Leonardo Boff, teologo. |
Para resolver la crisis económico-financiera de Grecia y de Italia se
han formado, por exigencia del Banco Central europeo, gobiernos solo de
técnicos sin participación de ningún político. Se partía de la ilusión de que
se trata de un problema económico que debe resolverse económicamente. Quien
solo entiende de economía, acaba no entendiendo ni siquiera la economía. La
crisis no es de economía mal manejada, sino de ética y de humanidad. Ambas muy
relacionadas con la política. Por eso la primera lección de un marxismo básico
es entender que la economía no es parte de la matemática y de la estadística
sino un capítulo de la política. Gran parte de la obra de Marx está dedicada a
desmontar la economía política del capital. Cuando en Inglaterra ocurrió una
crisis semejante a la actual y se creó un gobierno de técnicos, Marx hizo duras
críticas mofándose con ironía, pues preveía un fracaso total, como
efectivamente ocurrió. No se puede usar el veneno que creó la crisis como
remedio para curarla.
Para dirigir los respectivos gobiernos de Grecia y de Italia han
llamado a gente que pertenece a los altos niveles bancarios. Los bancos y las
bolsas han sido los que han provocado la presente crisis que casi hundió todo
el sistema económico. Estos señores son como talibanes fundamentalistas: creen
de buena fe en los dogmas del mercado libre y en el juego de las bolsas. ¿En
que lugar del universo se proclama el ideal de greed is good, la codicia es
buena? ¿Cómo hacer de un vicio (y, digámoslo también, de un pecado) una virtud?
Están sentados en Wall Street de Nueva York y en la City de Londres. No son
raposas que guardan las gallinas, sino que las devoran. Con sus manipulaciones
transfirieron grandes fortunas a unas pocas manos y cuando estalló la crisis
fueron auxiliados con miles de millones de dólares sacados de los trabajadores
y de los jubilados. Barack Obama se mostró débil, inclinándose más por ellos
que por la sociedad civil. Con los dineros recibidos continuaron la farra, ya
que la prometida regulación de los mercados financieros quedó en letra muerta.
Millones de personas están en el paro y la precarización, especialmente los
jóvenes, que están llenado las plazas, indignados, contra la codicia, la
desigualdad social y la crueldad del capital.
¿Es que gente que tiene la cabeza formada por el catecismo del
pensamiento único neoliberal va a sacar a Grecia y a Italia del atolladero? Lo
que está ocurriendo es el sacrifico de toda una sociedad en el altar de los
bancos y del sistema financiero.
Ya que la mayoría de los stablishment no piensan (no lo necesitan)
vamos a intentar entender la crisis a la luz de dos pensadores que en el mismo
año de 1944, en Estados Unidos, nos dieron una clave iluminadora. El primero
fue el filósofo y economista húngaro-canadiense Karl Polanyi con su clásica
obra La Gran Transformación. ¿En qué consiste? Consiste en la dictadura de la
economía. Después de la Segunda Guerra Mundial que ayudó a superar la Gran
Depresión de 1929, el capitalismo dio un golpe maestro: anuló la política,
mandó al exilio la ética e impuso la dictadura de la economía. A partir de
entonces no ha habido como siempre antes una sociedad con mercado, sino una
sociedad de mercado. Lo económico estructura todo y hace de todo una mercancía
regida por una cruel competencia y una ganancia descarada. Esta transformación
desgarró los lazos sociales y profundizó el foso entre ricos y pobres dentro de
cada país y a nivel internacional.
El otro es un filósofo de la escuela de Frankfurt, exiliado en Estados
Unidos, Max Horkheimer, que escribió El eclipse de la razón (1947). Ahí se dan
las razones para La Gran Transformación de Polanyi, que consisten
fundamentalmente en esto: la razón ya no se orienta por la búsqueda de la
verdad y por el sentido de las cosas, sino que es secuestrada por el proceso
productivo y rebajada a mera función instrumental, «transformada en un simple
mecanismo tedioso de registrar hechos». Lamenta que «justicia, igualdad,
felicidad, tolerancia, juzgadas inherentes a la razón durante siglos, han
perdido sus raíces intelectuales». Cuando la sociedad eclipsa a la razón, se
vuelve ciega, pierde el sentido del estar juntos y se ve atascada en el pantano
de los intereses individuales o corporativos. Es lo que hemos visto en la
crisis actual. Los premios Nobel de economía más humanistas, Paul Krugman y
Joseph Stiglitz, han escrito reiteradamente que los players de Wall Street
deberían estar en la cárcel por ladrones y bandidos.
Ahora, en Grecia y en Italia la Gran Transformación ha adquirido otro
nombre: se llama la Gran Perversión.
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