Ayer sábado, el Santo Padre almorzó
con los participantes en el Seminario Internacional dedicado a la propuesta del
Papa Francisco en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium para ''Una
economía siempre más inclusiva'', que tuvo lugar en la Casina Pío IV del
Vaticano.
'Es
muy importante lo que hacéis -dijo el Pontífice- reflexionáis sobre la realidad
pero sin miedo y con inteligencia. Eso es un servicio''. Después, refiriéndose
a los temas tratados en el Seminario, pronunció unas breves palabras sobre el
reduccionismo antropológico
''Creo
que este sea el momento más fuerte del reduccionismo antropológico. Al hombre
le pasa lo mismo que al vino cuando se vuelve aguardiente:pasa por un alambique
organizativo. Ya no es vino, es algo distinto: quizás más útil, con más
calidad, pero no es vino. Para el hombre es lo mismo: pasa por este alambique y
acaba - y lo digo en serio- por perder la humanidad y convertirse en una
herramienta del sistema: sistema social, económico, un sistema gobernado por el
desequilibrio. Cuando el hombre pierde su humanidad ¿qué nos espera? Pasa lo que
yo llamo en lenguaje común una política, una sociología, una actitud del
''descarte''. Se descarta lo que no sirve porque el ser humano no está en el
centro. Y cuando el hombre no está en el centro, hay algo que sí lo está y el
hombre está a su servicio. La idea es, entonces, la de salvar al hombre, en el
sentido de que vuelva al centro: al centro de la sociedad, al centro de los
pensamientos, al centro de la reflexión. Llevar otra vez al hombre al centro.
Es una tarea hermosa y vosotros la lleváis a cabo. Os doy las gracias.
Estudiáis, reflexionáis, organizáis estos convenios para eso, para que no se
descarte al hombre. Se descartan los niños, porque el nivel de natalidad -por
lo menos aquí en Europa- lo conocemos todos; se descartan los ancianos porque
no sirven. ¿Y entonces? Se descarta toda una generación de jóvenes y esto es
gravísimo. He visto una cifra: 75 millones de jóvenes, menores de 25 años, sin
trabajo. Los jóvenes 'ni-ni': ni estudian. Ni trabajan. No estudian porque no
tienen posibilidad y no trabajan porque no hay trabajo. ¡Es otro descarte!
¿Cuál será el próximo? Detengámonos a tiempo ¡por favor!''.
Al final el Papa dio nuevamente las gracias a los
comensales por su labor y sus iniciativas para ''ajustar esta situación
desequilibrada y recuperar al hombre poniéndolo otra vez en el centro de la
reflexión y de la vida''. ''¡Es el rey del universo! -exclamó- Y esta no es
teología, no es filosofía, es realidad humana. Así saldremos adelante''.
Ciudad del Vaticano, 13 de julio de 2014 (VIS)
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