DOMINGO DE PENTECOSTÉS
- 27 mayo 2012 -
Pentecostés es el día que hace cincuenta después de la Resurrección del
Señor. La palabra “pentecostés” significa cincuenta. Es el día de la venida del
Espíritu Santo a la Iglesia y a toda la humanidad.
¿Quién es el Espíritu Santo? Los cristianos creemos que Dios no es un
solitario, sino una familia de tres personas. El espíritu Santo es la tercera
persona de la Santísima Trinidad. También creemos los cristianos que es el amor
del Padre y del Hijo.
¿Qué hace el Espíritu Santo? Supongamos que en el mundo desapareciera
la energía eléctrica en todas las naciones; que hubiera un apagón, no en una
ciudad, o en una nación, sino en el mundo entero. Quedaría todo como
paralizado: Fábricas, transporte, medios de comunicación, refrigeración en el
verano y calefacción en el invierno……….. Mucho más ocurriría si el Espíritu
Santo no actuara en la humanidad y en el mundo en que vivimos. El Espíritu Santo
no sólo da la vida, sino que además la guía y la conduce (si nosotros le
dejamos); es como la vida de la vida, y el alma de nuestra alma. Por eso es tan
importante que los cristianos invoquemos con frecuencia y deseemos que venga a
nosotros el Espíritu Santo. También sabemos que el amor es el contenido
fundamental de la vida. Donde no hay amor, todo está vacío, todo es mentira. El
Espíritu Santo es el amor de Dios en persona, el que puede hacer posible en
nosotros el amor, el que nos da el don del amor.
Los cristianos, respetando a los que ven las cosas de otra manera,
creemos que el Espíritu Santo mueve a la humanidad para que luche por una vida
más justa, más democrática y más humana para todos. Los movimientos sociales
tendrán sus defectos, algunos dicen que están manipulados, muchos piensan que,
detrás de esos movimientos, hay grupos políticos con intereses; pero cuando
esas multitudes de personas piden cosas justas, y luchan por un mundo distinto,
en el que lo más importantes sea la persona, y no el dinero ahí, en esas
movilizaciones, está el Espíritu de Dios; y nosotros, los cristianos, cuando
vemos que, de verdad, se lucha por la justicia, hemos de participar y apoyar
esas movilizaciones, y a todas las personas que se muevan, para construir el
mundo que Dios quiere, en la medida de nuestras posibilidades.
La primera lectura que hemos leído, Hechos 2,1-11, nos habla de la
venida del Espíritu Santo. Los discípulos estaban encerrados en una casa por
miedo a los judíos. Vino a ellos el Espíritu, y se acabaron los miedos,
salieron a anunciar a todo el mundo la salvación que nos había traído Jesús con
su vida, muerte y resurrección. La multitud que los escuchó por primera vez,
estaba formada por personas de diferentes razas, religiones y culturas, y todos
entendieron en su propia lengua el mensaje que ofrecían los discípulos de
Jesús. Ocurrió lo contrario de la Torre de Babel en donde todos tenían la misma
lengua, pero acabaron separándose porque no tenían el Espíritu de Dios, sino su
propio egoísmo. Es una de las muchas cosas que hace el Espíritu Santo: crear
unidad, hacer que se complementen los que son distintos, y a veces contrarios,
sin dejar de ser cada uno como es.
La segunda lectura, 1ª Corintios 12,3-13, nos dice que es el Espíritu
el que nos da la fe, y también el que nos capacita para ejercer una función
distinta en la sociedad, un servicio distinto, y así apoyándonos unos a otros,
poder vivir. Pablo para explicar lo que es el Espíritu de Dios, pone el ejemplo
del cuerpo que tiene distintos miembros, pero todos ellos, aunque distintos,
tienen una sola vida, una sola alma, y así se ayudan y se complementan unos a
otros.
Esa es la idea cristiana de la sociedad y de la humanidad: distintas
personas, distintas culturas, no para enfrentarnos, ni para dominarnos unos a
otros, sino para ayudarnos y complementarnos. Una persona sola sin las demás,
no es nada, para ser algo necesita a las demás. Y una nación sola sin las
demás, tampoco puede vivir y desarrollarse, necesita intercambiar sus cosas, su
vida y su cultura con las demás. Esta es la actitud que tenemos hoy los
cristianos, con respecto a las otras religiones: respetarlas y ver en qué nos
podemos complementar, a través del diálogo y de la comunicación.
Y los cristianos que son coherentes con su fe, hacen esto mismo en el
terrenos de la política: el cristiano que es de un partido, si es verdadero
cristiano, no trata de eliminar a al otro partido, sino de dialogar y ver en
qué puede complementarse y colaborar con el otro partido. Estamos viendo hoy en
día cómo muchos cristianos, aunque no lo digan, reniegan de su identidad cristiana
al actuar en la política; lo que pretenden es eliminar, o dejar fuera de juego
al otro, o a los otros partidos. Y también ocurre esto en el terreno de la
economía. Vemos que las empresas intentan hacerse fuertes para, para eliminar a
las otras empresas, para convertirse en monopolios y hacerse dueños del
mercado. También los cristianos que hacen eso, reniegan de su identidad
cristiana, aunque vayan mucho a Misa. Lo propio de los cristianos, no es
eliminar, dominar, o ponerse por encima de los demás, sino servir y colaborar
con todos.
El Evangelio, Juan 20,19-23, nos cuenta cómo Jesús dio el Espíritu
Santo a sus discípulos, el mismo día de su resurrección. Y los envió al mundo a
cumplir la misma misión que él había recibido del Padre: anunciar a todos el
perdón y el amor de Dios. Comienza ofreciéndoles la paz, y después enviándoles
a dar la paz y el perdón a todos. Escuchando este Evangelio ya sabemos cuál es
la misión de los cristianos: el trabajo por la paz y la reconciliación de todas
las personas, sean de la nación, religión, o de la cultura que sean. Igual que
los apóstoles, hoy también nosotros recibimos el Espíritu Santo y somos
enviados a todo el mundo, comenzando por nuestra familia y nuestro pueblo, para
cumplir la misión que el Señor nos encarga.
Hoy es también el día del Apostolado Laical. El Espíritu Santo no viene
sólo a la jerarquía de la Iglesia, sino a todo el Pueblo de Dios, a todos los
cristianos. Todos los bautizados reciben el Espíritu santo para trabajar en la
misión que Jesús ha confiado a su Iglesia.
No dejemos de desear e invocar al Espíritu Santo, porque sin él no
podemos hacer nada. El es el que nos hace vivir y el que renueva y da vida a
toda la Iglesia, para que cumpla su misión.
Textos que nos pueden ayudar a comprender quién es el E. S.
- Isaías 44,1-5; Isaías 11.1-5;
- Ezequiel 36,22-32; Ezequiel 37,1-14; Joel 2,28-32
- Juan 20,19-23
- Hechos 2 (Todo el capítulo)
- Romanos 8 (todo el capítulo)
- Gálatas 5,16-25
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