"Ignorar a los pobres es despreciar a Dios" Francisco

miércoles, 12 de agosto de 2015

“CONSTRUYENDO IGLESIA EN LAS PERIFERIAS DEL MUNDO OBRERO” Justicia, trabajo digno y solidaridad

La HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) celebra en Segovia  su XIII Asamblea General del 13 al 16 de agosto, bajo el lema: “Construyendo Iglesia en la periferias del Mundo Obrero”, a la que asistiremos un centenar de militantes de nuestra diócesis.

Durante este curso hemos profundizado en un análisis de la realidad social y eclesial actual y ahora, en estos días de asamblea, dialogaremos y decidiremos cuáles serán nuestros retos y objetivos para los próximos seis años.

Los hombres y mujeres de la HOAC queremos avanzar en solidaridad y compromiso con el mundo obrero, y sobretodo con las víctimas de un trabajo cada vez más precario e inseguro, unos sueldos de miseria y una pobreza que se intenta disfrazar con datos estadísticos. Éstas son las periferias del mundo obrero a las que nos sentimos enviados y enviadas y con las que el Papa Francisco nos invita  a comprometernos.Lo hacemos para construir junto con otros una “nueva sociedad” donde las personas sean el centro de la vida social, el trabajo sea decente  y la sociedad sea una verdadera comunidad digna y solidaria para todos. Somos conscientes de que el verdadero protagonismo lo tienen los trabajadores, sobre todo los que viven en situación más precaria, y ellos son los que marcan el sentido de nuestra acción.

En los últimos años, estamos viendo como el  capitalismo y los poderes económicos a su servicio dominan la vida social, se ha instrumentalizado el trabajo humano, se ha deformado la política, se ha debilitado la lucha por la justicia y se ha empobrecido a la mayoría de la población. La injusticia, la pobreza y la desigualdad han ido creciendo y se manifiesta  en la pérdida de derechos sociales y laborales.

En estas situaciones y con estas personas está  nuestra misión y con  ellas queremos desarrollar nuestro compromiso,  abiertos siempre a sus sufrimientos que nos interpelan y nos exigen un cambio radical, tanto a nivel social como personal. Una vez más volvemos los ojos a nuestro origen cristiano y obrero de donde viene nuestra identidad para ser coherentes con un una Iglesia pobre y de los pobres.

Vivimos este proceso de asamblea con la seguridad que nos da saber que en este camino no estamos solos. Por suerte son muchas personas, creyentes y no creyentes, las que  están empeñadas en luchar por la humanización de  la realidad social, y con las que día a día, compartimos nuestro compromiso.

Por nuestra parte, desde la sencillez, la humildad y el respeto  seguiremos  compartiendo, viviendo, ofreciendo la Buena Noticia del Evangelio de Jesús a  los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Este es nuestro  empeño y nuestra utopía.

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