"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

martes, 8 de enero de 2013

AÑO DE LA FE

En nuestras parroquias hemos escuchado que, en este año, vamos a celebrar EL AÑO DE LA FE. La fe es el don que Dios nos da para comunicarnos con él, recibir la salvación que nos ha dado Jesús con su muerte, y sentirnos hijos suyos. Vamos a cultivar nuestra fe en nuestras comunidades cristianas. Pero San Pablo nos recuerda: “Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de ellas es la caridad” (1ª Cor. 13,13). Y el apóstol Santiago nos dice: “¿De qué le sirve a uno, hermanos, decir que tiene fe, sin no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo la fe? Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos de alimento y alguno de vosotros le dice: “id en paz, abrigaos y saciaos”, pero no leda lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?. Así también es la fe: si no tiene obras está muerta… (Sant.2,14-18). La fe, si es verdadera, nos lleva a vivir un amor muy grande a todas las personas, sobre todo a los pobres. Por eso Jesús nos dice: Así, pues, todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella; pues esta es la Ley y los Profetas (Mat.7,12) Desde el principio la fe cristiana se ha manifestado en darlo todo por Dios y darlo todo por los demás, por eso “los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común;  vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno”.(Hechos 2,44)


Al principio de la Iglesia hubo un tiempo de hambre en Jerusalén y en toda Judea, y, los apóstoles, acordaron hacer una campaña de ayuda para aquellas personas que estaban pasando hambre, por eso San Pablo dice la los de Corinto: “que cada uno de vosotros aparte, el domingo, lo que haya podido ahorrar y que lo guarde….. para cuando yo vaya”. (1ª Cor 16,2) “Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza. Por eso no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En este momento, vuestra abundancia remedia su carencia, para que la abundancia de ellos (algún día) remedie vuestra carencia; así habrá igualdad”(2ª Cor.8,914). Está claro que, sin compartir y sin un esfuerzo por igualar nuestras vidas, como dice Pablo, es muy difícil que haya fe y vida cristiana. Lo vemos en todo el Nuevo testamento y en toda la vida de la Iglesia. En las circunstancias en las que vivimos, estamos sintiendo una llamada muy fuere del Señor, a hacer más sencillas nuestras vidas, a renunciar a todo lo que no nos hace falta, a pasar con lo menos posible, para compartir todo lo que podamos con las personas que, por no tener trabajo, por estar endeudadas, por cobrar muy poco, o por otras muchas razones, no tienen lo suficiente para vivir.  El Año de la Fe debe ser también y sobre todo, AÑO DE LA CARIDAD Y DEL COMPARTIR, no sólo bienes económicos, sino sobre todo amor, esperanza y vida.
 
Pepe Lozano
Consiliario Diocesano
HOAC Orihuela-Alicante

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