Todo ser humano
disfruta de un derecho básico a ser respetado, no debido a ningún título,
posición, prestigio o logro, sino primero que todo porque fuimos creados en la
imagen y semejanza de Dios. Desde una perspectiva ética y moral aceptamos la
exhortación de san Pablo "a amarnos cordialmente con amor
fraterno" (Rom 12:10). La cultura competitiva de hoy día nos reta a
luchar por la victoria y la ventaja, pero para san Pablo el reto es edificarnos
los unos a los otros y honrar los unos la dignidad innata de los otros.
El Día del Trabajo es
una oportunidad para evaluar las maneras en que los trabajadores son honrados y
respetados. A principios de este año el papa Francisco señaló: "El trabajo
es fundamental para la dignidad de las personas. ... Este le da a uno la
capacidad de sustentarse a sí mismo, a su familia, de contribuir al crecimiento
de la nación de uno”. Lamentablemente a millones de trabajadores hoy día se les
niega este honor y respeto como resultado del desempleo, el subempleo, los
salarios injustos, el robo de salarios, el abuso y la explotación.
Aun con los nuevos
indicadores de un poco de progreso modesto en la recuperación, la economía
todavía no ha mejorado el estándar de vida de muchas personas, especialmente
para los pobres y los trabajadores pobres, muchos de los cuales están
desempleados o subempleados. Más de cuatro millones de personas han estado
desempleadas durante más de seis meses y eso no incluye a los otros millones
que simplemente han perdido la esperanza. Por cada empleo disponible, en muchos
casos hay cinco personas desempleadas y subempleadas que compiten activamente
por este. Esta brecha en los empleos impulsa los salarios hacia abajo. La mitad
de los empleos en este país pagan menos de $27,000 anuales. Más de 46 millones
de personas viven en la pobreza, incluyendo 16 millones de niños. La economía
no está creando un número adecuado de empleos que permita que los trabajadores
se sustenten a sí mismos y a sus familias. Los empleos, los salarios y la
pobreza están interrelacionados. La única manera de reducir la creciente brecha
entre los ricos y los más pobres en nuestro país es creando empleos de calidad
que provean justa compensación que permita que los trabajadores vivan en la
dignidad apropiada para ellos y sus familias.
La creciente
desigualdad lastima familias y comunidades
El alto desempleo y
el subempleo están conectados con el aumento de la desigualdad de ingresos. Las
palabras proféticas del papa emérito Benedicto XVI en Caritas in Veritate
nos advierten de los peligros de la desigualdad:
La dignidad de la
persona y las exigencias de la justicia requieren, sobre todo hoy, que las
opciones económicas no hagan aumentar de manera excesiva y moralmente
inaceptable las desigualdades y que se siga buscando como prioridad el
objetivo del acceso al trabajo por parte de todos … El aumento sistémico de
las desigualdades entre grupos sociales … no solo tiende a erosionar la
cohesión social y, de este modo, poner en peligro la democracia, sino que tiene
también un impacto negativo en el plano económico por el progresivo desgaste
del “capital social” … indispensables en toda convivencia civil. (No. 32)
¿Es posible que esto
esté ocurriendo aquí en los Estados Unidos? En muchos lugares la riqueza y las
necesidades básicas están separadas solamente por unas cuantas cuadras o
paradas del tren subterráneo. Solamente tenemos que mirar debajo de los puentes
y en los callejones. Las palabras de Gaudium et Spes (no. 63) del
Segundo Concilio Vaticano de hace cincuenta años parecen ser igual de ciertas
hoy: “Mientras muchedumbres inmensas carecen de lo estrictamente necesario,
algunos, aun en los países menos desarrollados, viven en la opulencia y
malgastan sin consideración”. ¿Cómo puede decirse que las personas se honran
las unas a las otras cuando tales "extravagancia y miseria
coexisten"?
¿Quiénes tenemos la esperanza
de ser como nación?
La mayoría de la
gente quiere vivir en una sociedad más equitativa que provea oportunidades de
crecimiento y desarrollo. Los desequilibrios actuales no son inevitables, pero
exigen audacia en la promoción de una economía justa que reduzca la desigualdad
creando empleos que paguen un salario suficiente para vivir y compartan con los
trabajadores algo de las ganancias de la compañía. También requiere asegurar
una red fuerte de seguridad para los trabajadores desempleados y sus familias y
para aquellos que estén incapacitados para trabajar. Como individuos y
familias, como la Iglesia, como organizaciones comunitarias, como negocios,
como gobiernos, todos tenemos la responsabilidad de promover la dignidad del
trabajo y de honrar los derechos de los trabajadores.
Desde el final de la
Guerra Civil los sindicatos han sido una parte importante de nuestra economía
porque proveen protección para los trabajadores y más importante una forma para
que los trabajadores participen en las decisiones que les afectan de las
compañías . La enseñanza católica ha afirmado consistentemente el derecho de
los trabajadores a escoger formar un sindicato. El aumento de la desigualdad de
ingresos ha reflejado un descenso de afiliación sindical. Los sindicatos, como
todas las instituciones humanas, son imperfectas y tienen que continuar
reformándose para mantenerse enfocados en los asuntos importantes de los
salarios suficientes para vivir y beneficios apropiados, aumentar el salario
mínimo, detener el robo de salarios, defender las condiciones de trabajo
seguras y saludables y otros asuntos que promueven el bien común. La Iglesia,
de acuerdo con sus principios sobre la vida y la dignidad de la persona humana,
desea colaborar con los sindicatos para asegurar los derechos y la dignidad de
los trabajadores.
Las empresas
privadas, en su mejor forma, crean empleos decentes, contribuyen al bien común
y pagan salarios justos. Los líderes comerciales éticos y morales saben que es
erróneo perseguir ganancias y éxito a costa de la dignidad de los trabajadores.
Ellos saben que tienen una vocación para edificar el tipo de solidaridad que
honra al trabajador y a los más pobres entre nosotros. Ellos recuerdan que la
economía es "para la gente". Ellos saben que grandes daños resultan
cuando separan su fe o sus valores humanos de su trabajo como líderes
empresariales.
Siempre que sea
posible debemos apoyar aquellos negocios y empresas que protegen la vida y la
dignidad humana, pagan salarios justos y protegen los derechos de los
trabajadores. Debemos apoyar las políticas de inmigración que mueven a los
trabajadores inmigrantes de las sombras a un estado legalizado y les ofrecen un
camino justo y razonable hacia la ciudadanía, de modo que sus derechos humanos
sean protegidos y aumenten los salarios para todos los trabajadores.
Honramos al
trabajador inmigrante recordando que la edificación de los Estados Unidos ha
sido realizada por tantos que huyeron de la persecución, la violencia y la
pobreza en otros lugares, viniendo a los Estados Unidos para ofrecer sus
talentos y dones para sustentarse a sí mismos y a sus familias. Acogemos al
forastero, al refugiado, al migrante y al marginado porque son hijos de Dios y
es nuestro deber hacerlo. Pero a su vez es importante terminar las condiciones
políticas, sociales y económicas que expulsan a las personas de sus patrias y
familias. La solidaridad nos llama a honrar a los trabajadores en nuestras
propias comunidades y en todo el mundo.
El dolor de los
pobres y de los que se están convirtiendo en pobres en la creciente desigualdad
económica de nuestra sociedad está aumentando. Por lo tanto, en este Día del
Trabajo del 2013, renovemos nuestro compromiso de promover la dignidad de la
persona humana mediante el trabajo que es honorable, paga salarios justos y
reconoce la dignidad dada por Dios a la persona trabajadora.
Al final de la Misa
se nos ordena: "Vayan y anuncien el Evangelio del Señor". Nos vamos
con un sentido de misión de demostrarnos honor los unos a los otros con lo que
hacemos y decimos. En este Día del Trabajo nuestra misión nos lleva hasta los
millones de personas que continúan sufriendo los efectos de la economía actual.
Obispo Stephen E.
Blaire de Stockton
Director, Comité
Sobre Justicia Nacional y Desarrollo Humano Conferencia Estadounidense de Obispos Católicos
2 de septiembre de
2013
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