2 de enero de 2010
Queridos diocesanos:
El próximo día 16 de enero la Iglesia universal celebrará la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado que se presenta con el lema “Una sola familia”. En su mensaje para esta Jornada, el Santo Padre recuerda el vínculo profundo que une a todos los seres humanos, de modo que “tanto emigrantes como poblaciones locales que los acogen, forman parte de una sola familia, y todos tienen el mismo derecho a gozar de los bienes de la tierra, cuya destinación es universal, como enseña la doctrina social de la Iglesia”. Anima también a crecer en los vínculos de fraternidad, sintiéndonos responsables unos de los otros y promoviendo la comprensión y estima recíproca entre los pueblos y culturas.
Este complejo fenómeno de las migraciones tiene particular incidencia en nuestra Diócesis, que es, en términos relativos, la que mayor número de personas extranjeras ha recibido estos últimos años en España: unos buscando calidad de vida, otros por necesidades de trabajo y otros para mantener o sostener a sus familias. Por otra parte, la crisis económica, que todos padecemos, está afectando de manera especial a muchas familias emigrantes, así como a otros colectivos desfavorecidos de nuestra sociedad. Resulta también preocupante que esta crisis provoque en algunos de nuestros conciudadanos actitudes xenófobas o contrarias a la dignidad de la persona humana.
Podemos aprovechar esta Jornada para recordar la unidad radical de todo el género humano, más allá de las diferencias que existen entre nosotros, así como la dignidad inalienable de la persona humana. Todos tenemos un origen común, que es Dios, y una misma tierra, que ha sido creada por Dios para el servicio de todos. Debemos fomentar la convivencia serena y provechosa entre nosotros, en el respeto de las diferencias. Y unirnos también en oración “para que los corazones se abran a la acogida cristiana y de trabajar para que crezcan en el mundo la justicia y la caridad, columnas para la construcción de una paz auténtica y duradera” (Mensaje Santo Padre).
Os animo a celebrar esta Jornada en vuestras comunidades cristianas con verdadera conciencia cristiana y con el deseo de integrar a todas las personas en las mismas, de manera que todos se encuentren en Casa, en nuestra Iglesia y en nuestra sociedad alicantina, como miembros de “una sola familia”.
“La Iglesia, nos ha recordado el Papa, invita a los fieles a abrir el corazón a los emigrantes y a sus familias, sabiendo que no son sólo un “problema”, sino que constituyen un “recurso” que hay que saber valorar oportunamente para el camino de la humanidad y para el auténtico desarrollo” (9.11.2009).
- Mensaje de Benedicto XVI
- Secretariado Diocesano de Migración
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