"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

martes, 6 de septiembre de 2011

NO SER VENGATIVOS

Domingo, 11 de setiembre de 2011
24 de tiempo ordinario
Pepe Lozano, consiliario diocesano de la HOAC de Orihuela-Alicante

Hay muchas personas que no quieren oír hablar de perdón, porque piensan que perdonar es consentir la injusticia, no poner remedio a la corrupción y no dar importancia a toda clase de abusos. Está claro que perdonar, no es el consentir, el no dar importancia a las cosas, y dejar que cada uno/a haga lo que quiera. Perdonar es no ser vengativos, no tomarnos la justicia por nuestra mano, no guardar rencor. Nosotros perdonaremos a los están robando a la nación, a los terroristas, no pedimos para ellos la muerte, pero sí que pedimos justicia. Si han robado, que paguen lo que han robado, en dinero o en cárcel. Si han matado, que se les administre justicia, bien administrada.

Normalmente no perdonamos, sino que consentimos. Hay un montón de injusticias que están provocando mucho sufrimiento a la humanidad. Y nosotros aguantamos, consentimos, vamos dejando que se cometan más y más injusticias. Eso no es perdonar, eso es consentir, dejar las cosas como están porque nos resulta más cómodo. No podemos separar el perdón de la lucha por la justicia. Decimos que Jesús murió perdonando; y es verdad, pero también murió denunciando. Si lo llevaron a la cruz fue porque denunció un montón de injusticias. Por eso los cristianos/as somos las personas del perdón y de la lucha por la justicia. Las dos cosas al mismo tiempo. Queremos ser buenos, muy buenos, como Jesús, pero no tontos, “hermanos, pero no primos”.

Hoy Jesús, en el Evangelio, Mateo 18,21-35, nos dice que hemos de perdonar siempre; y que si no perdonamos, no podremos recibir el perdón de Dios. Si no perdonamos, no podemos ser cristianos, porque somos hijos de Dios que perdona todo a todos; siempre que queramos reconocer nuestras faltas y errores, y tengamos el deseo de corregirnos. A Dios nos tenemos que acercar con confianza, sin miedo de ninguna clase. Su amor es más grande que nuestros pecados. Ante todo Dios es Padre para nosotros que quiere, por encima de todo, nuestra felicidad, que no siempre coincide con nuestra “buena vida”. Pero también hemos de acercarnos con responsabilidad. Si recibimos el perdón de Dios, siempre, por muy grandes que sean nuestras faltas, hemos de estar dispuestos a ofrecer el perdón a cualquier persona que nos haya ofendido, naturalmente, siempre que esa persona busque nuestro perdón. Si además de ofendernos, encima se cree que tiene razón, a esa persona no la podemos perdonar, está incapacitada para recibir nuestro perdón. Igual que el/la que ofende a Dios y no reconoce su culpa no puede recibir el perdón de Dios aunque Dios lo quiera perdonar.

El perdón es algo muy importante para la vida de las personas. Uno/a que no sabe perdonar no es una persona madura. No es consciente de la realidad, porque él/ ella, como todos, por muy perfecto/a que sea, necesita que lo perdonen casi todos los días. Es muy importante el perdón en el matrimonio, en la familia, en el trabajo, en las relaciones sociales. Sin perdón, a todos los niveles, es imposible vivir.

El perdón no sólo es la tolerancia y el respeto a los demás. Es otra cosa. Yo puedo aceptar que cada persona hago lo que, en conciencia, le parezca mejor. También los cristianos/as nos tenemos que distinguir por el respeto y la tolerancia.

Pero hay momentos en que una persona nos hace daño. Entonces no es suficiente la tolerancia y el respeto, hace falta el perdón. La palabra perdón quiere decir “don para”, es un don (como un regalo) que hacemos a una perdona de forma gratuita. Y junto con el perdón queremos ayudarle a que no nos fastidie otra vez. Y teniendo en cuenta a Dios, perdonaremos siempre. Para eso le pediremos que nos ayude a saber perdonar, porque con sólo nuestras fuerzas, no llegamos muy lejos.

A veces es complicado “arreglar las cosas”, reconciliarse, entre las personas y los grupos de personas. A veces los problemas que surgen entre nosotros no se solucionan en un día, tenemos que dar tiempo al tiempo. Y en algunos casos tenemos que aceptar, con toda nuestra buena voluntad, que la cosa no tiene “arreglo”, o que nosotros no sabemos solucionar el asunto, por lo menos por ahora. Lo que no podemos hacer los cristianos es dejar de trabajar para construir la paz y la buena convivencia entra las personas y en la sociedad.

Hoy en esta celebración, damos gracias a Señor porque siempre nos perdona, nos comprometemos a perdonar nosotros también siempre y a todos y le pedimos fuerzas para saber personar; no consentir, ni dejar que aumente la injusticia en el mundo.

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