, pero sobre todo depende de Dios. El dueño del mundo es
Dios, no nosotros.
5.- El individualismo.
Cada uno por nuestra cuenta, y el grupo al que pertenecemos, separado de los
otros grupos, no solucionamos nada. Las cosas se hacen entre todos o no se
hacen, o se hacen mal. Jesús no quiso hacerlo todo él solo, formó un grupo,
puso en marcha una comunidad. Será bueno que dejemos a un lado nuestro
protagonismo y nuestras genialidades y busquemos la coordinación con todos.
6.- La excesiva confianza
en la planificación, en la organización de nuestra vida y de nuestro compromiso.
Podríamos caer en la trampa de pensar que, después de hacer una planificación
bien hecha y una líneas de acción, ya está todo o casi todo resuelto. Eso sería
vivir de ilusiones. La Plani, sólo es un medio, lo importante es la vida,
reflexionada y revisada día a día.
7.- El creer que lo sabemos
todo y que nos sobra experiencia. La vida es nueva cada día. Lo que vivimos
hoy, no se repite jamás. Tenemos que estar siempre aprendiendo y renovándonos.
No podemos contentarnos con hacer lo que hacemos y quedarnos tranquilos y
satisfechos. Es posible que nos sobre “ego” y que falte protagonismo de Dios.
Pensémoslo.
8.- La rutina. Como ya
sabemos, la rutina, es la muerte de la vida, de la esperanza, de la creatividad
y de la transformación de nuestro mundo. El acostumbrarse, el acomodarse, el
encerrarse en unos determinados esquemas, (por muy buenos que sean), el
instalarse, es firmar nuestra sentencia de muerte, salirnos de la vida y romper
la unión con nuestro mundo. Nos encontraremos con la novedad de la vida y sus
retos, cada día, aunque no sea cómodo.
9.- Las rebajas. No
vivimos por vivir, sea como sea; vivimos para encontrar la plenitud de nuestra
vida. No nos comprometemos para quedar bien, sin poner nuestro corazón y
nuestra vida en el compromiso, actuamos para responder a las necesidades de los
que sufren. El centro de nuestro compromiso no somos nosotros, sino las
personas y la sociedad de la que formamos parte, y el Plan de Dios. No todo es
lo mismo, no todo vale. Lo importante no es actuar, sino cómo se actúa. Cuando
falta amor y generosidad, todo está vacío.
10.- La falta de
experiencia de Dios. Jesús Dios mucho a todas las personas que se iba
encontrando. Curó, alimentó, resucitó a muertos, ayudó… Pero sobre todo ofreció
al mundo, a través de toda su vida y sus gestos, la Gran Noticia del infinito amor del Padre,
la ternura de Dios. Y la ofreció porque la tenía, porque la vivía cada día y
cada momento. Eso es precisamente lo que nosotros hemos de ofrecer a nuestro
mundo a través de nuestra vida.
Pepe Lozano
Consiliario Diocesano
HOAC Orihuela-Alicante
Muy clarito y aplicable. ¿Qué mas se puede pedir?
ResponderEliminarGracias,