(ADITAL 2014-07-08) Ahora con
el Papa Francisco este pacto gana plena actualidad. Vale la pena recordar los
compromisos asumidos por los obispos.
"Nosotros, obispos,
reunidos en el Concilio Vaticano II, conscientes de las deficiencias de nuestra
vida de pobreza según el evangelio; motivados los unos por los otros, en una
iniciativa en que cada uno de nosotros quisiera evitar la excepcionalidad y la presunción;
unidos a todos nuestros hermanos de episcopado; contando sobre todo con la
gracia y la fuerza de Nuestro Señor Jesucristo, con la oración de los fieles y
de los sacerdotes de nuestras respectivas diócesis; poniéndonos con el
pensamiento y la oración ante la Trinidad, ante la Iglesia de Cristo y ante los
sacerdotes y los fieles de nuestras diócesis, con humildad y con conciencia de
nuestra flaqueza, pero también con toda la determinación y toda la fuerza que
Dios nos quiere dar como gracia suya, nos comprometemos a lo siguiente:
1) Procuraremos vivir según
el modo ordinario de nuestra población, en lo que concierne a casa,
alimentación, medios de locomoción y a todo lo que de ahí se sigue.
2) Renunciamos para siempre a
la apariencia y a la realidad de la riqueza, especialmente en el vestir
(tejidos ricos, colores llamativos, insignias de material precioso). Esos
signos deben ser ciertamente evangélicos: ni oro ni plata.
3) No poseeremos inmuebles ni
muebles, ni cuenta bancaria, etc. a nuestro nombre; y si fuera necesario
tenerlos, pondremos todo a nombre de la diócesis, o de las obras sociales
caritativas.
4) Siempre que sea posible
confiaremos la gestión financiera y material de nuestra diócesis a una comisión
de laicos competentes y conscientes de su papel apostólico, en la perspectiva
de ser menos administradores que pastores y apóstoles.
5) Rechazamos ser llamados,
oralmente o por escrito, con nombres y títulos que signifiquen grandeza y poder
(Eminencia, Excelencia, Monseñor…). Preferimos ser llamados con el nombre
evangélico de Padre.
6) En nuestro comportamiento
y en nuestras relaciones sociales evitaremos todo aquello que pueda parecer
concesión de privilegios, prioridades o cualquier preferencia a los ricos y a
los poderosos (ej: banquetes ofrecidos o aceptados, clases en los servicios
religiosos).
7) Del mismo modo, evitaremos
incentivar o lisonjear la vanidad de quien sea, con vistas a recompensar o a
solicitar dádivas, o por cualquier otra razón. Invitaremos a nuestros fieles a
considerar sus dádivas como una participación normal en el culto, en el
apostolado y en la acción social.
8) Daremos todo lo que sea
necesario de nuestro tiempo, reflexión, corazón, medios, etc. al servicio
apostólico y pastoral de las personas y grupos trabajadores y económicamente
débiles y subdesarrollados, sin que eso perjudique a otras personas y grupos de
la diócesis. Apoyaremos a los laicos, religiosos, diáconos o sacerdotes que el
Señor llama a evangelizar a los pobres y los trabajadores compartiendo la vida y
el trabajo.
9) Conscientes de las
exigencias de la justicia y de la caridad, y de sus relaciones mutuas,
procuraremos transformar las obras de "beneficencia” en obras sociales
basadas en la caridad y en la justicia, que tengan en cuenta a todos y a todas,
como un humilde servicio a los organismos públicos competentes.
10) Haremos todo lo posible
para que los responsables de nuestro gobierno y de nuestros servicios públicos
decidan y pongan en práctica las leyes, las estructuras y las instituciones
sociales necesarias a la justicia, a la igualdad y al desarrollo armónico y
total de todo el hombre en todos los hombres, y, así, al advenimiento de otro
orden social, nuevo, digno de los hijos del hombre y de los hijos de Dios.
11) Porque la colegialidad de
los obispos encuentra su más plena realización evangélica en el servicio en
común a las mayorías en estado de miseria física cultural y moral ―dos tercios
de la humanidad― nos comprometemos a:
-participar, conforme a nuestros medios, en las inversiones urgentes de los episcopados de las naciones pobres;
-participar, conforme a nuestros medios, en las inversiones urgentes de los episcopados de las naciones pobres;
-pedir juntos a nivel de los
organismos internacionales, dando siempre testimonio del evangelio como lo hizo
el Papa Pablo VI en las Naciones Unidas, la adopción de estructuras económicas
y culturales que no fabriquen más naciones pobres en un mundo cada vez más
rico, sino que permitan a las mayorías pobres salir de su miseria.
12) Nos comprometemos a
compartir nuestra vida, en caridad pastoral, con nuestros hermanos en Cristo,
sacerdotes, religiosos y laicos, para que nuestro ministerio constituya un
verdadero servicio; así:
-nos esforzaremos para
"revisar nuestra vida” con ellos;
-buscaremos colaboradores que
sean más animadores según el Espíritu que jefes según el mundo;
-procuraremos hacernos lo más
humanamente presentes y ser acogedores;
-nos mostraremos abiertos a
todos, sea cual sea su religión.
13) Cuando volvamos a
nuestras diócesis, daremos a conocer a nuestros diocesanos nuestra resolución,
rogándoles nos ayuden con su comprensión, su colaboración y sus oraciones.
Que Dios nos ayude a ser
fieles”.
¿No son estos los ideales
presentados por el Papa Francisco?
[Traducción de J.M.Gavito
Milano]
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