Al principio de la
Iglesia hubo un tiempo de hambre en Jerusalén y en toda Judea, y, los
apóstoles, acordaron hacer una campaña de ayuda para aquellas personas que
estaban pasando hambre, por eso San Pablo dice la los de Corinto: “que cada uno de vosotros aparte, el domingo,
lo que haya podido ahorrar y que lo guarde….. para cuando yo vaya”. (1ª Cor
16,2) “Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo
rico, se hizo pobre por vosotros, para enriqueceros con su pobreza. Por eso no se trata de aliviar a otros,
pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En este momento, vuestra
abundancia remedia su carencia, para que la abundancia de ellos (algún día) remedie vuestra carencia; así habrá
igualdad”(2ª Cor.8,914). Está claro que, sin compartir y sin un esfuerzo
por igualar nuestras vidas, como dice Pablo, es muy difícil que haya fe y vida
cristiana. Lo vemos en todo el Nuevo testamento y en toda la vida de la
Iglesia. En las circunstancias en las que vivimos, estamos sintiendo una
llamada muy fuere del Señor, a hacer más sencillas nuestras vidas, a renunciar
a todo lo que no nos hace falta, a pasar con lo menos posible, para compartir
todo lo que podamos con las personas que, por no tener trabajo, por estar
endeudadas, por cobrar muy poco, o por otras muchas razones, no tienen lo
suficiente para vivir. El Año de la Fe
debe ser también y sobre todo, AÑO DE LA CARIDAD Y DEL COMPARTIR, no sólo
bienes económicos, sino sobre todo amor, esperanza y vida.
Pepe Lozano
Consiliario Diocesano
HOAC Orihuela-Alicante
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